28 de septiembre de 2018

NACHO ALDAY - SALETTE

jueves, 27 de septiembre de 2018


NACHO ALDAY - SALETTE – 28/09/2018

El 19 de septiembre de 1846, Nuestra Señora se apareció a dos pequeños pastores, Maximino y Melania. La bella dama, como la llamaban los niños, mostró una actitud de profunda tristeza pidiendo oraciones y penitencia para evitar que el brazo de su Hijo cayera sobre la humanidad pecadora. Predijo un castigo enorme, al igual que en París, Lourdes, Fátima, Ámsterdam y Akita. Por tanto, Ella adopta una posición muy similar a la de los contrarrevolucionarios.

Nuestro papel es difícil, porque siempre es difícil prever y anunciar castigos a una humanidad que sólo piensa en disfrutar de la vida. No es de extrañar que muy pocas personas estén dispuestas a creer y seguir nuestras perspectivas políticas y religiosas sobre los acontecimientos, lo que demuestra una victoria cada vez mayor de la Revolución. No quieren escuchar nada sobre el gran castigo que Dios tiene preparado. Igual que la propia Virgen trajo un importante mensaje y no fue aceptado, no sorprende que nuestras advertencias tampoco sean bien recibidas.

Esto es característico de todas las épocas que toman un camino equivocado. Cuando la gente oye a alguien hablar de que se han extraviado, no escuchan. Por esta razón vienen los grandes castigos. Si la gente escuchara, se convertirían y se evitaría el castigo. Precisamente porque sus almas no son receptivas al mensaje, la catástrofe se vuelve inevitable. El hecho de que no crean en los mensajes de la Señora de todos los Pueblos es la prueba de que esos castigos vendrán.

Alguien podría objetar que ya han pasado 172 años y nada ha sucedido. ¿Cuándo van a cumplirse esas previsiones?

En realidad, en germen ya han comenzado los grandes castigos. Nuestra Señora apareció en La Salette en 1846 y en 1870 comenzó la guerra franco prusiana como resultado de la rivalidad entre Francia y Alemania. Esta rivalidad alcanzaría su apogeo en 1914 y sería la causa más profunda de la Primera Guerra Mundial, así como también de la Segunda Guerra Mundial. Las hostilidades de esta segunda contienda mundial aún no se han resuelto por completo y en el horizonte existe la perspectiva de una Tercera Guerra Mundial. Esta nueva guerra mundial con su apocalipsis nuclear bien podría ser el gran castigo predicho. Y más grave que la guerra nuclear es la usurpación del Trono de San Pedro por los agentes de la Revolución desde 1958.

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