Dicen algunos vecinos de Villanueva del Pardillo (16.000 habitantes) que un tipo llamado Carlos Hipólito fue un héroe. También fue el alcalde —de izquierdas— de este pueblo, localizado a 27 kilómetros al oeste de Madrid, durante los primeros meses de la Guerra Civil. En esa época, evitó el derramamiento de sangre de sus vecinos, sobre todo de los ciudadanos de derechas, que eran cazados por grupos incontrolados del bando republicano. Quizás un hombre con este perfil, por encima de cualquier ideología, merezca tener su propia calle.
Así lo propusieron los grupos municipales del PSOE y de IU, que forman parte de la oposición de Villanueva del Pardillo. En concreto, pidieron que se sustituyese el nombre de la calle de García Morato, un militar franquista, por el de Alcalde Carlos Hipólito. Los partidos se basaron en la Ley de Memoria Histórica, que impone eliminar de la vía pública y edificios de la ciudad cualquier tipo de símbolo vinculado a la dictadura franquista. Sin embargo, el PP —cuyo alcalde gobierna el pueblo desde 1991— UPyD y el partido Ciudadanos votaron en contra en el pleno municipal celebrado el pasado 26 de marzo. Y el héroe se quedó sin homenaje.
La calle de García Morato es una vía corta, una de las que salen de la plaza del Ayuntamiento y que forma parte del casco histórico del municipio. No tiene muchas viviendas; la mayoría son las antiguas casas blancas, con una o dos plantas, construidas después de la Guerra Civil. El militar que da nombre a esta vía fue uno de los más fieles colaboradores de Franco. Era un eximio aviador y dejaba un rastro de destrucción y muerte por donde volaba durante la contienda.
Carlos Hipólito, en cambio, gobernó Villanueva del Pardillo entre febrero y octubre de 1936. Estaba afiliado a UGT y gobernaba con Izquierda Republicana. Su ideología no le impidió, sin embargo, que protegiera a los vecinos de derechas durante esos primeros meses de guerra.
No debemos entrar en las cuestiones de la Guerra Civil
Juan González Miramón (PP), alcalde de Villanueva del Pardillo
El pueblo no resistió durante mucho tiempo. En 1939, estaba destruido y su población dispersada. De los 575 vecinos que había en 1936, solo 237 pudieron regresar. Y no se olvidaron del alcalde que les salvó la vida. Lo testifica una carta firmada por más de 40 de ellos el 28 de noviembre de 1939, enviada al Gobierno para pedir la liberación de Carlos Hipólito. Respecto a los primeros meses de guerra, en los que grupos de izquierdas actuaban en los municipios madrileños, dicen: “Carlos Hipólito, que estaba sumado a la causa roja, demostró tener buen corazón y buenos sentimientos (...) En todo momento se le vio decidido a evitar derramamiento de sangre de cualquier persona (...) Se le oyó decir que antes de sacar a cualquiera del pueblo, tendrían que sacar su cadáver arrastrado (...)”.
Recuperar esta historia es la intención de los concejales del PSOE e IU, que presentaron una moción para que la calle de García Morato se llame calle del Alcalde Carlos Hipólito. Los vecinos de hoy están, sin embargo, alejados de este debate, y muchos prefieren mantener el nombre por una cuestión práctica. Es el caso de Alberto, que ha vivido a lo largo de sus 58 años en esta misma calle. “No tengo nada en contra. Incluso soy de izquierdas, pero me va a suponer un gasto cambiar todos los documentos”. Alfonso, un transeúnte, tiene una posición más ideológica sobre el tema: “No conozco a Carlos Hipólito; en cambio, sé que García Morato fue un excelente aviador”, argumenta. Jaime, el dueño de uno de los bares más antiguos de la ciudad, tiene sus dudas: “No tengo nada en contra que cambien, pero sería raro porque ya estoy acostumbrado con el nombre actual”.
