21 de septiembre de 2013
Solo la Iglesia de base en España aplaude el mensaje papal
Hasta los que no son católicos se interesaron ayer por la entrevista concedida por Francisco a varias revistas de la Compañía de Jesús. Pero a las largas declaraciones del Papa solo siguió el silencio de la jerarquía católica en España. Fue una posición tajante. No habrá opinión del presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Antonio María Rouco, ni de su portavoz, Juan Antonio Martínez Camino, zanjó la oficina de comunicación del organismo. Tampoco hablaron otros obispos a título particular. Solo uno, el prelado de Valencia, Carlos Osoro, el mejor colocado para sustituir a Rouco en Madrid, hizo unas manifestaciones sobre el mensaje papal. “Nos lleva al fondo del Evangelio, da claves fundamentales para trabajar”, dijo, asumiendo la idea del Papa sobre la obsesión de muchos prelados por temas como el aborto, el divorcio o la homosexualidad. Osoro está en buena posición para asumir el liderazgo episcopal cuando Roma acepte la renuncia de Rouco, que ya tiene 77 años.
El arzobispo de Valencia también se mostró de acuerdo con Bergoglio en que existen en la Iglesia “posturas machistas que hay que cambiar”, y asumió la necesidad de que la mujer tenga un papel más importante. “Como dice el Papa, no se trata de jerarquía; hay que ir al fondo, no podemos medir las cosas siempre por el poder”. La entrevista de Francisco le dejó “plenamente satisfecho”.
En la emisora episcopal, la COPE, las palabras del Papa se acogieron, sin embargo, con displicencia, con el argumento de que otros pontífices también han dado entrevistas y defendido a las mujeres. “Demasiado porteño”, dijo un comentarista.
Respecto a la postura oficial de la Iglesia romana en España apenas puede extraerse alguna pista gracias a la revista semanal Ecclesia,propiedad de la Conferencia Episcopal. Su director, Jesús de las Heras, ultimaba ayer el editorial sobre el tema. Dijo a EL PAIS: “Las declaraciones del Papa son un nuevo y elocuente testimonio de la calidad de su humanidad, de la hondura de su espiritualidad y de la sagacidad de su corazón de pastor. De ellas se deduce su gran libertad de espíritu, su radicalidad evangélica y su apuesta por una profunda renovación. Es consciente de que la sociedad se halla no en tiempos de cambios, sino en un cambio de época y que ello requiere una Iglesia más fresca, más cercana y más abierta, que busque caminos nuevos, sin que ello, en absoluto, signifique hacer borrón y cuenta nueva con el pasado, una Iglesia cuyo único Señor sea Jesucristo y no los poderes y las ideologías de este mundo”. “Francisco no va contra nadie, ni contra nada. No es hombre ni pastor de rupturas ni de disensos, sino de comunión y de inclusión. Reclama el primado de la misericordia. Quiere una Iglesia servidora, misionera y samaritana. Y pide un esfuerzo audaz para proponer el Evangelio en positivo, con un lenguaje de palabras, de obras y de gestos asequible y comprensible, avalado por la autenticidad de una vida según el Evangelio”, añadió.
En la otra Iglesia, la que se muestra tradicionalmente crítica con la jerarquía, algunos de los mensajes del Papa, como su intención de dar más autoridad a las mujeres, fueron acogidos, más que con entusiasmo, con cierto regocijo. “Habla desde el Evangelio”, decían. “Una encíclica en toda regla, pero en la primera página de los periódicos”. “Lástima que no sea más joven”. Se alegran porque el Papa se expresa con “las palabras del Evangelio”, pero también porque lo que dice es “una enmienda a la totalidad de la mayoría de los prelados”. Dice Juan Rubio, director de la revista Vida Nueva: “El Papa se va alejando de la guerrilla clerical, del pensamiento único. No ha gustado el tono de las declaraciones animando a la Iglesia a mirar a lo fundamental y dejarse de tanto ataque y tanta regañina. Es una entrevista inédita, por mucho que se empeñen esas voces que tantos años han estado secuestrando la pluralidad eclesial”.
Emilia Robles, coordinadora de Proconcil, cree que el Papa “señala vías inadecuadas en el pasado, que eran de una moral estrecha, desconectada de los rostros concretos, no inspiradas por la misericordia”. Añade: “Con calma y a la espera de reformas, esto me da confianza. Alejarse del clericalismo y ampliar consensos lleva sus tiempos y sus estrategias. Encontrar el lugar de las mujeres necesita pasos previos, con el concurso de las propias mujeres”. A la teóloga Maria Pau Trayner Vilanova le ha gustado “el tono en que habla de sus preferencias eclesiales. La respuesta sobre la homosexualidad es sabia. Y me ha hecho pensar que cuando profundice en la Teología Feminista comprenderá el trabajo serio de investigación que hace la mujer, religiosa o laica. No digo nada sobre el ministerio femenino porque hay que ir más lejos. La Iglesia seguidora de Jesús tiene que revisar toda la doctrina ministerial. Debe desclericalizarse. Los ministerios siempre jerarquizan. No son evangélicos”.
Más gozoso lo vive el padre Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz. “He oído hablar al Evangelio; la sociedad está ansiosa ante lo que va a ocurrir. Pronto habrá diaconisas y hasta una mujer cardenal. ¿Por qué no? Ya lo están pidiendo algunos obispos. No hay que ser sacerdote para ser cardenal”.
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