El Papa proclama santo al jesuita español José de Anchieta
VERÓNICA GOYZUETA / SAO PAULO
ABC - Día 03/04/2014 - 17.27h
El conocido como «el apóstol de Brasil» fue canonizado por su trabajo misionero con los indios
Canonizado este jueves, en Roma, por el Papa Francisco, el padre José de Anchieta, el tercer santo brasileño, es en verdad un español. Nacido en San Cristóbal de la Laguna, en las islas Canarias, el jesuita y misionero José de Anchieta, no tiene en su biografía ningún milagro de fe, pero, sin imaginarlo, fue fundador en 1554 de la mayor y más pujante ciudad sudamericana, São Paulo, donde hoy viven casi 12 millones de habitantes.
Anchieta fue un evangelizador de indios y profesor del primer colegio de Brasil, que aún existe en São Paulo, e donde se inició este jueves una procesión hasta la Catedral, como parte de los homenajes que le rinden en Brasil.
El primer santo de 2014 y el segundo jesuita canonizado por
Francisco, entró en la Compañía de Jesús en 1551, a los 17 años, y desembarcó en las playas de Bahía, dos años más tarde. Anchieta fue canonizado por su labor misionera y no por los dos milagros que normalmente son necesarios en el proceso del Vaticano.
“(Él) representa un miembro de la iglesia que tuvo una vida santa, fe profunda, amor al prójimo. Es una persona que representa una señal de esperanza para los otros”, declaró el cardenal arzobispo de São Paulo, Don Odilo Scherer. Anchieta es el tercer santo de Brasil, uno de los países con más católicos en el mundo, pero con muy pocos canonizados. En 2002, el Vaticano canonizó a la Madre Paulina, y en 2007, a Fraile Galvão.
El proceso de beatificación del jesuita fue iniciado por el Papa Inocencio X, en 1624. Pero los procesos de jesuitas fueron interrumpidos un siglo más tarde, en 1759, cuando el Marqués de Pombal inició la expulsión de ese grupo religioso de Brasil. La causa de Anchieta fue retomada en 1875 y João Paulo II lo beatificó en 1980.
Huyó de la Inquisición
Hijo de un vasco y de una descendiente de cristianos nuevos, Anchieta dejó las Canarias hacia Portugal, huyendo de la Inquisición contra los judíos. Murió en 1597, en el estado de Espírito Santo, donde está sepultado.
El joven jesuita aprendió rápidamente las lenguas indígenas, como el tupi, para catequizar a los indios en lugares remotos de Brasil. Entre sus obras está el libro “Arte de grammatica da lingoa mais usada na costa do Brasil”, que escribió para ayudar a otros religioso a entender la lengua indígena para usarla en la catequización.
Durante un conflicto indígena apoyado por franceses de un lado, y portugueses del otro, Anchieta se ofreció como rehén, mientras se negociaba la paz. Mientras estuvo preso, el jesuita escribió en la arena de la playa el “Poema a la Virgen”, con casi cinco mil versos, una imagen que fue inmortalizada en un cuadro del artista Benedito Calixto, que puede ser vista en el Museo Anchieta, en São Paulo.
En São Paulo, la ciudad que fundó, Anchieta es una referencia importante en nombre de plazas, calles, museo, centros culturales y comerciales y en una de las carreteras más importantes del estado, la que conecta São Paulo al puerto de Santos, uno de los más importantes del continente. Como santo, su fama debe extenderse a otros cantos del país.
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