Los argumentos para que la medida fuera rechazada en el pleno municipal del pasado 26 de marzo son distintos. El partido Ciudadanos argumenta que el Ayuntamiento no debe gastar dinero en las nuevas placas de la calle mientras una escuela pública tenga “tejas rotas y el suelo levantado”; UPyD dice que no tiene “nada en contra la medida”, pero que no fueron favorables a ella porque hay un escrito de vecinos que rechazan el cambio.
El alcalde, Juan González Miramón, va más allá y presenta tres motivos: IU y PSOE no estuvieron presentes en la comisión informativa del Ayuntamiento para defender el cambio; el citado escrito presentado por los vecinos; y la mención de la Guerra Civil en la moción. “Es un pueblo pequeño, que no tiene que entrar en las cuestiones del conflicto. Y hay muchas personas sensibles al tema”, argumenta.
Antonio Moreta, secretario local del PSOE, sostiene que el pasado 26 de febrero se aprobó cambiar de nombre la calle del General Mola —otro militar franquista— por calle de Nelson Mandela, pese al rechazo de algunos vecinos. “¿Por qué ahora rechazan el cambio? No tiene sentido”, argumenta. “Hay que escuchar a los ciudadanos, pero no lo hicieron a la hora de recortar los servicios en un 55% y subir los impuestos en un 15%. Y hay una Ley de Memoria Histórica que tenemos que cumplir”.
La carta que los vecinos enviaron en 1939 al Gobierno para liberar a Carlos Hipólito convenció al Gobierno franquista. El exalcalde pudo entonces vivir sus últimos años en Valencia. Pero el documento no ha sido suficiente para que el exregidor recibiera un homenaje del pueblo al que salvó.
Carta a favor de Carlos Hipólito, enviada al Gobierno el 28 de noviembre de 1939
"Sabido es, por todos los que vivimos aquellos momentos, el peligro que corría, por cualquier pueblo de la zona dominada por el Gobierno rojo, toda persona que tuviera significación de derechas o estuviera considerada como católica, no solo por las organizaciones de los pueblos, sino por las hordas, que de otros pueblos y de la Capital, pasaban constantemente en coches, con los fusiles asomando por las ventanillas de los mismos. En estos apurados momentos y siendo alcalde de este pueblo, el detenido Carlos Hipólito Serrano, que aunque por sus ideas estaba sumado a la causa roja, demostró, antes y durante el Movimiento, tener buen corazón y buenos sentimientos; supo imponerse, en tan terribles momentos, a cuantas insinuaciones de los que pasaban en opulentos coches, buscando víctimas, preguntando si había personas de derechas en aquel pueblo. En todo momento se le vio decidido, no solo a evitar derramamiento de sangre de cualquier persona del término, sino a que fuera detenida ni una sola de ellas. A tal objeto, y entre otras medidas, advirtió a las mujeres, que según costumbre, se reunían a coser en corrillos, a las puertas de sus casas que tuvieran mucho cuidado con la lengua, que si los que pasaban en los coches preguntaban por las personas de derechas del pueblo, les enviasen al Ayuntamiento donde les informarían de lo que preguntaban. En otras ocasiones se le oyó decir que antes de sacar a cualquier persona del pueblo, tendrían que sacar su cadáver arrastrado, pues no lo consentiría en lo que tuviera vida.
Gracias a estas medidas y las energías, con que despachaba a cuantos extraños trataban de mezclarse en asuntos del pueblo contamos hoy, los que suscribimos con nuestros padres, maridos, hijos o hermanos.
Por todo ello, a V. S. suplicamos que sean tenidas en consideración estas manifestaciones que pueden atestiguar todas las personas de orden del pueblo, y dentro de las normas de Justicia, que V. S. con tanta rectitud observa, haga que puedan servir de paliativo en el sumario de referencia, pues en circunstancias tales, contadísimas personas de las que figuraban a la cabeza de los pueblos, han tenido un comportamiento semejante.
Villanueva del Pardillo, 28 de noviembre de 1939 — Año de la Victoria"
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