19 de abril de 2012
Un 'Junker' estrangula a un hidalgo castellano
TRIBUNA
En Alemania, más concretamente en el reino de Prusia, llamaban Junkera quien pertenecía a la pequeña nobleza agraria, por lo que mutatis mutandis, podemos traducirlo por nuestro término “hidalgo”.
Les confieso que cuando vi hace un mes la foto del presidente del Eurogrupo, señor Jean Claude Juncker, fingiendo que estrangulaba al señor Guindos, ministro español responsable de la política científica, recordé que el Gran Ducado del que el falso estrangulador era primer ministro había pertenecido durante siglos a la corona española y, por lo tanto, la escena no dejó de hacerme un poco de gracia.
Lo malo es que con posterioridad a este jocoso encuentro de la alegre muchachada comunitaria, el señor De Guindos se ha ganado, como mínimo, una nota a pie de página en la historia de la política española de ciencia y tecnología, porque ha batido el récord de recortes en la política de I+D desde la Ley de la Ciencia de 1986 (ver al respecto El País del 10 de abril).
A pesar de que el historiador romano Tácito, habitualmente circunspecto y ejemplarmente riguroso, no nos reveló el contenido de la carta que Petronio escribió al emperador Nerón antes de suicidarse, lo cierto es que algunos novelistas contemporáneos y guionistas de Hollywood le han inventado un contenido, según el cual Petronio habría dicho a Nerón que soportaba sus crímenes y desmanes, soportaba su criminal incendio de Roma, pero lo que no podía soportar era escuchar sus horribles versos y sus canciones insufriblemente horteras.
Pues bien, imitando este precedente del Pseudo Petronio, yo me atrevería a decirle al ministro De Guindos que los científicos aceptamos con cierta resignación mal contenida que haya aplicado de manera inmisericorde la sierra mecánica a las inversiones en I+D, pero que por favor se abstenga de darnos doctrina sobre la manera más correcta de financiar esta política.
Tengo la impresión de que hoy en día no pocos economistas, de esos que desarrollan mayormente su actividad profesional en instituciones financieras, muestran una injustificada arrogancia intelectual que les lleva a pontificar de omni re scibili, es decir, de toda materia cognoscible, independientemente de su grado de conocimiento de lo que hablen.
Así, en efecto, cuando el señor ministro responsable de la ciencia española proclama urbi et orbi que hay que terminar con las subvenciones públicas en I+D y derivar hacia un modelo de financiación empresarial, parece demostrar que desconoce la realidad de los hechos y la bibliografía al respecto, tan abundante ésta, incluso en español, que hasta su colega el señor Montoro podría acceder a ella si quisiera.
Otrosí, existen países a los que probablemente admira el señor De Guindos por su competitividad, como pueden ser Corea del Sur, con su National Research Foundation (especialmente el programa Vision 2025); Japón, con su Japan Society for the Promotion of Science (por ejemplo, el programa FIRST); Singapur, con su NRF (programa RITA), por no hablar de los casos bien conocidos de Estados Unidos (NSF), o Alemania (DFG, MPG), para mencionar solo unos pocos Estados y unas pocas entidades que dedican una generosa financiación pública a la I+D, por medio de subvenciones.
Me permito, pues, animar al señor ministro a que, por lo memos, ojee alguna monografía sobre esta materia de las publicadas, por ejemplo, por un organismo que él debe conocer bien, la OCDE, y a lo mejor así conseguimos que se diluyan o atenúen algunos de sus prejuicios ideológicos y se colmen algunas de sus lagunas informativas.
Volviendo ahora a la simpática fotografía de un Junker fingiendo estrangular a un hidalgo castellano y viendo la deriva del sistema español de I+D, he recordado aquellos versos de Jaime Gil de Biedma: de todas las historias de la historia, sin duda la más triste es la de España, porque termina mal.
Javier López-Facal es profesor de investigación del CSIC
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