Uno de cada tres ciudadanos (el 27,3%) está en riesgo de pobreza o exclusión social. La tasa aumenta un 2,6% respecto a 2009 pero apenas una décima comparada con 2012 (27,2%), según la
Encuesta de Condiciones de Vida de 2013 que este martes ha publicado el Instituto Nacional de Estadística (INE).
¿Quiere esto decir que la crisis empieza a dar una tregua a las familias? No, al menos hasta el año pasado. Tanto las dificultades materiales (llegar a fin de mes, irse de vacaciones), como la inestabilidad laboral siguen creciendo, según los datos del INE. De forma paradójica, es la caída generalizada de los ingresos lo que enmascara mayores tasas de riesgo de pobreza de la población. Es decir, hay personas que han salido de la pobreza no porque cobren más, sino porque el hundimiento de las rentas hace que se les deje de considerar pobres, al ser este un concepto relativo. Y este efecto estadístico suaviza el incremento del porcentaje de españoles en situación de riesgo o exclusión social.
El concepto de pobreza o exclusión social consta de tres variables: la carencia material severa la baja intensidad en el empleo y el riesgo de pobreza. Este indicador europeo también se denomina Arope (del inglés, at risk of poverty or social exclusion).
En España, la carencia material, (que se calcula a partir de la combinación de factores como no poder irse de vacaciones o hacer frente a gastos imprevistos; no tener coche, televisión o lavadora) ha crecido los últimos años. Del 4,5% de población que se encontraba en esta situación en 2009 se ha pasado al 6,2 en 2013. “Este es un indicador bastante rígido, por lo que aunque parezca un incremento pequeño, no lo es tanto”, comenta Luis Ayala, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Juan Carlos I.
El segundo ingrediente para medir el riesgo de pobreza o exclusión son los hogares sin empleo o con baja intensidad laboral. En este caso, el aumento es evidente. Desde 2009 (7,6%), las cifras prácticamente se han duplicado, hasta llegar al 15,7% de 2013. También ha ido al alza el último año: en 2012, la tasa era del 14,3%.
Sin embargo, el tercer factor del indicador, el que se refiere de forma aislada al porcentaje de población que se encuentra en riesgo de pobreza, se mantiene igual al de 2009 (en el 20,4%), e incluso baja cuatro décimas respecto a 2012 (20,8%). ¿Supone esto que aumenta la renta disponible de los hogares? ¿O al menos de los que tienen menos recursos?
La explicación es otra. El descenso del nivel de ingresos general ha sido tal que cuesta más ser considerado una persona en riesgo de pobreza. “La pobreza monetaria se define en términos relativos, se está en riesgo de pobreza con unos ingresos un 60% por debajo de la mediana”, explica Ayala. “Lo que está pasando es que el umbral está bajando, y si baja el umbral y la pobreza se mantiene como indican los otros dos indicadores, el resultado es que hay más personas que lo están pasando mal”.
La encuesta del INE se detiene también en distintos indicadores de bienestar económico de las familias.
Problemas a fin de mes. El 16,8% de los hogares manifiesta que llega con “mucha dificultad”, un porcentaje superior en 3,4 puntos al de 2012.
Viaje de vacaciones. Casi la mitad de las familias (el 45,8%) no pueden permitirse tomarse un respiro de una semana fuera de casa (un 0,7% más que en 2012).
Pagos fijos. El pago de la hipoteca, el agua, la luz, el alquiler, el gas o la comunidad de propietarios representa una dificultad para el 9,3% de los hogares, que no pueden atender este gasto puntualmente. Es un 0,9% más que en 2012
Gastos imprevistos. El 41% no puede atenderlos, frente al 41,4% del año anterior.
Hay otro indicador a la baja, el relacionado con la evolución de los ingresos medios por hogar. En este caso, los datos del INE alcanzan hasta el año 2012. Entonces, la cifra cayó a 26.775 euros. Son unos mil euros menos que en 2011 (27.747). La comparación con 2008 es mucho más llamativa: el retroceso desde entonces es de 3.270 euros por hogar (la renta media era de 30.045 euros). Todas estas cifras no son comparables a estudios anteriores, ya que el INE ha introducido cambios metodológicos que combinan, además de la información que proporcionan los encuestados, datos procedentes de ficheros de la administración (prestaciones sociales, declaración de la renta).
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