12 de diciembre de 2011

Ramón Tamames: «Muchos dirigentes del PSOE de ahora llevaron la camisa azul»

CULTURA

Ramón Tamames: «Muchos dirigentes del PSOE de ahora llevaron la camisa azul»

El catedrático, economista e historiador publica «Breve Historia de la Guerra Civil Española (Ediciones B), libro dos veces bueno dirigido a los jóvenes de la incivil tragedia de sangre y fuego

ABC - Día 12/12/2011
-¿A quién dirige su «Breve Historia de la Guerra Civil Española»?
-Es una obra accesible para que los jóvenes sin grandes conocimientos previos puedan entrar en la mayor tragedia de nuestra Historia. Y esa esperanza tengo, lo que pasa es que últimamente cada vez se lee menos.
-Se escuchan peregrinas voces que se atreven a pedir responsabilidades por lo que sucedió durante la contienda incivil de los españoles. ¿Las fronteras entre la justicia y la venganza son difusas?
-Mucho, y lo que tenemos que tratar de evitar es que el pasado pese sobre nosotros de manera tan brutal. Lo que venía a decir Joaquín Costa cuando pronunció aquella frase célebre de echar siete llaves al sepulcro del Cid. Es decir, no dejarnos ahogar por nuestras grandezas del pasado y tampoco por nuestras miserias. Porque la guerra tendrá su grandeza heróica en personas, en situaciones, en hechos de armas, como se decía antes, pero en conjunto es una verdadera tragedia. Y, además, la Ley de Amnistía cerró, en mi opinión, definitivamente, esa posibilidad de la venganza y de la justicia, dejando más bien todo el tema en manos de los historiadores.
-¿Quiénes claman por la memoria histórica desprecian el sufrimiento y las heridas de lo que ha sido la mayor tragedia española en los últimos 500 años?
-No sé si desprecio, lo que pasa es que generalmente son de una u otra bandería; es decir, o de la bandera republicana o de la bandera nacional. Y eso es lo malo, porque en ambos ámbitos se cometieron barbaridades de todo tipo. La represión fue mucho mayor en la España nacional, entre otras cosas porque la posguerra le pertenecía completamente. Pero yo creo que la República perdió su razón de ser cuando el 18 de julio del 36 permitió que la Justicia fuera sustituida por la animadversión, la venganza y los asesinatos en su zona. Los había en la otra, en la otra era unos rebeldes. El gran blasón de la República era la democracia que decía defender, y eso se vino abajo en los primeros días de la República cuando empezaron a operar toda clase de entidades, partidos y grupos de una manera que no se ajustaba al Estado de Derecho.
-¿Por qué permitió esos asesinatos la República?
-No pudo atajarlos porque no tenía poderes suficientes, pero lo cierto es que los mandatarios de la República, empezando por el presidente Azaña y continuando con sus primeros ministros o jefes de Gobierno y ministros, pues toleraron. Y, además, no hubo testimonios en contra de esas actitudes hasta ya muy avanzada la Guerra. Que luego en «La velada de Benicarló» o en el libro de Zugazagoitia haya referencias a lo que pasó es otra historia. Pero no hubo una proclamación de la ley y el orden democráticos en la República el primer día de la Guerra.
-En su libro aporta usted datos muy interesantes desde el prisma macroeconómico sobre la Guerra Civil. Detállelos.
-El primer capítulo trata sobre lo que fue la República, que era ya un proceso bélico en sí mismo, porque nadie estaba contento con la República: los monárquicos porque les habían secuestrado la Corona; los socialistas y comunistas tomaban a Azaña como el Kérenski y a Largo Caballerocomo el Lenin; los del medio porque eran pocos y tenían pocas capacidades de atraer a sus seguidores en pro de una república en paz, los terratenientes y la Iglesia se pusieron del lado de la no reforma, y los anarquistas y los comunistas y socialistas, pues a acabar con el sistema. O sea, que aquello fue una preparación de la guerra, y luego vino la guerra y las consecuencias en las que he procurado valorar lo que significó en retroceso económico, en división de los españoles y en pérdida de nuestra presencia en el exterior de manera muy acusada.
-¿Cómo pagó Franco los 400 millones de dólares que recibió de Alemania y los 260 de Italia?
-Los de Alemania los pagó con suministros en materias primas, minerales, y alimentos. Me contaban que desde Extremadura salían los junker con canales de cerdo, y todo un país con racionamiento tenía que exportar las cosas más elementales que nosotros no teníamos. Fue un suministro para Alemania muy importante. Y en el caso de Italia, Mussolini ensoberbecido con el imperio que estaba creando puso el crédito en liras nominales y naturalmente con la depreciación recuerdo que en el 58-60 Franco pagó los últimos plazos del crédito italiano por adelantado porque las liras estaban por el suelo.
-La República utilizó las reservas metálicas del Banco de España, 510 toneladas, que equivaldrían a una suma de 541 millones de dólares.
-En torno a la gestión del oro -lo digo también en el libro y con testimonios republicanos- pues hubo muchos comisionistas y precios altos del lado de la Unión Soviética... En cualquier caso, el rendimiento de los armamentos recibidos de Alemania e Italia fue mejor aprovechado, también con mayor pericia porque había más militares, que lo que se compró con el oro del Banco de España.
