15 de mayo de 2018
La heroica historia detrás de por qué a los madrileños se les llama gatos
La heroica historia detrás de por qué a los madrileños se les llama
gatos
Un solo hombre, una daga y la leyenda
pendiente de él. Lo recordamos hoy, San Isidro, festividad del patrón de la
capital
El
número de gatos registrados en Madrid ha aumentado un 45 % desde 2014. El de
perros solo un 6 % en ese mismo periodo. Actualmente hay 73.430 felinos
conviviendo con madrileños como el de la imagen. Es una de las ciudades de
España donde más gatos viven. Sin embargo, esta pasión de los madrileños por
los felinos no es la razón para que se les llame gatos. ELISA SÁNCHEZ
Madrid EL
PAIS - 15
MAY 2018 - 07:21 BRT
No andan a cuatro patas, no hacen sus necesidades
dentro de un arenero, no llenan de pelo cualquier prenda negra y no arañan
aquello que más aprecian sus dueños; sin embargo, a los madrileños de pura
cepa, los que lo son de tercera generación en adelante, se les llama gatos. En la proeza
perpetrada por un solo hombre y su daga se encuentra el porqué de este
bautismo.
El catedrático de la Universidad Complutense de
Madrid Luis Enrique Otero cuenta a ICON que este apodo felino se remonta al
periodo de la reconquista de Toledo, allá por 1085, cuando Madrid se
encontraba bajo dominio árabe. La ciudad, entonces llamada Mayrit, estaba
rodeada por una gran muralla construida por orden de Muhammad I en 852. Las tropas del rey Alfonso VI se
disponían a asediarla al amanecer para tomar ventaja sobre el enemigo árabe.
"Al llegar a la puerta de la Vega, uno de los tres accesos que tenía la
muralla, un soldado se separó del pelotón y empezó a escalar el muro con gran
agilidad ayudado únicamente por una daga que iba clavando en la piedra. Lo hizo
tan intrépidamente y tan rápido que dicen que desde abajo parecía un gato. Una
vez arriba permitió el acceso de las tropas cristianas y cambió la bandera mora
por la enseña cristiana", explica Otero.
"Al llegar a la puerta de la Vega, uno de los
tres accesos que tenía la muralla, un soldado se separó del pelotón y empezó a
escalar el muro con gran agilidad ayudado únicamente por una daga", nos
explica Luis E. Otero, catedrático de la Universidad Complutense
Las crónicas señalan cómo a partir de ese momento
el valeroso soldado se convirtió en un héroe nacional que desde entonces fue
conocido como Gato. En memoria de su hazaña, el soldado decidió cambiar el nombre
familiar y hacer de su apodo su apellido oficial, de forma que sus
descendientes se apellidaron Gato. "El apelativo 'gato' se usó primero
para referirse únicamente a los personajes valientes y habilidosos, pero con el
paso del tiempo su uso se extendió para nombrar a cualquier madrileño de
tercera generación", señala el catedrático.
"Su hijo y su nieto también fueron soldados
relevantes, de ahí que se considere 'gatos' solamente a aquellos que sean
descendientes de dos generaciones más de madrileños: los cuatro abuelos y los
dos padres deben ser originarios de Madrid", afirma Elena Pollán, guía
turística y creadora de la web Te cuento Madrid.
Pero, ¿es esta la única y verdadera historia tras
el apodo que bautiza a los madrileños cuyos padres y abuelos también nacieron
en la capital? "Hay muy poca documentación de ese periodo de la historia.
Los hechos acontecieron durante la Edad Media y tienen cierta neblina de
leyenda. Los orígenes del apodo son imprecisos. Las crónicas de la época
hablaban de la hazaña del soldado y es muy probable que fuera cierta, aunque
seguramente la adornaran bastante. Lo que sí es irrevocable es que hubo
una familia en Madrid, en teoría la del ágil soldado, que cambió su apellido a
Gato y su escudo familiar incluía una daga y un muro", apunta Otero.
Existe otra teoría que apunta a que el término
hacía referencia a aquellos que escalaban con la agilidad de un felino las
puertas de acceso a la ciudad para evitar pagar los peajes que había durante la
época cristiana. "Lo cierto es que esta teoría no es contradictoria con la
historia del soldado que subió a lo alto de la muralla para dejar pasar a las
tropas", concluye Otero.
¿Una tercera hipótesis? Existe, pero es la menos
posible. La que alude a la querencia de los madrileños a salir y hacer vida
nocturna, afición que también caracteriza a los gatos.
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