15 de junio de 2010

Huelga general y pesimismo

ABC

Huelga general y pesimismo

El Gobierno carece de un programa de acción política convalidado por los ciudadanos porque el PSOE ha hurtado a los electores durante dos años la verdad de lo que estaba sucediendo

Día 15/06/2010 - 04.11h


EL conjunto de datos que ofrece la segunda entrega de la encuesta realizada por la empresa DYM para ABC muestra todos los síntomas de una opinión pública que da por agotada la legislatura y que necesita un revulsivo político para asumir los costes de la crisis con un mínimo de esperanza. El pesimismo está compartido por los votantes de los dos principales partidos, PSOE y PP. El 70 por ciento de los socialistas y el 88 de los populares califican como mala o muy mala la situación económica, y son también mayoría los que piensan que la economía, dentro de un año, seguirá igual o empeorará. Con este fatalismo ante el futuro las medidas de recorte social del Gobierno no pueden estar acompañadas de una voluntad colectiva de superación y esfuerzo, simplemente porque no hay confianza en que los beneficios de mañana compensen los sacrificios de hoy. Este estado de la opinión pública inhabilita el discurso de reproches socialistas contra el PP por su actitud de oposición frente al Gobierno. La realidad de la crisis es suficiente, sin necesidad de que el PP eche leña al fuego, para que los ciudadanos asuman que la situación es crítica, que el Gobierno ha perdido dos años cruciales en negar la evidencia y que este Gobierno que pretende liderar la recuperación carece por completo de crédito político.
Por tanto, la valoración de los ciudadanos sobre la crisis, unida al hastío que les produce la clase política en su conjunto, son tan claras que el presidente del Gobierno debería plantearse hasta qué punto es lícito perseverar en la continuidad de un mandato que se sustenta en la negación de todo cuanto ha dicho desde 2008. Ha habido recorte de derechos sociales, el paro es masivo y el anuncio de reforma laboral con medidas restrictivas para los trabajadores se saldó ayer con la confirmación por parte de los sindicatos de que, en efecto, convocarán una huelga general. En este estado de cosas, probablemente el Gobierno no conseguirá siquiera salvar la cara haciendo del «decretazo» una «reforma provisional» que se tramitará como proyecto de ley para contar con el mayor consenso político posible y conseguir que la reforma sea definitiva en noviembre. El grado de deterioro es tal que esta búsqueda a la desesperada de corresponsables en las decisiones no le servirá al Gobierno para tomar aire. En este momento, el Gobierno carece de un programa de acción política convalidado por los ciudadanos, y no porque las circunstancias en marzo de 2008 no permitieran ya prever lo que se venía encima, sino porque el PSOE hurtó a los electores la verdad de lo que estaba sucediendo. El momento actual reúne todas las condiciones de un manual básico de democracia para llamar a los ciudadanos a las urnas.