21 de septiembre de 2013
El Príncipe seguirá asumiendo más actos pero no sustituirá al Monarca
LA SALUD DE DON JUAN CARLOS
Es, con la Reina, el mejor valorado de la familia real en las encuestas y ahora disfruta, además, de la popularidad extra que le dio su intervención en la presentación de la candidatura de Madrid a los juegos de 2020. La buena acogida de su discurso, que preparó a conciencia con especialistas en comunicación para transmitir emoción —no quería, esta vez, leer de un papel, como acostumbra— es una de las pocas cosas que le han salido bien últimamente a la Casa del Rey.
Desde el año pasado, el Príncipe, de 45 años, asume cada vez más actos de la agenda de La Zarzuela, también los de naturaleza militar, a los que antes siempre acudía el Monarca, y con su asistencia a todas las tomas de posesión de líderes latinoamericanos se busca mantener la excelente relación que históricamente ha tenido su padre con los mandatarios iberoamericanos. Los problemas de salud del Rey, que afronta en los próximos días su quinta operación en apenas año y medio, han disparado las especulaciones sobre una abdicación e incluso algunos políticos, como el líder del PSC, Pere Navarro, se han atrevido ultimamente a opinar que sería lo mejor. Pero el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, quiso dejarlo el viernes claro: “El único jefe del Estado es el Rey y sus funciones no son delegables. Ni en el Príncipe”.
Don Felipe puede representar al Monarca, de 75 años, pero no sustituirle. Por eso, explicó Spottorno, si finalmente, como es probable, don Juan Carlos no puede asistir a la cumbre iberoamericana de Panamá, los próximos 18 y 19 de octubre, don Felipe no asistiría en su lugar: “Es una cumbre para jefes de Estado y de Gobierno”, destacó Spottorno. La cumbre iberoamericana es una de las citas del año más importantes de don Juan Carlos y, si la inminente operación de cadera se lo impide, será la primera vez que no acuda a ella. Precisamente en la del año pasado, en Cádiz, el propio don Juan Carlos anunció que iba a “pasar por el taller”, para ser operado de la cadera izquierda, que tenía “muy maltrecha”, dijo, por la artrosis. Una infección en el tejido que rodea la prótesis que le colocaron entonces (noviembre de 2012) es la que le devuelve ahora al quirófano.
Hace nueve meses, en una entrevista en TVE, don Juan Carlos quiso dejar claro que la abdicación no pasaba por su cabeza: “Me encuentro en buena forma y con ilusión para seguir”, declaró. Pero en esa misma entrevista, el Rey quiso decir también que el relevo estaba bien asegurado: “De los Príncipes de Asturias de la historia de España yo creo que es [don Felipe] el mejor preparado que ha habido. Podemos tener confianza, seguridad, y sobre todo, sabemos que tenemos ahí a alguien preparado”.
En los últimos dos años, la Casa del Rey ha trazado una estrategia para centrarse en lo que llama “el núcleo duro”, es decir, el Rey y el Príncipe, reduciendo la presencia del resto de miembros de la familia real. Por ejemplo, por primera vez, el año pasado, la infanta Elena no ocupó el palco real en la celebración de la Fiesta Nacional del 12 de octubre —su hermana, la infanta Cristina, ahora en Suiza, está apartada de facto de la agenda oficial desde el estallido del caso Nóos—.
Durante el noviazgo de don Felipe con doña Letizia, el equipo de la Casa del Rey diseñó una estrategia para “consolidar la imagen del heredero”, según explicó a EL PAÍS un miembro de ese equipo. “Era un trabajo sencillo porque tiene una formación sensacional. Todo el mundo se queda impresionado por sus conocimientos. Hoy, su aceptación es superior a la del Rey”, dice un empleado de la Casa. Eran los tiempos en los que La Zarzuela podía marcar estrategias de comunicación. Ahora, la erosión del caso Nóos y las intermitentes entradas del Monarca “en el taller” dejan poco margen de maniobra para mantener la iniciativa.
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