7 de julio de 2012
Compre las 24 horas (si quiere)
VIDA&ARTES
EL PAIS - CRISTINA DELGADO / RAQUEL VIDALES 6 JUL 2012 - 22:40 CET65
Comprar, comprar y comprar a todas horas. Esta es la receta contra la crisis que deja entrever el Gobierno con sus medidas hacia la liberalización de los horarios comerciales. La hipótesis es sencilla: si las tiendas abren más, las ventas aumentarán y hará falta más personal. Más empleo se traducirá en sueldos y en más alegría a la hora de gastar. Un círculo de consumo que nos sacaría de la recesión. En teoría. La crisis parece ser la palanca definitiva con la que el Ejecutivo de Mariano Rajoy quiere desatascar la eterna polémica sobre los horarios del comercio. Y los turistas que llegan los domingos con la cartera llena son un objetivo claro.
¿Más horas de tiendas abiertas se traducirán de verdad en más ventas? ¿En más empleo o en abusos laborales? ¿Morirá el pequeño comercio? Un debate lleno de aristas y de partes interesadas que lanzan datos y estudios contra el enemigo. La Confederación de Comercio de Madrid es un elemento extraño en medio de la batalla: ha cambiado de bando. “Es cierto que antes nosotros éramos contrarios a la liberalización total de los horarios, pero con la crisis que vivimos creemos que debemos apoyar cualquier medida que pueda traducirse en puestos de trabajo para el sector. Hemos comprobado que abrir los domingos en las zonas de afluencia turística de la capital en los últimos años ha funcionado”, defiende Hilario Alfaro, presidente de esta organización. Eso sí, Alfaro cree que debe crearse un observatorio para comprobar si realmente se crea empleo neto. “Se van a generar puestos, pero también se van a destruir muchos en el pequeño y mediano comercio. Habrá que hacer la cuenta para ver si compensa, pero de entrada no podemos negarnos a intentarlo porque estamos en una situación de emergencia”, razona.
El auge de las compras como ocio o reclamo turístico, las jornadas maratonianas de trabajo habituales y el aumento de las compras por Internet (abierto 24 horas) han generado un estilo de vida que choca con los horarios tradicionales del comercio en España. Por eso, en esta guerra, hasta las asociaciones de consumidores están divididos. En el extremo de las que rechazan la liberalización se sitúan asociaciones como Facua, que considera que la medida es perjudicial para los ciudadanos porque llevará a la desaparición del comercio de proximidad. “Además, fomenta el consumismo al vincular compras con ocio, en vez de potenciar el consumo necesario, racional y sostenible”, señala esta organización. Sin embargo, otras como la OCU consideran insuficiente las medidas del Gobierno de Rajoy. “Nuestra misión es defender a los consumidores, y creemos que lo mejor para ellos es poder comprar cuando quieran o cuando puedan”, sostiene su portavoz, Ileana Izverniceanu.
Madrid, que ya abanderaba la mayor liberalización de horarios, se convertirá a partir del 15 de julio en zona 24x365. Es decir, una comunidad donde el comercio podrá tener la persiana subida 24 horas al día y 365 días al año si quiere. El Gobierno de Esperanza Aguirre ha decidido que la ley estatal, que solo permite abrir todos los días del año a las pequeñas tiendas que no pertenezcan a grandes cadenas, se queda corta. Y deja que elijan su horario también los grandes almacenes y grupos textiles.
La comunidad podría ser solo una avanzadilla de lo que puede ir llegando al resto de España, ya que el Gobierno central ha anunciado que reformará la ley para caminar hacia una mayor liberalización en toda España, pese a la rotunda oposición de Cataluña, Andalucía y País Vasco, que creen que el Ejecutivo está invadiendo sus competencias. De momento, los pasos que ha dado el secretario general de Comercio, Jaime García-Legaz, son tímidos, pero contundentes. Para empezar, quiere elevar el mínimo de aperturas autorizadas de ocho a 10 festivos. Y a 14 grandes ciudades les obligará a tener ejes comerciales con horarios liberalizados todo el año por motivos “de afluencia turística” (tres de ellas, Madrid, Palma de Mallorca y Santa Cruz de Tenerife, ya lo tenían así). Tras el anuncio, la guerra se ha desatado de nuevo.
