5 de mayo de 2014
Los jóvenes creen en el sistema pero piden cambios profundos
LA JUVENTUD ESPAÑOLA INVOCA LA TRANSICIÓN QUE NO CONOCIÓ
el pais - ANABEL DÍEZ Madrid 5 MAY 2014 - 00:00 CET112
No quieren dar una patada al tablero, sino voltearlo. No quieren hacer la revolución ni imitar a los jóvenes del mayo parisino de 1968. Pero sí quieren el cambio, y este debe ser radical, aunque con el mantenimiento de los pilares que sostienen las instituciones. Los jóvenes españoles no son antisistema ni extremistas, pero reniegan de la España actual, de la España oficial. Tan es así que invocan lo que no conocieron: el espíritu de la Transición.
El retrato de los jóvenes en España muestra una realidad a veces paradójica: su desconfianza absoluta en los actores públicos y su confianza en que su sustitución llevará a un tiempo mejor. Ese sentir se refleja en el estudio realizado por Metroscopia para EL PAÍS entre los días 1 y 29 de abril con una muestra de 1.200 personas de entre 18 y 35 años, y otras 1.200 de más de 35 años, con orientaciones ideológicas mayoritarias entre el centroizquierda y el centroderecha. Laselecciones europeas del día 25 y las generales de 2015 las ganaría el PSOE si dependiera exclusivamente de los jóvenes, aunque se mantiene la tendencia al alza de IU y UPyD.
De este estudio se desprende que los jóvenes españoles, afectados por una tasa de desempleo del 55% (según datos oficiales del último trimestre), aceptan el sistema, no quieren su demolición. Los pilares deben mantenerse, pero la construcción que sostienen hay que modificarla por completo, defienden.
Este juicio se obtiene de sus opiniones sobre diversas parcelas, si bien el diagnóstico sobre España es demoledor. Su desconfianza hacia el país es infinita, porque no les responde. Un 83% afirma que España “no se preocupa por el futuro de las nuevas generaciones”. El país “no es innovador ni estimula la creatividad”, según el 78%; y un 76% da por seguro que “no tiene buenas perspectivas de futuro”. Además, el 70% sentencia que España no tiene claro cuál es el lugar que le corresponde en el mundo actual.
La conclusión es que, en este momento de España, cualquier tiempo pasado fue mejor. El avance intergeneracional que se ha dado en el país en los últimos 50 años va a quedar interrumpido. No lo duda el 66% de los consultados (jóvenes y mayores), al dar por seguro que cuando sean mayores vivirán peor que como ahora viven sus padres. No ponen paños calientes a la situación y no creen que sea coyuntural: un 86% sostiene que su mayor losa, el paro, es de una gravedad tal que nunca ha sido vivida en España. Junto a este severo juicio asoma, sin embargo, la confianza del 61% de los jóvenes de que conseguirán la mayor parte de las cosas que les son importantes, frente a un 36% que no considera probable conseguirlas.
El contraste entre la nula confianza de que el Estado pueda hacer algo por sus vidas y sus sentimientos personales es abismal. Al preguntárseles por el grado de satisfacción de su vida, el 77% de los encuestados se muestra satisfecho, frente a un 14% que se queda en un “a veces sí” y “a veces no”.
Si España no puede hacer nada por ellos, creen que se pueden marchar al extranjero. No son mayoría, pero un estimable 34% ha considerado “frecuentemente” o “alguna vez” la posibilidad de abandonar España para trabajar en otro país. A quienes respondieron en este estudio que daban por supuesto que en España no conseguirán sus objetivos vitales se les planteó si ven más probabilidades en otro país: el 54% de los más jóvenes respondió afirmativamente, en tanto que el 30% considera que tendrían las mismas posibilidades de prosperar que en España. ¿Dramatismo en quienes están dispuestos a irse? No parece que así sea, según desprenden los autores del estudio, que atribuyen esta cierta naturalidad en coger la maleta e irse a otro país a la mejor formación y el cosmopolitismo de esta generación. La misma con la que el 684% afirma que vivirá peor que sus padres.
La facilidad con la que los jóvenes españoles integran distintas identidades se muestra en sus respuestas sobre el apartado de sus sentimientos de pertenencia. Tan español como europeo se siente el 37% de los jóvenes entre 18 y 34 años consultados, y más español que europeo el 32%. Solo un 74% se reconoce más europeo que español. Español, solo español, se declara el 1%.
El 75% de los consultados (el 66% entre los jóvenes), si volviera a nacer querría ser español, en tanto que un 20% (30% entre los menores de 34 años) preferiría ver la luz en otro país: el 12% preferiría Estados Unidos y Alemania; el 11% desearía ser británico, y un 9% optaría por Francia como país de origen.