-¿En cada uno de los tres años de incivil guerra se dedicó el 40 por ciento del Producto Interior Bruto Español al esfuerzo bélico?
-Sí, eso es el promedio. En Estados Unidos fue la misma cifra de promedio, pero el esfuerzo en España fue más duro y con mayores consecuencias negativas para la población civil.
-Setenta y dos años después de finalizar aquella guerra fratricida, debemos recordar lo que fue como dislate la incivil contienda, «prolongada por casi cuatro décadas de hostilidad de azules contra rojos y también, pero menos, a la recíproca».
-Esa es una de las consecuencias más terribles, y luego el franquismo, que tuvo avances económicos significativos en términos de lo que se llama la protección heteronómica. Como no había sindicatos libres, a través de los sindicatos verticales y del Régimen pues se hicieron cosas que no había hecho la República, por ejemplo la Seguridad Social, las pensiones, las magistraturas de trabajo, la escala móvil, incluso los convenioos colectivos se autorizaron con Franco en el año 58. O sea, que hubo muchas aportaciones, pero también es verdad que en medio de una situación de salarios bajos, de represión, de falta de sindicatos verdaderamente libres, etc... Es decir, que no cabe enaltecer lo primero tanto como para olvidar lo segundo. Y luego yo diría que la división entre rojos y azules se mantuvo durante todos esos años hasta el 15J de 1977, que preludia la Amnistía, y lo que ha hecho Zapatero es intentar reabrir el proceso con su célebre Ley de la Memoria Histórica, que va contra el espíritu de la Transición.
-Ha reabierto heridas.
-Definitivamente sí las reabrió, pero afortunadamente ha sido un paréntesis de unos años y las aguas volverán a sus madres, y no seguiremos en este proceso de por pretender instaurar una justicia sobre la Guerra Civil volvamos a dividirnos y prepararnos para otro conflicto no similar, pero con algunas similitudes. El buen juicio acabará por preponderar.
-¿Cómo podemos evitar las disgregaciones de quienes siguen renegando de la idea de España y pretenden erigir contra ella dos o tres republiquitas bananeras peninsulares?
-Es un problema que comenzó con el compromiso de Caspe en el siglo XV, cuando los catalanes pensaron que la llegada de los Trastámara a Cataluña era un primer paso hacia el centralismo. Y en el País Vasco comenzó con el abrazo de Vergara de 1839 y cambia los fueros. El otro día, Jorge Trías, en una Tercera de ABC, ponía de relieve que a Cataluña le ha ido bien en ciertas fases de la Historia de España -como fue toda la Ilustración del XVIII- y al País Vasco no digamos. Catalanes y vascos lo que tienen que darse cuenta de una vez es que su negocio está en convivir con el resto de los españoles; tener su personalidad, y acabar con estas miserias históricas de que están intentando separarse desde 1840, con la Guerra de Cataluña. España es inquebrantable, no se va a romper nunca, y entonces tendría que haber una filosofía no de resignación, sino sencillamente de decir: «Nos puede ir bien todos juntos, pues vamos a intentarlo».
-España está vertebrada.
-Más que vertebrada. Los tiempos de Ortega y Gasset quedaron atrás. España está muy vertebrada por la estructura económica, los transportes, las comunicaciones, el mejor conocimiento del país de unos y otros, y el 95 por ciento de la gente, seguramente, busca una felicidad dentro de España; otros pues siguen en sus viejas aspiraciones, legítimas pero yo creo que equivocadas, de una separación.
-¿Y sobre el traslado o no de Franco del Valle de los Caídos?
-Ese es otro disparate. Treinta y seis años después, sacarle de su tumba es otro disparate, crear otra vez divisiones, porque no cabe duda de que el franquismo tuvo muchos partidarios. Aquí vamos a dejarnos de historias, la resistencia democrática era una pequeña parte de la población, franquistas había en todas partes y muchos de los dirigentes del PSOE de ahora llevaron la camisa azul. O sea, que no vamos aquí ahora a convertirnos en demócratas de «a moro muerto, gran lanzada». Yo creo que Franco hay que dejarlo donde está, a José Antonio hay que dejarlo donde está y el que quiera enterrar a sus muertos en el Valle de los Caídos que los lleve si todavía hay sitio, y ¡Santas Pascuas! Y esta Comisión que ha nombrado el ZP a última hora, y de mala manera, me parece una operación tan absurda como la Ley de la Memoria Histórica en sus términos generales.
-¿Hemos aprendido de aquella incivil tragedia para que no se vuelva a repetir?
-Yo creo que sí ha aprendido la gente, y España, que antes era una polarización de proletariado frente a burguesía, es hoy un país de clases medias, y seguramente el 85 por ciento de la gente se considera de clase media. Y eso da a la nación una estabilidad y una perspectiva de futuro, que no podía existir entonces. Y eso debe animarnos a hacer un proyecto común, en vez de dedicarnos a seguir, como en el cuadro de Goya, dándonos de bastonazos.

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