Los que apoyan la liberalización defienden cifras que prometen un futuro de riqueza y empleo. Un estudio de la escuela de negocios IE Business School, editado por el catedrático Fernando Fernández, calcula que permitir la apertura siempre en todo el país crearía de manera directa 20.000 empleos en tres años. El informe cita experiencias de países como Holanda, donde la apertura a voluntad supuso un crecimiento del volumen de ventas, o Suecia, donde además se observó una caída de los precios del 0,6%. En Alemania, incluso aseguran que aumentó en torno a un 2% la facturación del sector minorista.
Rebajas es una palabra sagrada. Por ley, el comercio solo puede usar ese término en los periodos en los que la comunidad autónoma lo autoriza. Unas semanas de verano y otras de invierno. Sin embargo, esta normativa no ha impedido a las tiendas usar el gancho de los precios en cualquier momento del año: ofertas especiales, semanas fantásticas, saldos... Hecha la ley, hecha la trampa. Si no se usa la palabra mágica, rebajas, todo vale. El Gobierno, sin embargo, se está planteando ahora revisar esa legislación e incluso eliminar las restricciones.
“Solo es una idea en un borrador. Todavía no hay nada decidido”, insisten fuentes de Comercio. La posibilidad de acabar o ampliar los límites a este periodo se ha colado en la reforma de la ley de horarios comerciales. De momento, aparece en un borrador que se facilitó a las comunidades autónomas. “Nos parece bien ampliar la libertad para que los comercios bajen precios si quieren en cualquier momento. Pero creemos que hay que seguir limitando el uso de la palabra rebajas como una herramienta de marketing”, defiende Javier Millán-Astray, director general de Anged, patronal de las grandes superficies. Asegura que buena parte de las ventas del comercio, especialmente el textil, sigue llegando de la época de rebajas, lo que demuestra que reservar ese término es aún un gancho útil.
No todos están de acuerdo. Una encuesta de la Asociación de Comercio Textil y Complementos realizada en 2010 entre empresarios del sector revela que el 75% no quiere liberalizarlas. Eso sí, la mayoría cree que hay que cambiar la legislación y opina que las promociones y ofertas especiales fuera del periodo estricto de rebajas se deben controlar de forma más exhaustiva.
“Habría que adaptar la normativa a las circunstancias actuales. Sentar a todo el sector para estudiar lo más conveniente: acortarlas, modificar los periodos, revisar la nomenclatura... Lo que no se puede hacer es improvisar”, opina Manuel García-Izquierdo, presidente de la Confederación Española de Comercio.
Hilario Alfaro, presidente de la Confederación de Comercio de Madrid, es más radical. “La ley se ha quedado obsoleta y hay que actualizarla. Podemos acortarlas o podemos liberalizarlas. Personalmente, creo que no hay que tener miedo a liberalizarlas”, sostiene.
Las propuestas del sector son variadas, pero lo que es claro es que la mayoría cree que la proliferación de las promociones durante todo el año hace necesaria una revisión de la normativa. “Hay que meterle mano. El mensaje ya no vende porque siempre hay rebajas, tengan el nombre que tengan. Quizá deberíamos ir hacia un modelo como el de EE UU, en el que se marcan días clave, como el famoso viernes negro, que funcionan como grandes instrumentos demarketing”.
Pero la Confederación Española de Comercio (CEC) no ve más que promesas sin fundamento. “El consumo no va a aumentar por mucho que las tiendas abran todos los días. Así que las únicas beneficiadas de todo esto serán las grandes superficies, porque las tiendas de menos de 300 metros ya tienen libertad de apertura. Será la misma tarta a repartir entre más. Los grandes ampliarán su cuota de mercado en detrimento de los pequeños”, opina su presidente, Manuel García-Izquierdo. “Lo que pedimos es que se tenga en cuenta el mantenimiento de todos los formatos comerciales y se consulte con todos los agentes sociales antes de tomar este tipo de decisiones”, añade.
