1 de enero de 2020

PROFETA

miércoles, 1 de enero de 2020





PROFETA – 01/01/2020

Como veíamos ayer, la apostasía de la cúpula de la Iglesia la dejó en situación de Sede Vacante desde 1958. Por tanto, ya hace más de 60 años que dura este calamitoso estado de cosas como castigo a la humanidad por no haber hecho caso a los grandiosos mensajes de Fátima ni a los transcendentales pedidos de la Señora de todos los Pueblos en Ámsterdam.
 
Parecería a primera vista que Dios abandonó a su Iglesia. Pero resulta que la Providencia, como suele hacer cuando las vías normales de la gracia son obstruidas, abrió un régimen de gracias extraordinario para esta situación tan excepcional.

Se trata de la vía profética. No nos referimos al profetismo convencional, que terminó con el Antiguo Testamento, sino al profetismo por analogía, en el sentido de enviar al mundo a un hombre con un carisma especial para liderar la lucha de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas a fin de derrotar la Revolución gnóstica e igualitaria e implantar el Reino de María profetizado por Ella en Fátima.

Efectivamente, en 1959, al año siguiente del golpe de Estado soviético en el Vaticano, el profesor de Historia y líder católico brasileño Correa de Oliveira publicó un pequeño libro titulado "Revolución y Contrarrevolución" en el que explicita sintéticamente toda la problemática de la lucha del bien y el mal en nuestros días como nunca nadie lo ha hecho.
 
El mundo, que no hizo caso de la Virgen, tampoco hizo caso del hombre providencial enviado por Dios cuyo nombre era Plinio. Así que viendo él como discurrían los acontecimientos previó lo que irreversiblemente tendrá que suceder: un gran castigo para la humanidad como Sor Lucía de Fátima vio (1)igual que el ingeniero norteamericano Chauncey escribió (2), o que la abogada colombiana Lucelly avisó (3) y que la Señora de todos los Pueblos confirmó en Akita (4).
Esa es su gran profecía. Las profecías cuanto más grandes son más suelen tardar en llegar. También previó un nuevo Pentecostés en el mundo y por supuesto el Reino de María que los que vivan verán.

Él no tenía visiones ni revelaciones, pero si un don del Espíritu Santo llamado el discernimiento de los espíritus, de las personas, de las naciones, de las cosas, de los acontecimientos, de la Historia, de la Iglesia y del futuro. Dios no abandonó a su Iglesia, que somos los fieles esparcidos por todo el mundo.

Ver notas en el blog:
(1) Purificación, 17/08/2017
(2) Chauncey, 16/08/2017
(3) Lucelly, 23/09/2017
(4) Castigo, 26/01/2018

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