16 de junio de 2009
El Sastre de ETA
ABC.es
Opinión
Miércoles 10, junio 2009 - Últ. actualización 4:10h
El Sastre de ETA
CARLOS HERRERA
Viernes, 22-05-09
ME cuesta olvidarme. Corría el año 83. Tal vez el 84. Lo he buscado en el archivo digital de «El País» pero no consta. En mi memoria, sí, que por lo visto es mejor. Alfonso Sastre, matón por aquél entonces -en el sentido más literal de la palabra- del «abertzalismo» vasco, dedicó una tribuna del «diario independiente de la mañana» a Luis del Olmo, que ya por entonces se distinguía por ser el periodista de radio que de forma más inequívoca se enfrentaba al terrorismo de ETA y a toda la chusma que adornaba aquel movimiento que mataba cerca de ciento cincuenta personas al año. No era el único, evidentemente, pero sí el que disponía de un altavoz más potente. El artículo era una suerte de simpleza argumental muy en la línea de la obra de un sujeto como Sastre: censuraba a Del Olmo y le sometía a la crítica argumental habitual que utilizaba el entorno etarra para con aquéllos que no se sometían al silencio cobardón tan de la época. Antonio Rúa, que no me dejará mentir, se plantó ante Luis y le conminó a que no contestara ni una sola palabra. Le dio al leonés un argumento definitivo: «Ya sabes lo que quiere decir que este tío te dedique un artículo, que estás en las listas». Lo que le advertía su número dos se hizo realidad unos años más tarde: quisieron matar a Luis unas siete veces.
Hoy, el mismo canalla que escribió aquel panfleto encabeza una candidatura en la que se agazapa, una vez más, la ETA. La misma ETA que mató a doce personas en el atentado de la cafetería de la calle del Correo de Madrid y cuyos pormenores se urdieron en la vivienda que este individuo compartía con su mujer, Genoveva Forest, ya fallecida y colaboradora de la banda. La misma ETA que asesinó al presidente del Gobierno, Carrero Blanco, tras una osadísima operación que nació tras una reunión en el mismo domicilio y de la que fue autora intelectual la susodicha escritora, esa que cuando falleció mereció los honores de una subespecie de intelectuales y agitadores que, en buena medida, están reflejados en la lista al Parlamento Europeo a la que el Tribunal Supremo ha bloqueado el paso. Momentáneamente. El Constitucional tiene, al parecer, la última palabra. Esperemos que haga su trabajo. Ángeles Maestro, una pájara de la peor especie que en su tiempo pastó en los predios de Izquierda Unida y que se ha caracterizado por visualizar los peores tics de la extrema izquierda, forma parte de la candidatura y evidencia la intencionalidad del paquete cuando se niega a condenar a ETA con la peregrina excusa de que «no viene a cuento». Sastre, el cabeza de lista, entró en coqueteos con el mundo adjunto de ETA y de Batasuna tantos años atrás como se tiene constancia de su militancia política. A nadie va a engañar ahora. Es un dramaturgo mediocre y un muy eficaz banderín de enganche para un mundo en el que cada día proliferan más las caricaturas. Algo parecido le ocurrió al tonto de Bergamín -salvando las distancias- cuando descubrió desde Madrid que existía un mundo ficticio en el que reivindicar escenarios ficticios llenos de sangre y odio. Sangre y odios nada ficticios, por cierto. Que a estas alturas sujetos como los mentados, con la conciencia llena de sangre inocente, quieran establecer una plataforma supuestamente libertaria, luchadora por principios primitivamente nobles, resulta del todo punto intragable. La sociedad tiene derecho a defenderse, mediante la Justicia y la Ley, de pretensiones abyectas. Tras esa plataforma se esconden los de siempre, los que han aplaudido el pasado de Sastre y su familia, los que justifican la violencia, los que creen que la muerte de los clientes de la cafetería Rolando resultó «inevitable». Bloquear su paso no es limitar ninguna libertad: es sencillamente combatir decentemente por ella.