Un ejemplo de cómo puede afectar a las tiendas de barrio que las grandes superficies abran todos los domingos lo ofrece Teresa, propietaria de una tienda de moda de menos de 300 metros en el barrio madrileño de Tetuán, que desde hace tres años no cierra ningún día de la semana. “Los domingos que abren las cadenas y los centros comerciales [en Madrid ya podían hacerlo todos los primeros domingos de mes] la recaudación baja claramente. La gente va a las zonas comerciales y por aquí no viene nadie. Así que a partir del próximo fin de semana, cuando ellos ya puedan abrir todos los días, creo que ya no me va a compensar abrir a mí. El resto de la semana cada vez va a peor. Estoy pensando en cerrar”, reconoce. “No puedo contratar a nadie, me paso aquí el día entero sin ver a mi familia y encima no gano dinero”, asegura Teresa.
A la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged) le parece, sin embargo, que la reforma se está quedando corta. No les gustan las medias tintas. Defienden que si el Gobierno cree que más libertad de apertura es riqueza y empleo, debería eliminar todas las restricciones. Javier Millán-Astray, director general de esta patronal, apuntala su defensa con el turismo. “Sí se venderá más, porque la riqueza del turista que viene los domingos y se encuentra cerradas las tiendas se pierde. Somos un país que recibe 60 millones de turistas al año. No podemos darle la espalda a eso”, defiende. Cree que las reglas deben ser iguales para todos: si los comercios pequeños pueden abrir, los grandes también deberían poder.
Si los pequeños cierran, ¿se compensará con la creación de puestos en las grandes cadenas? De nuevo, la respuesta difiere en función de a quién se le haga la pregunta. El pasado diciembre, al anunciar la liberalización total en la Comunidad de Madrid, el Gobierno de Esperanza Aguirre aseguró que la medida que entra en vigor el próximo domingo creará 20.000 puestos en la región. Los sindicatos no solo niegan esta cifra, sino que además denuncian que se van a precarizar las condiciones de los que ya están contratados. “La última reforma laboral va a permitir a las empresas modificar los turnos a su antojo, sin ninguna compensación, como ya se está viendo en algunas superficies de Madrid que están reorganizando a su personal ante el 15 de julio”, advierte Antonio Ruda, portavoz de la Federación Estatal de Comercio, Hostelería y Turismo de CC OO. Ruda advierte también de que el coste que supondrá abrir todos los domingos va a encarecer el precio final del producto, lo que repercutirá negativamente en el consumo y, a la larga, en el propio empleo.
La Asociación Española de Centros Comerciales (AECC) contraataca. Ha elaborado un informe que calcula que las 310.736 personas que trabajan actualmente en los 531 grandes centros que existen en España podrían convertirse en 348.123 si se permitiera a estas superficies abrir cuando quisieran. En Madrid, en concreto, se augura la creación de 7.187 empleos a partir del 15 de julio. Su presidente, Javier García-Renedo, cree incluso que los comercios pequeños pueden beneficiarse de la medida. “Las grandes superficies y cadenas funcionan como locomotoras: si ellas abren, las tiendas de alrededor abren también para aprovechar el paso de clientes”, comenta. García-Renedo cree que no tiene sentido oponerse a algo cuyos efectos negativos no están demostrados.
¿Están demostrados los efectos positivos? El índice de ventas al por menor, publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), no lo aclara. En Cataluña, entre las comunidades más restrictivas, se redujo este mayo un 1,9% con respecto a 2011, mientras que en Madrid lo hizo el 1,8% en el mismo periodo. En abril, sin embargo, la caída en Cataluña fue unas décimas menor que la que experimentó Madrid. En todo caso, la OCU recuerda: “No sería obligatorio para nadie abrir. Solo se ofrecería a propietarios y clientes la libertad de elegir".
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