El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha elevado la previsión de crecimiento de España para este año del 0,6% al 0,9%. Son tres décimas de diferencia
respecto a lo que se calculaba en enero que acercan el pronóstico del organismo al que han hecho recientemente la Comisión Europea y el
Gobierno español (1%). Se trata de la tercera mejora consecutiva en las estimaciones que la institución afincada en Washington realiza sobre el país y, sin embargo, no permite festejo en el empleo: la
tasa de desempleo seguirá en el 25% incluso en 2015.
Los números invitan a preguntarse si la salida de una crisis implica necesariamente el inicio de la recuperación o existe un episodio intermedio, áspero, gris, una especie de limbo en el que la economía española se ha instalado. El informe de perspectivas globales que el FMI ha presentado este martes plasma de nuevo —como ocurrió hace seis meses, como hace un año, como se presentía desde la segunda recesión de 2011— que el proceso de vuelta a una cierta normalidad económica puede dilatarse tantos años como la estancia en la crisis.
Las expectativas para el año que viene también han arañado un par de décimas más respecto a lo que se calculaba en enero, al pasar del 0,8% al 1%, pero suponen una tasa mucho más pesimista que la de Bruselas o del
Banco de España (1,7%) y tampoco permite un vuelco en el mercado de trabajo, el principal termómetro de esa economía llamada, significativamente, economía real: los parados supondrán el 25,5% de la población activa este año (en octubre, última previsión del Fondo para el empleo, calculaban el 26,7%) y el 24,9% en 2015 (frente al 26,5% anterior).
Aun así, la proyección del PIB en 2014 ha colocado por delante de Italia y Grecia, ambos con una previsión del 0,6%, y de Holanda, con el 0,8%, aunque se mantiene en la parte más baja de la tabla.
“Fuera de España, lo saben ustedes mejor que yo, se mira a nuestro país como un ejemplo de cómo se puede salir de la crisis”,
presumió el lunes el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un encuentro con empresarios en Madrid. Pero la sensación —o deseo— de Rajoy dista mucho de lo que se respira en Washington, donde una supuesta salida de la crisis con una tasa de desempleo del 25% no se presenta como modelo a emular bajo ningún concepto.
Deberes al Gobierno
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, aprovechó precisamente su participación en el Global Forum Spain en Bilbao el mes pasado, una suerte de foro de Davos de un día que el Gobierno organizó por todo lo alto, para
reclamar al Ejecutivo de Mariano Rajoymás medidas: rebajas fiscales que incentiven la contratación y una profundización de la reforma laboral que se cuidó mucho de concretar, además de la tantas veces prometida rebaja de las cargas burocráticas que conllevan crear una empresa en España.
Otra de las preocupaciones del Fondo y de Bruselas, la de favorecer la
reestructuración de las deudas de las empresas para reducir el número de insolvencias, ha tenido respuesta positiva del Gobierno, que ha aprobado una amplia reforma al respecto, pero el Ejecutivo sí va a dar la batalla del IVA, ya que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha ignorado las advertencias de Europa, del FMI e incluso del propio grupo de expertos que él mismo convocó para preparar su reforma fiscal y ha asegurado que
no subirá la tributación de ningún producto de los tipos bajos a los medios.
El Fondo combina con aparente naturalidad desde hace meses las alabanzas a los avances reformistas del Gobierno, el
ajuste de las cuentas públicas y la mejora de grandes indicadores macroeconómicos con unas cifras puramente desalentadoras para el empleo y la renta de las familias. “Las cicatrices de la crisis son profundas y llevará años curarlas", admitió también Lagarde en su última visita a España.
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