10 de mayo de 2014
Cebrián defiende el papel de EE UU en la modernización de España
el pais - MARC BASSETS Washington 9 MAY 2014 - 22:50 CET
Un muchacho de 15 años, en la Gran Vía del Madrid de 1959 agitaba una banderita americana al paso de la comitiva en la que viajaba el presidente de EE UU, Dwight Eisenhower. Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo de PRISA, recordó el viernes en Washington aquella jornada, cuando empezó su admiración por el general que contribuyó a derrotar el fascismo en la Segunda Guerra Mundial y que, cuando ya era presidente, normalizó las relaciones con España.
“Es la primera bandera que hice ondear en mi vida y creo que fue la única vez que he hecho un gesto semejante con sinceridad y entusiasmo”, dijo.
El periodista y académico recibió, en una ceremonia en la residencia del embajador español, Ramón Gil-Casares, el premio First Amendment, que concede la Asociación Española de los Eisenhower Fellows. El premio reconoce la aportación de los premiados a la defensa y promoción de la libertad de prensa. Lleva el nombre de la primera enmienda de la Constitución de EE UU, que insta al Congreso a no aprobar leyes “que limiten la libertad de expresión”.
En el acto, presentado por el propio embajador y por el abogado Javier Cremades, presidente de la asociación que entrega el premio, Cebrián defendió el papel de EE UU —y del presidente Eisenhower en particular— en la apertura al mundo de España tras los años de la posguerra. “La apertura al exterior que la llegada de Eisenhower a la capital de España simbolizó fue el disparo de salida para la modernización de nuestra sociedad”, dijo.
Fundador y presidente de EL PAÍS y miembro de la Real Academia Española, Cebrián partió de la visita de Eisenhower a Franco para defender la centralidad de EE UU, entonces y ahora, como referente para la democratización de España.
Mezclando memoria e historia, la fascinación por el cine, el arte y la música norteamericanos con la perspectiva colectiva, el periodista propuso otra interpretación del acercamiento entre la superpotencia y la autarquía ibérica. “Naturalmente a mí me hubiera gustado que el régimen franquista desapareciese antes de lo que lo hizo”, dijo. “Pero siempre me ha parecido injusto el reproche que muchos izquierdistas hicieron a las potencias occidentales por normalizar sus relaciones con España pese a la dictadura”.
Los tratados de los años cincuenta con EE UU, continuó, “ayudaron a dulcificar las condiciones del gueto en el que el dictador había convertido a nuestro país, permitieron el intercambio entre nuestros pueblos y nos ayudaron a ser un poco menos paletos”. “Roosevelt, Eisenhower y Kennedy son los presidentes americanos en los que se miraba el país en el que crecí”, dijo Cebrián, que llegó a pedir una entrevista a Eisenhower para la revista de su colegio.
La entrega del premio fue una celebración de la relación entre EE UU y España. La pérdida de las colonias en 1898, frente a la emergente potencia norteamericana, sumada a la alianza del franquismo con las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, alimentó el antiamericanismo de la derecha. La alianza del EE UU de Eisenhower y sus sucesores con la dictadura franquista reforzó el antiamericanismo de izquierdas.
La entrega del premio fue una celebración de la libertad de prensa. John Wolf, presidente de la Fundación Eisenhower, citó a Nate Silver, uno de los periodistas más innovadores en EE UU: “Hay periodismo que pretende lo que llaman objetividad sin comprometerse en la búsqueda de la verdad, pero esto no funciona”.
“Para Cebrián, el periodismo es contar algo que alguien no quiere que se cuente”, dijo Cremades. “Si, como dijo Joseph Pulitzer, las naciones prosperan o decaen simultáneamente con su prensa, el trabajo de nuestro galardonado simboliza también la confianza en que la sociedad española todavía tiene resortes morales para recuperarse de estos tiempos”.
¿Lecciones para la España de hoy en la figura de Ike Eisenhower? Cebrián dijo sentir envidia de aquellos líderes que colaboraron “al margen de partidismo e ideologías, en bien de su país y de la paz”.
“No se trataba del consenso, como ahora se dice, sino de la fe en el sistema, de la capacidad para reformarse, y de la de promesa de futuro que la democracia alberga”, explicó. Con luces y sombras, añadió, EE UU ha sido “maestro indiscutible en todas esas cosas” y “sigue constituyendo la primera democracia mundial”.
“De modo que hoy”, concluyó, “recuerdo con emoción indescriptible la imagen de mi mano al aire ondeando la bandera americana al paso de la comitiva de Eisenhower. Estaba anunciando, sin yo saberlo, que antes o después podría disfrutar en mi vida de un día como este".
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