CATALUÑA
Los falsos mitos que manipulan la Diada
SERGI DORIA / BARCELONA
ABC - Día 11/09/2013 - 11.44h
No fue una guerra de España contra Cataluña, sino un conflicto dinástico
Empecemos por el nombre de una Historia con demasiadas medias verdades: la derrota barcelonesa del 11 de septiembre de 1714 culmina un conflicto dinástico que abraza todo el continente europeo. No es una guerra de España contra Cataluña, sino una Guerra de Sucesión Española que enfrenta a las casas de Habsburgo y Borbón, a la muerte sin descendencia de Carlos II en 1700. Dos candidaturas Ancien Régime: centralista en Felipe de Anjou, al estilo de Luis XIV, «foral» en el archiduque Carlos de Austria. Una guerra de tres lustros brinda matices y alternativas. Apoyado por los ingleses, el archiduque entra victorioso en Barcelona en 1705; convoca Cortes y promete respetar el statu quo de la Generalitat lo que le granjea la simpatía de las clases dirigentes. Quienes releen la Historia con criterios del presente -craso error- identifican esta actitud con los modos democráticos… pero, como demuestra Jaume Vicens Vives en «Noticia de Cataluña», la buena imagen austracista se debió a la influencia de una aristocracia y prohombres resistentes a cualquier cambio de situación. Carlos de Austria «se impuso a los contrincantes con medidas de excepción: encarcelamientos, deportaciones, confiscación de bienes».
Con la batalla de Almansa de 1707, la guerra de Sucesión da un vuelco decisivo: las tropas borbónicas dominan Valencia y Aragón. Derrotados los austracistas en Villaviciosa, Francia e Inglaterra firman el Tratado de Utrecht en 1713. La historiografía nacionalista ha querido ver en la contienda una película de buenos austracistas y malos borbónicos: Cataluña frente a Castilla. La mitificación, o mistificación, de 1714 alcanza a sus protagonistas: Rafael de Casanova es el político empujado por la presión popular a tomar el pendón de Santa Eulalia. Herido, escapa del atolladero. Será amnistiado en 1719 y morirá de viejo en Sant Boi de Llobregat, año 1743. El otro defensor, Antonio de Villarroel, no habla catalán: pasó del bando borbónico al austracista y mantiene la resistencia hasta el último aliento… A diferencia de Casanova, en 1715 dio con sus huesos en la prisión de Alicante y murió preso en 1726 en el castillo de La Coruña.
El 11 de septiembre mítico comienza en 1888, con motivo de la Exposición Universal, el ayuntamiento inaugura la escultura de Rafael Casanova. La expresión facial recuerda el rictus doliente de un torero que Nobas esculpió en 1871. Tras el golpe del 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera prohíbe la festividad del 11 de septiembre bajo multa de mil pesetas. Con la Dictablanda de 1930 se tolera el homenaje. En 1939, la estatua es retirada a un depósito municipal. El alcalde Socias Humbert restituye en 1977 el monumento y proclama la Diada. Hoy Casanova es el icono del nacionalismo.
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