Opinión
Miércoles 10, junio 2009 - Últ. actualización 4:10h
El Sastre de ETA
CARLOS HERRERA
Viernes, 22-05-09
ME cuesta olvidarme. Corría el año 83. Tal vez el 84. Lo he buscado en el archivo digital de «El País» pero no consta. En mi memoria, sí, que por lo visto es mejor. Alfonso Sastre, matón por aquél entonces -en el sentido más literal de la palabra- del «abertzalismo» vasco, dedicó una tribuna del «diario independiente de la mañana» a Luis del Olmo, que ya por entonces se distinguía por ser el periodista de radio que de forma más inequívoca se enfrentaba al terrorismo de ETA y a toda la chusma que adornaba aquel movimiento que mataba cerca de ciento cincuenta personas al año. No era el único, evidentemente, pero sí el que disponía de un altavoz más potente. El artículo era una suerte de simpleza argumental muy en la línea de la obra de un sujeto como Sastre: censuraba a Del Olmo y le sometía a la crítica argumental habitual que utilizaba el entorno etarra para con aquéllos que no se sometían al silencio cobardón tan de la época. Antonio Rúa, que no me dejará mentir, se plantó ante Luis y le conminó a que no contestara ni una sola palabra. Le dio al leonés un argumento definitivo: «Ya sabes lo que quiere decir que este tío te dedique un artículo, que estás en las listas». Lo que le advertía su número dos se hizo realidad unos años más tarde: quisieron matar a Luis unas siete veces.
Hoy, el mismo canalla que escribió aquel panfleto encabeza una candidatura en la que se agazapa, una vez más, la ETA. La misma ETA que mató a doce personas en el atentado de la cafetería de la calle del Correo de Madrid y cuyos pormenores se urdieron en la vivienda que este individuo compartía con su mujer, Genoveva Forest, ya fallecida y colaboradora de la banda. La misma ETA que asesinó al presidente del Gobierno, Carrero Blanco, tras una osadísima operación que nació tras una reunión en el mismo domicilio y de la que fue autora intelectual la susodicha escritora, esa que cuando falleció mereció los honores de una subespecie de intelectuales y agitadores que, en buena medida, están reflejados en la lista al Parlamento Europeo a la que el Tribunal Supremo ha bloqueado el paso. Momentáneamente. El Constitucional tiene, al parecer, la última palabra. Esperemos que haga su trabajo. Ángeles Maestro, una pájara de la peor especie que en su tiempo pastó en los predios de Izquierda Unida y que se ha caracterizado por visualizar los peores tics de la extrema izquierda, forma parte de la candidatura y evidencia la intencionalidad del paquete cuando se niega a condenar a ETA con la peregrina excusa de que «no viene a cuento». Sastre, el cabeza de lista, entró en coqueteos con el mundo adjunto de ETA y de Batasuna tantos años atrás como se tiene constancia de su militancia política. A nadie va a engañar ahora. Es un dramaturgo mediocre y un muy eficaz banderín de enganche para un mundo en el que cada día proliferan más las caricaturas. Algo parecido le ocurrió al tonto de Bergamín -salvando las distancias- cuando descubrió desde Madrid que existía un mundo ficticio en el que reivindicar escenarios ficticios llenos de sangre y odio. Sangre y odios nada ficticios, por cierto. Que a estas alturas sujetos como los mentados, con la conciencia llena de sangre inocente, quieran establecer una plataforma supuestamente libertaria, luchadora por principios primitivamente nobles, resulta del todo punto intragable. La sociedad tiene derecho a defenderse, mediante la Justicia y la Ley, de pretensiones abyectas. Tras esa plataforma se esconden los de siempre, los que han aplaudido el pasado de Sastre y su familia, los que justifican la violencia, los que creen que la muerte de los clientes de la cafetería Rolando resultó «inevitable». Bloquear su paso no es limitar ninguna libertad: es sencillamente combatir decentemente por ella.