22 de abril de 2014

«Soy un cofrade del siglo XXI»

SEMANA SANTA Las procesiones de Viernes Santo

«Soy un cofrade del siglo XXI»

  • Manolo Torrijos, informático de formación, es vice hermano del Jesús de Medinaceli

Ricardo Manuel Torrijos, hermano mayor de la cofradía de Medinaceli.
Ricardo Manuel Torrijos, hermano mayor de la cofradía de Medinaceli. EL MUNDO

Ricardo Manuel Torrijos es desde hace un año y medio el vice hermano mayor de una de las cofradías más importantes de Madrid, la Archicofradía del Cristo de Medinaceli, compuesta por más de 3.900 fieles de los cuales el 80% son mujeres. Esta asociación, de la que forma parte desde 2005, está instalada en la iglesia del mismo nombre, la que alberga la famosa imagen que cada año congrega a cientos de personas, incluida parte de la realeza, para que le besen sus pies en señal de adoración.
Manolo, como le conocen todos, es «un hombre del siglo XXI» y quiere llevar esta modernidad a la parte que le corresponde de una de las instituciones más antiguas que existen. «Este año hemos instalado en la carroza un sistema de luces lev», declara orgulloso este analista de sistemas informáticos de 49 años, que lleva «desde pequeñito» yendo a la basílica de Medinaceli y considera a Jesucristo «un revolucionario».
«Jesús hoy en día sería un hombre totalmente contemporáneo. Fue un revolucionario que luchó contra el poder establecido y defendió a prostitutas y marginados», asegura el madrileño, que condena el radicalismo y se considera un defensor «de la democracia y la monarquía».
Al ser preguntado sobre el arzobispo de la archidiócesis de Madrid, Rouco Varela, es más ambiguo: «Le debo un respeto porque es el cardenal que rige mi diócesis, pero claro, yo también soy un ferviente seguidor del Atlético de Madrid y no por ello defiendo todo lo que hace el club...».
Esta divergencia con el discurso oficial se palpa al charlar sobre uno de los temas más candentes de la actualidad y en el que la Iglesia siempre ha mantenido una posición firme: el aborto. «Son decisiones personales, ¿Quién tiene la autoridad moral para decidir por los demás? Como católico no me molesta en absoluto que existan leyes que lo permitan», afirma convencido.
También se distancia de las posturas eclesiásticas respecto a otros asuntos, como el de la utilización médica de las células madre -«creo que cualquier cosa que sirva para salvar vidas es algo bueno»- o el papel de la mujer en la Iglesia: «Hombres y mujeres somos iguales, y más ante Dios. No me importaría nada que hubiese una mujer cura».
De hecho él, en un ambiente tan arcaico, tiene en su junta directiva, compuesta por nueve laicos y dos franciscanos, a tres mujeres. «No es que sea un gran avance, pero antes no había ninguna y creo que hay que otorgar los puestos en función de las capacidades de cada uno, no del sexo», asegura, antes de reconocer que su candidatura fue la que ganó con más del 75% de los votos porque, a su modo de ver, «la gente quería una propuesta nueva y joven».
Este Viernes Santo su cofradía sacará a la calle la imagen de la Virgen después de la figura del Cristo de Medinaceli, algo que solo se hizo en el año 2000. Esta escultura, de la que se desconoce el autor, aunque sí se sabe que fue algún artista que trabajaba en el taller del cordobés Juan de Mesa, data de la primera mitad del siglo XVII, mide 1,73 metros y luce una melena muy realista. Tanto que, en realidad, está hecha a base de donaciones capilares de los fieles. «Esta peluca y las otras once que tiene», sostiene Manolo orgulloso. Y es que el fervor que suscita este Cristo traspasa no sólo las fronteras regionales, sino incluso las españolas. En total congrega a 8.000 miembros en todo el mundo, concentrados sobre todo, además de en España, en buena parte de Latinoamérica.

Una cuestión de fe

Cuando se le cuestiona sobre su fé, Manolo es cristalino. «Siempre he sido religioso, la semilla está ahí, aunque sí que es verdad que aumentó con 18 o 19 años, cuando las hormonas dejan de actuar como quieren», ríe, antes de relatar que se casó con su mujer en la basílica que le ocupa tantas horas.
Independientemente de las creencias, lo que el jefe de la cofradía tiene claro es que en la vida lo más importante es ser feliz. «Vivimos en una sociedad rara en la que se da mucha importancia a cosas banales. Lo más importante es vivir el momento y disfrutar cada minuto. Yo todos los días intento acostarme y levantarme riendo», confiesa este hombre dedicado a la informática y a Cristo.
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