En pleno debate sobre laindependencia de Cataluña, la mayoría de los jóvenes prefiere que las cosas se queden como están, es decir, un Estado con comunidades autónomas. Así lo quiere un 34% de los jóvenes de entre 18 y 34 años, aunque ese porcentaje baja al 27% en el caso de los mayores de 35 años.
Del conjunto de respuestas se aprecia claramente que gana el Estado autonómico. Un 16% de todos los encuestados querría más competencias para las autonomías, un porcentaje se sube al 18% en el caso de los más jóvenes, en tanto que el Estado federal, con las autonomías convertidas en Estados pero formando parte de España, solo alcanza, respectivamente, el 18% y el 16% de las preferencias. Menos aún, un 10%, apuesta por dar libertad a las comunidades que lo deseen para convertirse en Estados independientes. La vuelta a la España centralista, sin autonomías, la demanda el 23% como media (el 26% de los mayores de 35 años y el 16% entre los menores de esa edad).
No hay diferencias, en cambio, respecto del comportamiento electoral, tanto en sus opciones políticas para las elecciones generales, del 2015, como para los comicios europeos del próximo 25 de mayo. No obstante, la disposición a votar en las europeas es menor en los jóvenes que en los mayores. En unas elecciones generales votaría el 65%, mientras que dentro de 20 días solo un 40% de los menores de 35 años manifiesta que irá a las urnas (frente al 45% de los mayores).
Entre quienes tienen menos de 35 años de edad, el PSOE se impondría al PP de manera más rotunda que entre el conjunto de los españoles: 28,8% votaría a los socialistas en las europeas, frente al 22,6% que optaría por el PP; una distancia favorable al PSOE de más de seis puntos frente a solo medio punto de ventaja que consigue el PSOE en el conjunto nacional, como reflejó el barómetro de Clima Social de Metroscopia para EL PAÍS de abril de 2014.
El temor del PSOE y del PP por el crecimiento de IU y UPyD está justificado, al menos respecto a los jóvenes. Dentro de 20 días, jornada electoral europea, la encuesta estima que el PP y el PSOE confluirán en un empate técnico, solo con cuatro décimas por encima el PP: 32,6% frente a 32,2%. IU obtendría el 12% de los votos, aunque un 14,2% de menores de 35 años optará por esa coalición. Esa franja de ciudadanos se inclinará en un 8,6% por UPyD, pero el resultado final de esta formación se quedaría en un 4,6% por el peso de los mayores en el censo electoral. En las generales el empate técnico entre PP y PSOE se volvería a reproducir, aunque en esa ocasión los socialistas se impondrían por cinco décimas: 32,3% frente a 31,8%.
Una muestra evidente de que no se quiere romper la baraja lo demuestra la respuesta favorable de un 59% a la necesidad de avanzar hacia una mayor cohesión política de la Unión Europea. Europa compensa a pesar de todo, y fue en los albores de la Transición cuando España emprendió el camino hacia las instituciones europeas. Es llamativa la añoranza por el llamado espíritu de la Transición, que muchos de los encuestados no vivieron ni conocieron. Un 82% de los consultados está de acuerdo en el que España necesita “una segunda Transición que, con el mismo espíritu de pacto y concordia de la primera, modifique y actualice muchos de los aspectos del actual sistema político”.
La muerte, el pasado marzo, del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez ha reavivado este sentimiento de apego a su figura y a la Transición. Suárez es puntuado con una nota alta: 7,5 (6,9 entre los menores de 35 años). Le sigue el príncipe Felipe con un 5,8, y el Rey con un 5,2. Entre los presidentes solo aprueba el socialista Felipe González (con un 5,1). Los tres que le sucedieron suspenden: José Luis Rodríguez Zapatero (3,8), José María Aznar (3,5) y Mariano Rajoy (2,6).
La baja nota a los presidentes del Gobierno que empezaron su andadura en 1996, tras la derrota del PSOE de Felipe González, no va en paralelo a la importancia que los ciudadanos otorgan a los partidos políticos. Sin partidos políticos no puede haber democracia, según piensa un 55%, frente al 42% que señala su desacuerdo con este aserto. “Las elecciones son necesarias para mejorar y cambiar el país”, según declara el 59% de los menores de 35 años, frente a un 38% en desacuerdo.
La Corona no tiene motivos para sentir zozobra, tras haber pasado un período de descrédito notable. Un 64% de los jóvenes encuestados responde que la monarquía está firmemente asentada y que la sucesión del Rey por el príncipe Felipe se producirá con toda normalidad.
De todas las respuestas se deduce que el entramado institucional español está mal. Pero los jóvenes vaticinan que, si se cambia radicalmente, lo mejor está por venir.
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