5 de julio de 2012
Las Navas de Tolosa, en pie de guerra
ABC - Día 05/07/2012 - 16.43h
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Las Navas de Tolosaestán en pie de guerra. Las Navas de Tolosa no se rinden. Y el ayuntamiento de La Carolina tampoco. Se cumplen nada más y nada menos que ochocientos años del tórrido día en que los nuestros, los cristianos, le zurraron la badana al Moro al pie de Sierra Morena, en el lugar de gloria llamado a la sazón las Navas de Tolosa.
Era un 16 de julio de 1212 y los españoles de entonces (castellanos, navarros y aragoneses principalmente) se la jugaron en una de las batallas más decisivas no solo de la Reconquista sino muy probablemente de la Historia de Occidente.
Fuera como fuese, las Navas se convirtieron en terrible escenario de la brutal carnicería. Imagínense el percal: más de cuarenta a la sombra (y en el entonces lugar del choque no era mucha la sombra, aquello era una nava, no repoblada como ahora), cincuenta kilos encima de impedimenta entre cota, yelmo, acero, lanza, espadón... eso los afortunados que iban a caballo, que a los de a pie debían llevar los juanetes y el alma en carne viva.
Ganaron los nuestros, y mucho tiempo después se habla aquella jornada como del Día D de la Reconquista. Por ello, y para que suenen las fanfarrias y trompeterías que llaman al turismo, el Ayuntamiento de La Carolina ha preparado un nutrido programa de celebraciones, que incluyen, por supuesto, dos recreaciones del decisivo combate, y un sinfín de actos. El Ayuntamiento quiere aprovechar la efeméride para relanzar el turismo en la zona en estos tiempos de crisis y dar a conocer las excelencias paisajísticas, gastronómicas, históricas y naturales de la zona.
Pero como en aquel trascendental día (se quejan en La Carolina) parece que algunos caballeros cristianos (léase Junta de Andalucía, Diputación de Jaén) han decidido dejar a los demás (los de La Carolina) en la estacada, aunque aventan la idea de que para ellos todos los años son celebración mediante el concurso y el trabajo del Centro de Interpretación de la Batalla y sus actividades, como la ruta de los castillos y las batallas. Cosas de las banderías de España, sin duda.
Entonces, en aquel día en que las estibaciones de Despeñaperros se tiñeron de sangre cristiana abundantemente derramada, la Roja estuvo capitaneada por Alfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón, y repartió estopa hasta lo sobrehumano.
Gracias a ellos, hoy comemos iberico, nuestras mujeres son nuestras iguales y no tenemos que estar cinco veces al día mirando hacia La Meca. Parecerá baladí, pero a mí nadie me va a cortar una mano por estas cristianísimas letras.
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