26 de septiembre de 2013
El deterioro democrático pone en alerta a la UE
Francia amenaza con expulsar a los gitanos que viven en su territorio. Los neonazis asesinan en Grecia. Croacia maniobra para salvar a un criminal de la extradición y en España la corrupción recorre todas las instituciones. Europa vive episodios cada vez más inquietantes de los que emerge una interpretación común: la democracia dista mucho de estar garantizada. Es la rotunda conclusión del primer análisis serio que se realiza en la Unión Europea sobre la calidad del sistema democrático. El informe, al que ha tenido acceso este diario y que se presentará este jueves en Londres, revela importantes retrocesos en lucha contra la corrupción, respeto a las minorías y derechos humanos. Unos valores que están en la esencia misma del proyecto comunitario.
Esos deslices en la aplicación de la democracia se asociaban, hasta hace muy poco, a los recién llegados al proyecto comunitario, los 12 países incorporados a partir de 2004 (más Croacia, que se ha sumado este año). Pero el trabajo de Demos, una reputada casa de análisis británica que ha investigado por encargo del grupo socialdemócrata en el Parlamento Europeo, recoge numerosos indicios de que la marea ha llegado a las viejas democracias. El aumento de las agresiones a inmigrantes, así como el mayor rechazo que declaran ahora los ciudadanos a tener como vecinos a los musulmanes se citan en el documento como señales preocupantes que llegan desde Alemania, equiparables a las que emite la radicalización del partido euroescéptico UKIP en Reino Unido.
Los problemas afectan también a otros dos grandes fundadores del proyecto comunitario. El trabajo recoge las "controvertidas políticas respecto a la libertad religiosa" en Francia, así como los episodios de "corrupción, crimen organizado y control de los medios de comunicación" en Italia. "La democracia tiene que evaluarse constantemente. Incluso países democráticos muy fuertes afrontan grandes retos. Los datos de este informe muestran que la democracia no puede darse por sentada; puede decirse que está amenazada", alerta Jonathan Birdwell, uno de los responsables del proyecto, titulado precisamente La democracia en Europa ya no puede darse por sentada.
Uno de los hallazgos más sorprendentes consiste en desmontar la asociación directa entre crisis económica y deterioro de la democracia. Porque los indicadores, que abarcan básicamente el periodo 2000-2008 aunque algunos llegan hasta 2012, ya comenzaron a retroceder antes de 2008, cuando Europa aún vivía instalada en la bonanza. Una situación que se agrava con la entrada en recesión. Este experto vincula la involución a la falta de respuestas políticas frente al fenómeno de la globalización, que ha revolucionado las sociedades europeas. Y advierte de que los datos más recientes, relativos a 2013, pueden arrojar peores resultados.
El estudio de Demos refrenda anteriores señales de alerta lanzadas por el Parlamento Europeo y la Comisión. El informe combina por primera vez 22 indicadores muy diversos, agrupados en cinco campos relativos a la democracia: procesos democráticos (incluida la corrupción, que drena cada año un 1% del PIB europeo, según datos que Demos atribuye a la Comisión Europea), derechos fundamentales, respeto a las minorías, ciudadanía activa y capital social y político. Los datos, de diversas fuentes oficiales u organizaciones sociales, reflejan que la mayoría de valores que se fueron consolidando a lo largo de los noventa han comenzado a retroceder. "Ya no estamos hablando solo de la crisis del euro y su gestión. Es un proceso que afecta a los fundamentos del modelo social europeo. Se está asentando una imagen de la política subordinada a grandes poderes fácticos", reflexiona Juan Fernando López Aguilar, eurodiputado socialdemócrata español que preside la Comisión de Libertades del Parlamento Europeo.
Pese a que los peligros recorren todo el espacio comunitario, el estudio identifica en Grecia y Hungría los mayores deterioros de los pilares democráticos. La irrupción del partido neonazi Aurora Dorada en el Parlamento y el auge de la derecha autoritaria en Hungría aparecen como riesgos inmediatos. López Aguilar lanza una autocrítica hacia los partidos mayoritarios: "La extrema derecha se moviliza; es hiperactiva, beligerante y está extremadamente comprometida con sus votantes. Los partidos mayoritarios, lamentablemente, tienen un perfil más bajo: como si la defensa de la democracia fuese una batalla que ya no hay que dar".
Más allá de exponer la gravedad del problema, el documento aporta posibles soluciones, que se resumen en un papel más activo de la Comisión Europea para vigilar la democracia dentro de sus fronteras. "Aún hay pocos mecanismos a disposición de la UE para asegurar que los Estados miembros no retrocedan y se vuelvan menos democráticos una vez han ingresado", expone. Ese es precisamente el principal reto. Porque los países recelan de que Bruselas examine si están respetando el Estado de derecho. "Para evitar ese riesgo de politización proponemos que sea una agencia independiente la que evalúe de forma objetiva y rigurosa el cumplimiento de los valores democráticos", sugiere el autor del trabajo.
España sale relativamente mal parada en el marcador europeo de la democracia, salvo en la tolerancia hacia las minorías. El peor resultado lo obtiene en el registro de estabilidad política y ausencia de violencia, donde solo es superada por Rumanía y Grecia, aunque el estudio lo vincula al terrorismo de ETA. En derechos fundamentales, España arroja, junto con Hungría, la mayor caída en la clasificación europea en el periodo 1999-2011. En general los países nórdicos encabezan la clasificación democrática y los de las últimas ampliaciones figuran a la cola.
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