Un modesto empleado de banca engañó a centenares de espías nazis en Inglaterra
LUIS VENTOSO / CORRESPONSAL EN LONDRES
ABC - Día 27/10/2014 - 10.25h
El M15 revela la identidad del mítico Jack King y las andanzas bohemias de un agente español proalemán
Hubo otro campo de batalla en la Segunda Guerra Mundial, sin sangre ni bombas. Se combatía con tinta invisible, emisoras de radio furtivas, mensajes cifrados y un aluvión de mentiras de ida y vuelta. En esa guerra paralela del espionaje era leyenda el agente británico Jack King, apodado así, El Rey, por su habilidad para engatusar a simpatizantes nazis del Reino Unido. Enrolado en el M15 inglés, se hizo pasar por un alto jefe de la Gestapo que trabajaba en la Abwehr, los servicios secretos alemanes. Más de un centenar de agentes pro-alemanes le reportaban, evitando así que la información llegase a Berlín.
Siempre se había especulado con que tras Jack King se ocultaba John Bingham, el agente que inspiró al inteligente y anodino George Smiley de las fantásticas novelas de John Le Carré. Pero el verdadero King ha resultado ser un gris empleado de banca de una sucursal de Surrey, al sur de Londres. Su nombre: Eric Arthur Roberts.
El oficinista tenía una pecualiaridad, su dominio del judo y el jiu-jitsu
Eric Roberts contactó con alemanes expatriados, con integrantes de laUnión Fascista Británica de Owald Mosley y con un gran número de antisemitas. Y los puso a trabajar para él. Es decir: a espiar para el alto jefe de la Gestapo que decía ser. Su dominio llegó a ser tal queincurrió en la osadía de distinguir a sus agentes con falsas medallas del Reich, fabricadas por el M15. A diferencia de otros espías de leyenda, como el español Garbo, nunca fue condecorado ni se reconoció su labor. Murió en el anonimato en 1972 y su mujer y sus hijos emigraron a Canadá.
Espías españoles
Con permiso de Jack King, el barcelonés Juan Pujol García, «Garbo», fue tal vez el más brillante de los agentes dobles que utilizó el espionaje británico. En 1944 escribe su obra de arte. Los alemanes le demandan información sobre el gran desembarco. Pujol envía 500 mensajes de radio a Berlín advirtiendo de que Normandía es un simulacro, que lo letal vendrá por Calais, a 249 kilómetros. Sus cables evitan que los alemanes envíen el grueso de sus tropas. Pujol no pierde su prestigio ni tras el desembarco real. El 29 de julio de 1944 Hitler le concede la Cruz de Hierro por sus «extraordinarios servicios a Alemania». Ese mismo año, en una ceremonia secreta, recibe el título de Caballero del Imperio Británico. Caso único, los dos antagonistas lo condecoraron.
Miguel Piernavieja resultó ser una calamidad para el oficio de espía
Piernavieja se alquiló un buen apartamento en el 116 de Picadilly. Pero su oficina era el Café de París, donde se regaba en alcohol y triunfaba con las bailarinas, que admiraban su porte espigado y su rostro alegre de fino bigotito. De regreso, se reconcilió con el régimen enrolándose en la División Azul, donde distinguió en combate. En sus años maduros, fue un alto directivo del Consejo Superior de Deportes.
Por último, los nuevos documentos airean que el M15 espió durante décadas todas las llamadas y correspondencia de los historiadores Eric Hobsbawm y Christopher Hill, ambos de conocida militancia comunista. Están considerados dos de los más brillantes en su campo del siglo XX británico.