3 de mayo de 2018

Veinte terroristas cuidarán en secreto del 'legado de ETA'

Veinte terroristas cuidarán en secreto del 'legado de ETA'

TERRORISMO

La Policía arresta en Francia a David Pla en septiembre de 2015. Gaizka IrozAFP
David Pla, el último jefe de ETA reconocible por sus propias bases, hoy en prisión, encabezará el órgano encargado de administrar la realidad de la banda después de que ésta escenifique su disolución mañana. El citado órgano ha sido denominado por la organización terrorista Comisión Técnica Provisional para Gestionar las Consecuencias de la Iniciativa Armada de ETA, estará formado por 20 etarras y es clandestino. Pla y el resto de los miembros de la banda que han sido elegidos para constituirla no tenían la intención de que trascendiese públicamente su existencia y, por lo tanto, no pensaban referirse a ella en el acto con el que pretenden rubricar el fin de sus siglas para que no comprometiese el trato a sus presos.
La veintena de terroristas que forman parte de la Comisión proceden de la dirección de ETA -todos ellos en prisión- y una exigua representación de los que permanecen en la clandestinidad. Así han trascendido, además del nombre de Pla, el de Iratxe Sorzabal y el de David Urdin. Las Fuerzas de Seguridad consideran que este último es quien intenta organizar lo poco que queda de la organización en la clandestinidad.
Sin más currículo terrorista que la participación en la violencia callejera y la elaboración de artefactos explosivos destinados a este tipo de actividad delictiva, Urdin se estaría encargando de limpiar las armas que ETA no pudo entregar el pasado año para que no puedan ser vinculadas a ningún asesinato ni ayuden a esclarecer atentados pendientes; y también sería el responsable de proporcionar documentos falsos a los escasos miembros de la banda que no han ingresado todavía en prisión.
Según las fuentes consultadas, ETA no ha puesto fecha tope para el vencimiento de la Comisión y le ha dado dos misiones fundamentales: la gestión y entrega del contenido de los zulos cuya ubicación se ha perdido con los años pero cuyo contenido pudiera aparecer en un futuro; y «cuidar del legado de ETA», que es la expresión utilizada por los terroristas. Según un experto, «salvaguardar el buen nombre de ETA», que no pueda ser denostado tampoco por quienes, entre los suyos, puedan tener tentaciones, y que garantice que el relato de la historia favorezca los intereses de la banda. Y uno de los elementos por los que va a apostar será por la creación de una Comisión de la Verdad en el País Vascodecantada hacia los terroristas.
«ETA ya no dispone de un aparato militar, ni logístico, ni político y, por lo tanto, la Comisión Técnica Provisional no se va a dedicar ni a gestionarlo ni a crearlo. Ahora, la batalla que quiere ganar es la del relato, con el fin, además, de obtener un beneficio político y social en el País Vasco. Ahora hablan de que hay que 'pasar de un ciclo a otro'; 'ha habido un ciclo de lucha armada y ahora se dan otras condiciones y abrimos otro ciclo para luchar dentro de la legalidad y explotando las vías políticas'». Ese es su actual argumentario, su nueva arma para esquivar la derrota.
La Comisión tampoco se encargará del destino de los presos o de los etarras deportados a otros países. Estas dos funciones ya hace tiempo que se las atribuyó EH Bildu, el partido cuyo liderazgo recae en Arnaldo Otegi, que está intentando convencer a los suyos de que, por el mero anuncio de desaparición de ETA, cabe la posibilidad de suavizar su situación. Según su tesis, con la desaparición de las siglas de la banda, los presos y huidos o deportados ya no pueden ser considerados miembros de ETA sino que pasan a ser militantes independentistas y esa transformación afectaría indefectiblemente a la consideración penal que tienen.
Probablemente por ello, la actual dirección de la banda tiene especial empeño en mantener oculta la existencia de la Comisión Técnica Provisional para Gestionar las Consecuencias de la Acción Armada de ETA. Su presencia -y su argumentario- podría comprometer la afirmación básica de que ETA no existe y lastrar un eventual trato distinto de los presos o de futuros detenidos de la banda por parte del Estado.

Debate en la banda

La creación de esta Comisión es una de las consecuencias del proceso de debate habido en la banda para abordar su cierre. Los expertos antiterroristas consideran que hay varios elementos que han hecho que este proceso de debate carezca de precedentes y sea «particular» y «singular». Obviamente era la primera vez que acabar era la única opción.
Tras la operación de la Guardia Civil en Bidart, en 1992, en la que cayó por primera vez la cúpula entera de la organización -Pakito, Txelis y Fiti, un triunvirato con el nombre clave de Artapalo-, algunos plantearon dejar de atentar. También se alzaron tímidamente voces en ese sentido en 2002. En esas épocas, la capacidad de influencia de los presos era escasa. Porque la norma es que el dirigente que era detenido, fuera quien fuera, perdía sus galones. Y, en todo caso, los críticos no lograron nada.
«Esta ha sido la primera vez que el 99,9% de los participantes en el debate sobre el destino de la organización estaba en prisión», resalta una de las fuentes consultadas. Aunque, puestos a calcular bien los porcentajes, en un pasado nada lejano, en 2010, en los asuntos de ETA también opinaba su brazo político, ahora integrado en Bildu. Según las mismas fuentes, sólo una decena de presos se mostró favorable a seguir atentando, número despreciable con un sistema de votación en el que el sector que gana se impone a la totalidad.
El paso del tiempo no ha hecho más que ponerles frente a su triste realidad. Cuando en 2011 ETA anunció el «cese definitivo», los presos pensaban que su salida escalonada era inminente. Y la dirección de ETA esperaba en Oslo a los representantes del Estado para negociar de igual a igual. «Quienes en 2011 expresaron sus reticencias a dejarlo, ahora se rindieron», dice un experto de las Fuerzas de Seguridad. «Y como no quieren acabar con un comunicado y ya está, han creado la Comisión».
En Oslo fue Pla quien se quedó esperando hasta que le echaron; ahora es Pla quien preside la administración del final. Probablemente porque, de los pesos pesados que permanecen en prisión con él, con más galones que él, con más atentados, con mucho mayor peso organizativo, ninguno quiere ser el que pase a la historia como el etarra que apagó la luz y echó el cierre de ETA militar.

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