25 de septiembre de 2018

NACHO ALDAY - MONARQUÍA

lunes, 24 de septiembre de 2018


NACHO ALDAY - MONARQUÍA – 25/09/2018

El comunismo ha cometido tantos millones de crímenes que en la actualidad tienen que enmascararse con otros nombres para poder presentarse en público. En el caso de España utilizan el de “podemitas”.

Su hoja de ruta pasa ineludiblemente por liquidar la monarquía. En sus inicios expresaron ciertas simpatías estratégicas hacia Felipe VI por la colaboración que aporta a la Revolución, pero en cuanto tomó una actitud contraria a sus planes en el conflicto independentista de Cataluña, poniéndose firmemente en contra de la revuelta subversiva, desató sus críticas abiertas.

Ahora, después de fracasar la pretendida investigación en el Congreso de las cuentas de Juan Carlos I, han lanzado una campaña en las redes sociales contra la monarquía con las monsergas de siempre: no necesitamos un monarca, es impuesto por apellidarse Borbón, el jefe del Estado tendría que ser elegido democráticamente, es una institución arcaica y caduca, contra la desigualdad que representan los privilegios de la Familia Real, sucesor del dictador Franco, incluso le acusan de hacer negocios con Estados genocidas.

Hablar de Estados genocidas y de democracia, precisamente ellos, que son admiradores de Lenin, Stalin, Mao, Castro, Che, Chávez, Maduro, etc. es de un cinismo inenarrable.

La conclusión que sacan de esta retahíla de argumentos pifios es que se debe convocar un referéndum para que los españoles decidan si apoyan la monarquía o si, por el contrario, apuestan por instaurar una república.

La realidad es que la monarquía es superior a la república por la simple razón de que Dios da más carismas a los reyes que a los presidentes de república, lo cual es una razón de mucho peso. La disyuntiva es una cuestión de amor de Dios.

Para los que son ateos como cabras es algo incomprensible, para los que son contra Dios les resulta indignante y a los mediocres les es indiferente. Pero para los católicos es por nuestra condición de católicos que somos monárquicos y como monárquicos que somos católicos. La coherencia exige esa reversibilidad.

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