10 de mayo de 2018
PERISCOPIO - NACHO ALDAY - IGUALDAD
NACHO ALDAY - IGUALDAD
Continuamente se oye repetir que la justicia requiere que todos tengan las mismas oportunidades en el punto de partida de la vida. Por lo tanto, la educación y los programas de estudios en las universidades deben ser iguales para todos. Quien tenga más valor, sobresaldrá. El mérito encontrará su estímulo y su recompensa. Y la justicia, ¡por fin!, imperará sobre la faz de la tierra.
Ya en la Revolución francesa, Danton decía que los niños pertenecen a la república antes que a sus padres y Robespierre concluía que la patria tiene el derecho de educar a sus hijos pues no puede confiar esta misión al orgullo de las familias.
Hay un hecho natural, misterioso y sagrado, que está íntimamente relacionado con la familia. Es la herencia biológica. Es evidente que algunas familias son más dotadas desde este punto de vista que otras, y que a menudo depende de factores ajenos al tratamiento médico o a una educación saludable. La herencia biológica tiene importantes reflejos en el orden psicológico. Hay familias en las que, a través de muchas generaciones, se transmite el sentido artístico, o el don de la palabra, o el tino médico, o la idoneidad para los negocios y así sucesivamente. La naturaleza misma y, por tanto, Dios, que es el autor de la naturaleza, a través de la familia, quiebra el principio de la igualdad del punto de partida.
Además, la familia no es meramente transmisora de un patrimonio biológico y psicológico. Es una institución educativa y, en el orden natural de las cosas, la primera institución educativa y de capacitación. Así, quien es educado por padres altamente dotados de talento, de cultura, de educación o, de lo que es capital, de moralidad, siempre tendrá un punto de partida mejor. Y el único modo de evitar esto es eliminar la familia, educando a todos los niños en escuelas igualitarias estatales, según el régimen comunista. Por lo tanto, existe una desigualdad hereditaria más importante que el patrimonio y que es una consecuencia directa y necesaria de la existencia de la familia.
Y en cuanto a la herencia del patrimonio, después de una vida de trabajo, el hombre expira, alegre por dejar a su hijo en condiciones propicias. Imaginemos que en ese momento viene el Estado y, en nombre de la ley, confisca la herencia, para imponer el principio de la igualdad...
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