23 de diciembre de 2011

¿Monarquía? ¿República?

Metroscopia

“No creo en las encuestas”. Mal empezamos... Es tanto como decir “no creo en los termómetros”. Las encuestas, como los termómetros, no son una cuestión de fe, pertenecen al mundo más humilde y pragmático de la medición. Si están bien hechas, son una herramienta para medir, y así describir, los estados de opinión de una sociedad en un momento determinado. Los datos están ahí y son los mismos para todos. Otra cosa es cómo se analizan e interpretan...

¿Monarquía? ¿República?

EL PAIS - Por:  22 de diciembre de 2011
ChessLa forma del Estado (¿monarquía?, ¿república?) no es precisamente algo que desvele ahora a los españoles. Y no porque este sea un tema sobre el que no tengan formada una opinión, sino porque por el momento no parecen conceder a esa opinión mayor relevancia práctica. Así, se consideran en general  “juancarlistas” (y en buena medida también ya “felipistas”) pero sin por ello sentirse necesariamente monárquicos.
Eso explica que, junto a una clara y estable buena evaluación ciudadana de la figura del rey (cuya actuación, en conjunto, en estos casi 35 años al frente de la Jefatura de Estado, merece una llamativa puntuación media de 7.3), se esté registrando una progresiva pérdida de apoyo genérico a la monarquía como forma del Estado. No hay en ello paradoja: se puede apoyar a la persona sin necesidad de identificarse al mismo tiempo con la institución, del mismo modo —si se me permite el ejemplo— que es posible declararse admirador de Messi sin que ello conlleve, automáticamente, convertirse en seguidor del Barça.
En todo caso, el hecho es que, año a año, el porcentaje de españoles que dicen preferir la monarquía parlamentaria a la república va decreciendo de forma clara. En 1996, un 66% consideraba preferible para España una monarquía parlamentaria y un 13% una república: una diferencia de 53 puntos. Ahora, en diciembre de 2011, opta por la monarquía un 49% y por la república un 37%: una diferencia de ya solo 12 puntos. Y quizá lo más llamativo es que, en el momento actual, entre las generaciones más jóvenes (18-35 años) las preferencias por una y otra forma de Estado se reparten por igual (45% para cada una).
La conclusión que de esta secuencia de datos cabe extraer resulta obvia: es la concreta figura del Rey Juan Carlos (y en buena medida ya también la del Príncipe Felipe) la que trasfunde apoyo popular a la institución monárquica, y no al revés. O lo que es igual, es la forma en que el Rey Juan Carlos ejerce de rey lo que, para buena parte de la ciudadanía, convierte en válida a la monarquía, por encima de episodios coyunturales que puedan afectar a su imagen o de la creciente conciencia de su básico anacronismo. Lo cual, bien mirado, no es sino la actitud pragmática que cabe lógicamente esperar, a comienzos ya del siglo XXI, de una ciudadanía políticamente madura. A esto, los expertos en derecho constitucional solían designarlo como “accidentalismo”: lo importante es que una institución funcione; lo secundario, cuál sea su forma. Porque en definitiva lo que cuenta es “si la cosa funciona…”—Woody Allen dixit—.
Mon_rep
Imagen de Jon Díez

No hay comentarios: