PERISCOPIO
Blog Contra-Revolucinario
domingo, 2 de septiembre de 2018
NACHO ALDAY - BÓERS - 03/09/2018
La granja de Frischgewaagd alberga una fresca mañana de agosto esta inusual reunión de granjeros. Quieren contar su historia y transmitir su inquietud ante lo que temen que convierta a Sudáfrica en otro Estado fallido como Zimbabue o Venezuela que llevaron a cabo nacionalizaciones de tierras y otras propiedades antes de su colapso económico.
Los bóers viven desde hace meses en un estado de angustia. Al temor de los brutales asesinatos, los robos de ganado y las ocupaciones de tierras que los granjeros blancos sufren frecuentemente en sus propiedades se sumó en febrero una nueva amenaza: el Parlamento aprobó una moción para estudiar la reforma constitucional que permita expropiar tierras sin necesidad de indemnizar a sus dueños a pesar de que el Estado tiene ingentes cantidades de ellas sin explotar.
En esas circunstancias las fincas han perdido su valor pues nadie quiere comprarlas, ni los Bancos les conceden créditos para la producción, ni se arriesgan a sembrar lo que no saben si podrán recoger.
Afrifórum, un influyente grupo de defensa de los intereses de los afrikáners, afirma que solo en la primera mitad de este año, 33 granjeros sudafricanos murieron asesinados en ataques a sus granjas, lo que supone un incremento de los crímenes del 34 por ciento respecto del mismo período de 2017. “Mata al bóer” es una canción coreada por muchos negros incluso en competiciones deportivas. De los 60.000 granjeros blancos que había hace 25 años quedan poco más de la mitad.
Antes tenían un sistema de patrullaje que garantizaba la seguridad de las granjas. El sistema fue desmontado en los años 90, y se les prometió que crearían un mecanismo de seguridad rural, en que policías apoyados por ciudadanos patrullarían la zona para protegerles. Pero nada se ha hecho.
Ante la pregunta de si han pensado en emigrar, la respuesta es unánime: no. Sudáfrica es su país, algunas de sus familias llevan aquí hasta cinco generaciones y todos han trabajado muy duro para construir lo que tienen. Sería muy difícil comenzar de cero, pero, aunque no lo fuera, no quieren dejar su país. No permitirán que les quiten sus granjas. “Me defenderé, no permitiré que nadie me quite lo que es mío”, dice uno de ellos y los demás replican: “Y no está solo”.
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