19 de abril de 2012
La disculpa del Rey fija un cambio de rumbo en su agenda pública y privada
EL PAIS - MÁBEL GALAZ Madrid 18 ABR 2012 - 21:45 CET699
Nunca 11 palabras han sido tan analizadas, tan examinadas en su tono y contenido como las que ayer pronunció el Rey minutos antes de dejar el hospital USP San José de Madrid. “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”. ¿Pero qué quería decir en realidad don Juan Carlos? ¿Era solo una disculpa para salvar la situación? ¿Qué es lo que no volverá a ocurrir?
Fuentes de la Casa del Rey han explicado que tras las disculpas del Monarca hay mucho más, la confirmación de un “cambio de rumbo” que se inició con la publicación de sus cuentas. Don Juan Carlos es consciente de que durante cuatro días la Monarquía ha estado más en entredicho que nunca y que su figura, ampliamente respaldada por su defensa de la Constitución y de la democracia, se hallaba en peligro por su descenso de popularidad. Por todo ello sabía que era necesario una reacción contundente y sin precedentes. No es habitual que un Rey hable en estos términos y con esta rotundidad como él lo hizo ayer ante una cámara de televisión, que era en ese momento su ventana al mundo para dar explicaciones.
Pero don Juan Carlos sabe que la disculpa pública no es suficiente, que la decepción es mucha y que son necesarios cambios profundos. Por todo ello la maquinaria de la Casa del Rey se ha puesto a trabajar en lo que ya se conoce como el guion de los nuevos usos y costumbres que van a regir a partir de ahora el trabajo y en gran parte también la vida privada de la familia real.
Cuando don Juan Carlos dijo que no volvería a ocurrir se refería a que no hará más viajes como el de Botsuana para cazar elefantes, es decir, desplazamientos privados en tiempo de ocio invitado por jeques, millonarios o empresarios. Viajes que solo conoce el Gobierno por motivos de seguridady que son un auténtico secreto para el resto. Si hasta ahora, una semana sin actos oficiales daba la pista de que el Rey podía estar de viaje, a partir de ahora esa agenda estará vacía pero se especificará en qué ocupa el tiempo don Juan Carlos. El Monarca considera que tiene derecho a mantener su vida privada lejos de la curiosidad general, pero a la vez admite que como Jefe del Estado debe cumplir con unas obligaciones que pasan por dar explicaciones de dónde está aunque para ello no sea necesario decir con quién.
Por eso, don Juan Carlos mantendrá a partir de ahora una mayor discrección con respecto a las amistades personales que le acompañan en sus actividades particulares y desplazamientos. No obstante, añaden fuentes oficiales, el Rey no renunciará a esas amistades, que incluyen la estrecha relación que desde hace años mantiene con la princesa alemana Corina Zu Sayn-Wittgenstein, empresaria y organizadora de safaris, que también acompañaba al Monarca en la cacería de Botsuana.
En los últimos cuatro días se ha especulado con el resto de acompañantes del Rey en ese safari. El nombre del empresario Mohamed Eyad Kayali ha sido confirmado como la persona que pagó la lujosa cacería, el avión privado en el que se desplazó don Juan Carlos y el selecto campamento en el que se hospedó.
Mohamed Eyad Kayali, residente desde hace años en España, tiene propiedades en Madrid y Marbella, y suele actuar como representante de la casa real de Arabia Saudí en España, cuyos negocios defiende e impulsa.
La transparencia en los destinos de los viajes de descanso del Rey también se extenderá al resto de los miembros de la familia. De tal manera que los príncipes de Asturias, habituados a blindar sus vacaciones a cal y canto, deberán de informar dónde se encuentran, siempre también respetando su privacidad. La Casa Real británica, por ejemplo, da cuenta de todos los desplazamientos de los miembros de la familia real. En esas ocasiones incluso la reina y los príncipes hacen un posado para los periodistas para a continuación sumergirse sin cámaras en sus vacaciones.
La Casa del Rey también quiere aprovechar la crisis provocada por el viaje a Botsuana para dotar de mayor transparencia a la institución. Cuando Rafael Spottorno se hizo cargo el pasado verano de la Casa del Rey, ya comenzó con esta tarea. Tres meses después de su llegada por primera vez la institución rendía cuentas, publicando las cifras globales de su presupuesto —8,4 millones de euros— en su página web.
Estos gestos de transparencia e información irán creciendo poco a poco. A partir de ahora todo será objeto de revisión en la Casa del Rey, también las agendas oficiales.
Si se comparan los actos de los Reyes y de los Príncipes de un año a otro, hay pocas variaciones. Los asesores de La Zarzuela creen que las apariciones de la familia real deben ser más diversas y responder a las necesidades que en cada momento demande la sociedad. En este sentido se trabajará de manera especial en los próximos meses, en cuestiones relacionadas con los sectores más afectados por la crisis económica, donde el Rey seguirá actuando como mediador de voluntades.
En estos días convulsos, en la Casa del Rey en ningún momento se ha abordado la posibilidad de que se produzca una abdicación. Por si había alguna duda, don Juan Carlos dijo ayer, tras pedir disculpas, que está deseando ponerse a trabajar. De hecho, mañana despachará con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
La agenda de trabajo de don Juan Carlos estará, eso sí, de momento condicionada a su recuperación. El Monarca está convaleciente y lo estará durante al menos 40 días más. En esta primera fase solo realizará tareas de despacho, más adelante podrá presidir audiencias. En los actos oficiales programados será reemplazado por don Felipe, que de nuevo será un rey en prácticas. A él le corresponderá en el futuro dirigir la Monarquía del siglo XXI, esa que la Casa del Rey quiere comenzar a diseñar a partir de esos cuatro días de crisis que han hecho tambalear la Corona.
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