4 de septiembre de 2018
El fin de la utopía en Suecia
El auge nacionalista y el hastío ante la inmigración protagonizan unas elecciones históricas el próximo domingo
Las encuestas ofrecen un panorama de inestabilidad, con la socialdemocracia perdiendo el voto a favor de la ultraderecha
Para las mentes más políticamente correctas, que hasta hace bien poco parecían ser mayoría abrumadora en Suecia, las elecciones generales del próximo domingo pueden ser el punto culminante de un escenario de pesadilla impensable un par de legislaturas atrás. El país que imaginaban, la superpotencia humanitaria que tenía sitio para todos los inmigrantes que necesitaran cobijo, independientemente del número, y que mantenía a raya cualquier atisbo de nacionalismo, ya fuese político o mediático, dejará de existir, si es que alguna vez lo hizo.
De cumplirse los pronósticos de los sondeos, las legislativas resultarán históricas. Los socialdemócratas del primer ministro Stefan Löfven serán castigados con los peores resultados de su historia, pasando del 31,2% del voto a aproximadamente un 25%, mientras que los Demócratas de Suecia (SD), nacionalistas antiinmigración y anti-UE, cosecharán un nuevo éxito que les haría subir del 12,9% en 2014 a un 19%. El SD podría incluso arrebatar el segundo puesto a los moderados (centroderecha), que descenderían del 23,2% a un 18%.
Una situación que haría realidad los peores temores de aquellos que, en 2010, cuando el SD accedió por primera vez al Riksdag, el Parlamento, con un modesto 5,7%, consideraron que, simbólicamente, se trataba poco menos que de una catástrofe. Hasta entonces, el 'establishment' sueco se enorgullecía de que, a diferencia de lo ocurrido con sus vecinos nórdicos, había logrado mantener al SD fuera del Riksdag gracias al "cordón sanitario" establecido en torno a los nacionalistas: los demás partidos se negaban a debatir con ellos, y la prensa los ignoraba por completo, hasta rechazando su publicidad electoral.
Parte del "cordón sanitario", no obstante, se mantiene. Mientras los antiinmigración son parte o principal sostén de los Gobiernos de Noruega y Dinamarca, el centroderecha sueco sigue negándose a colaborar con el SD, con lo cual las elecciones del domingo, siempre según los sondeos, darían lugar a una situación enormemente inestable. Ganaría el bloque de izquierda, pero sólo con un 41% del voto, mientras que el centroderecha, una vez enviado al limbo el 19% del SD (que le proporcionaría una clara mayoría), se quedaría con un 37%. Es cierto que los moderados de Ulf Kristersson no descartan del todo gobernar con un apoyo pasivo del SD, pero el rechazo de sus aliados centristas y liberales a esta posibilidad, que no de los cristianodemócratas, la hace altamente improbable.
En cualquier caso, y pese a la buena salud de la economía y el bajo desempleo, el clima social y político ha cambiado radicalmente. Por primera vez, una campaña electoral ha estado protagonizada por la inmigración y sus consecuencias sobre la inseguridad ciudadana y el estado de bienestar, lo que ha permitido al SD, y en menor medida a los moderados, explotar la rentable postura del "ya lo habíamos avisado nosotros".
Incluso los medios clásicos se han apuntado al debate. La postura habitual hasta ahora era no dar cabida a noticias negativas sobre inmigrantes porque "harían el juego a los racistas". También eso ha cambiado. Los principales diarios y canales de televisión han publicado en las últimas semanas demoledoras investigaciones sobre las violaciones perpetradas en el último lustro.
Según la cadena pública SVT, el 58% de los condenados por violaciones en los últimos cinco años (843 personas) ha nacido en el extranjero, más de la mitad fuera de Europa. Entre los procesados por violación, el porcentaje se eleva al 80%. De ellos, el 40% llevaba menos de un año en el país cuando se produjo el presunto delito. Según el tabloide 'Aftonbladet', 82 de los 112 condenados por violaciones en grupo desde 2012 también son nacidos en el extranjero. Desde el entorno del SD se matiza que estas cifras no incluyen a los descendientes de inmigrantes, que también estarían sobrerrepresentados en las estadísticas.
"Desde 2015, cuando llegaron en masa cientos de miles de refugiados a Suecia, los ciudadanos han exigido leyes de extranjería más duras, y prácticamente todos los partidos han apoyado este endurecimiento", señala Ulf Kristofferson, analista político de la cadena TV4. "Si volvemos a una política de inmigración generosa y la UE no encuentra un modo de repartir los refugiados entre los países miembros, podemos acabar otra vez en la misma situación. Por eso ahora se habla de la inmigración y de los problemas que conlleva de una forma completamente distinta a hace dos o tres años. Antes de 2005 sólo lo hacía el SD".
Las cifras de llegada en 2014 y 2015, efectivamente, son impactantes. En 24 meses llegaron a Suecia 244.178 refugiados, de los que 138.023 recibieron permiso para quedarse. Como contraste, al otro lado del puente del Oresund, en Dinamarca, llegaron 36.107, concediéndose asilo a 24.446. El número de llegadas ha descendido, pero las reagrupaciones familiares aumentan. El año pasado hubo 47.693, el 40% para refugiados.
Actualmente, el 16% de la población de Suecia es de origen no occidental. Curiosamente, un dato calculado por medios daneses, ya que el SCB, el instituto oficial sueco de estadística, no realiza este tipo de diferenciaciones. En sólo 13 años, la población ha crecido en un millón de personas. El 80% debido a la inmigración. Y se espera que crezca otro millón en los próximos 11 años, por lo que no será fácil seguir financiando el estado de Bienestar, que ya se encuentra bajo presión. La sociedad, advierten los expertos, no puede mantener el mismo ritmo.
Las leyes de inmigración suecas se endurecieron considerablemente en 2016. Los permisos de asilo y residencia son temporales, mientras que las reagrupaciones familiares sólo son posibles para refugiados que tengan domicilio e ingresos adecuados.
En el Parlamento, el apoyo al endurecimiento es claramente mayoritario, ya que lo respaldan la alianza de centroderecha, el SD y los socialdemócratas, que son el principal partido de la cámara. Sus aliados de izquierda, no obstante, se oponen al giro.
Las fronteras suecas también atestiguan el cambio de postura. El control fronterizo establecido en noviembre de 2015 sigue en vigor. De hecho, el pasado 30 de junio fue ampliado a una decena de puertos y aeropuertos. Schengen es sólo un recuerdo.
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