23 de diciembre de 2011
Centrismo a medida
EDITORIAL
Mariano Rajoy anunció la composición del nuevo Gobierno sin que, hasta el instante mismo de hacerlo público, hubiera trascendido ninguna noticia sobre su estructura ni sobre los integrantes y sus respectivas responsabilidades. Con esta reserva, el presidente recién elegido parece haber querido transmitir un doble mensaje de disciplina en torno a su liderazgo y de respeto a los procedimientos institucionales. Lo primero era necesario para un dirigente que, tras la derrota de 2008, encontró uno de sus principales frentes políticos en el interior de su propio partido. Lo segundo estaría dirigido a corregir la exhibición de prepotencia en que el anterior presidente popular, José María Aznar, convertía la formación de cada Ejecutivo, y también las formas atropelladas de las que hizo gala Rodríguez Zapatero.
La principal característica de la estructura del nuevo Gobierno no es tanto la reducción de carteras, mínima en relación con lo que se esperaba, como el intento de recuperar una estructura clásica para abordar las diversas áreas de gestión. Rajoy ha evitado asignar departamentos a problemas específicos como fórmula para subrayar la importancia política que se les concede, según hizo Zapatero con los Ministerios de Vivienda e Igualdad. Al mismo tiempo que ha integrado en una sola cartera las responsabilidades de Educación, Cultura y Deportes, recuperando una fórmula tradicional, ha optado por separar Economía y Hacienda. En el resto del área económica ha restablecido el Ministerio de Agricultura y ha mantenido los de Fomento, Industria y Trabajo, aunque en este último caso haya cambiado de nombre (Empleo). Habrá una sola vicepresidencia, además de los departamentos consolidados como Exteriores, Defensa, Justicia e Interior.
La estructura del Ejecutivo diseñada por Rajoy simplifica la gestión en la medida en que, en principio, parece diseñada para evitar interferencias entre ministerios, huyendo de la combinación de criterios funcionales y transversales. La crisis económica ha sido una de las razones que aconsejaba separar Economía y Hacienda, subrayando la importancia de abordar una estrategia económica de conjunto de la que la política fiscal sería solo una parte, aunque destacada. Aunque ambos departamentos aparecen en pie de igualdad sobre el papel, es previsible que el de Economía y Competitividad acabe ganando preponderancia sobre el de Hacienda. En especial, si se toma en consideración que Rajoy solo ha previsto una sola vicepresidencia de contenido político y no tanto económico.
El equipo al frente de las diversas responsabilidades está compuesto en su totalidad por personas próximas al nuevo presidente. La única novedad reside en el hecho de que no era suficientemente conocida la confianza de Rajoy en algunos nuevos ministros, como es el caso de los de Exteriores, Trabajo o Educación. Todos tienen experiencia de gestión en diversos niveles de la Administración, tal vez con la excepción de la nueva vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, bregada en las tareas parlamentarias. Es la apuesta más personal de Rajoy. Sáenz de Santamaría se configura como la mujer fuerte del nuevo Ejecutivo.
Rajoy ha repetido en diferentes ocasiones su voluntad de actuar con independencia. En la formación de su primer Gobierno no ha atendido a cuotas de género ni territoriales, sin duda para desmarcarse de unas opciones que terminaron pasando una elevada factura a Zapatero. Por otra parte, el nuevo Gobierno presenta un perfil centrista que pretende desmarcar al PP que accede por segunda vez al poder del que llegó en 1996 de la mano de Aznar. Rajoy ha hecho un Gobierno a su medida, y ahora solo falta que confirme con hechos y actitudes lo que de momento solo puede ser una imagen. Enfrente tiene un país preocupado por la crisis y a la espera de conocer su programa.
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