22 de junio de 2010

Salvar la Salve

Don Juan Carlos pasa revista a las tropas en la ceremonia de entrega de despachos en julio de 2009 en la Escuela Naval de Marín

ABC

Salvar la Salve

La Armada negocia cómo encajar este himno religioso en la entrega de despachos de la Escuela Naval ya que, según la nueva normativa, la misa tiene que salir del acto castrense

PALOMA CERVILLA / MADRID

Día 21/06/2010 - 17.06h



EFE
Don Juan Carlos pasa revista a las tropas en la ceremonia de entrega de despachos en julio de 2009 en la Escuela Naval de Marín
En la Armada, ningún militar se imagina que el próximo 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros y jornada grande en la Escuela Naval de Marín, con la entrega de despachos a los oficiales de la Armada, la Salve Marinera no se entone en el tradicional y emotivo acto castrense, que se celebra en la escalera monumental de este centro militar. El problema es que, en función de la polémica normativa impulsada por la ministra de Defensa, Carme Chacón, y aprobada por el Gobierno socialista, las misas se suprimen de los actos militares oficiales y, además, su asistencia tendrá carácter voluntario.
Este cambio legislativo ha generado un grave problema en el Ministerio de Defensa, que ya se planteó en la ceremonia del Corpus Christi de Toledo, y que ahora se reproduce en la Armada, con motivo de la entrega de despachos. Una ceremonia que incluye, en una primera parte, una misa de campaña, con formación militar y honores al Santísimo, la Salve Marinera y el homenaje a los Caídos por España con la ofrenda de una corona de laurel que se coloca a los pies de un Crucificado; en una segunda parte, tiene lugar la jura de bandera, la entrega de despachos y una oración del sacerdote castrense.
Al tener que separar la ceremonia religiosa de la castrense, la misa tendría que celebrarse en un lugar distinto, sería con carácter voluntario y quien quiera asistir puede hacerlo sin el uniforme militar. Con esta separación, la Salve Marinera, el himno de la Armada y que está incluido, en este caso de la entrega de despachos de la Armada, en la ceremonia religiosa, se tendría que cantar, en cumplimiento de la legalidad, en un acto religioso al que no asistirán todos los militares y alejado del centro principal del acto castrense en la escalera monumental.
Esta situación que se podría producir ha llenado de estupor a los militares que, según las fuentes consultadas por ABC, llegan a calificar de «incomprensible e inaudito que la Salve Marinera se tenga que cantar a escondidas de las autoridades militares y civiles, de Su Majestad el Rey y en la clandestinidad».
Para evitar que esta situación pueda producirse, autoridades civiles y militares se han sentado a buscar una solución para que la Salve Marinera sea cantada por todos los militares en el acto central de la entrega de despachos y en el lugar en el que siempre se ha cantado. «El problema es que si quitan la Eucaristía del acto, ello implica encajar la Salve Marinera en algún lugar del acto castrense, ya que forma parte de la Eucaristía», comentan a ABC las fuentes consultadas.
«Clandestinidad»
Los contactos que se están produciendo van encaminados a buscar un lugar en el que la Salve Marinera pueda ser cantada por todos los oficiales. Una de las soluciones que se barajan es que este himno de la Armada sea interpretado entre la jura de bandera y la entrega de despachos, ya que en ese momento el sacerdote castrense reza una oración en el que pide a Dios que permita cumplir a los oficiales el juramento o la promesa que han realizado. Aquí podría encajar el canto de la Salve, ya que todos los militares se encuentran en formación, contando con la presencia de las autoridades y de los miembros de la Familia Real que asisten cada año a este acto. Otro de los aspectos que hay que decidir es el lugar dónde se celebrará la misa. Algunos mandos militares quieren que sea en la escalera monumental de la Escuela Naval de Marín, donde se ha hecho siempre, mientras que otros apuestan por desplazarla a otro lugar más apartado.
Los militares esperan que la solución no hiera las sensibilidades de un Ejército y termine con una de las tradiciones más emblemáticas de la Armada. No quieren cantar en «la clandestinidad» el himno de su patrona.