8 de marzo de 2011

El proyecto de tecnificación de las vallas no ha podido culminarse
ABC
PALOMA CERVILLA / MADRID
Día 08/03/2011
ABC
Base General Menacho de Botóa, donde se robaron 30 armas
«Hemos vueltos a fregar y pronto vamos a tener que volver a las garitas». Esta elocuente y significativa frase pronunciada por un miembro de las Fuerzas Armadas, pone de manifiesto el malestar que existe en el seno de los Ejércitos por los sucesivos recortes presupuestarios que está sufriendo el Ministerio de Defensa en los últimos tres años. Lo de menos es que los militares tengan o no que limpiar sus despachos, «no se nos caen los anillos», sino que esta reducción económica está afectando seriamente a la inversión en infraestructuras y, lo que es peor, a la seguridad de las instalaciones militares.
El robo de treinta armas (diez pistolas y veinte subfusiles) en la Base General Menacho de Botóa en Badajoz, sede de la Brigada de Infantería Mecanizada «Extremadura XI», ha reabierto el debate sobre si los sistemas de seguridad con que cuentan los cuarteles son eficaces y si, lo que es más importante, son modernos y están en perfecta condiciones de uso. La respuesta de las fuentes militares consultadas por ABC es que no.
El caso del cuartel de Badajoz es un botón de muestra de lo que sucede en otras instalaciones militares. Al margen de las circunstancias en que se produjo el robo, que todavía están sin aclarar y bajo secreto de sumario, la realidad es que, como desveló ABC, el sistema de alarmas de esta base tiene una antigüedad de once años. Una vida demasiado larga para las cámaras que deben vigilar las entradas y salidas del recinto y el perímetro de una superficie de gran extensión como la de esta base extremeña.
«Chapucillas»
Pero lo que sucede en Badajoz se repite en otros acuartelamientos de España donde «no tienen ni cámaras» y en los que la política a la que han sido abocadas por los recortes económicos de Zapatero es ir de «chapucilla en chapucilla», aseguran fuentes militares. El principal problema es que no se ha llegado a culminar el proyecto de tecnificación de los perímetros de las vallas de los cuarteles, que se puso en marcha hace una década, ya que «el dinero llega cuando va llegando» y todavía «falta mucho por hacer». Agrava esta situación que «los cuarteles están vacíos. Estaban pensados para mucha gente y ahora la gran mayoría vive fuera de ls instalaciones, por lo que hay que estudiar medidas de seguridad adicionales».
A esta conclusión ya han llegado los militares antes de que el Ministerio de Defensa finalice la revisión de la seguridad de los cuarteles, como así anunció tras producirse el robo de Badajoz. Las fuentes consultadas se preguntan si cuando se constate esta falta de seguridad «Defensa estará dispuesta a asumir el coste».
La raíz de este problema de falta de medios no está en el trabajo de los militares, que hacen lo que pueden por mantener la seguridad con las infraestructuras que cuentan, sino que el Gobierno no solo recorta el presupuesto, sino que ha cambiado las prioridades. Como han venido asegurando los responsables de Defensa, con la ministra a la cabeza, la máxima prioridad es la seguridad de las misiones internacionales. Estas misiones han engullido más de 3.000 millones de euros en los últimos seis años.
Más gasto en misiones
España, según las fuentes consultadas, es el país occidental que destina menos dinero de su Producto Interior Bruto (PIB) a Defensa, con un 0,7 por ciento. Casi la mitad del siguiente país, Canadá, con un 1,1 por ciento Holanda destina el 1,15 y Francia el 2. A este bajo porcentaje se une el hecho de que, en los presupuestos, se destina una gran cantidad de dinero a las misiones en el exterior. Desde que Zapatero llegó al poder en 2004 ha duplicado el gasto en las misiones internacionales de España, que él llama misiones de paz pero que, en casos como Afganistán, son acciones de guerra. De 380 millones de euros ha pasado a más de 700 anuales, siendo la misión de Afganistán la que más dinero ha gastado con cerca de dos mil millones.
A la vista de esta situación, no es extraño que los militares comenten con ironía que quizás tengan que volver a las garitas, una vez que han vueltos a limpiar los cuarteles. «Cuando se quitó la mili se insistió que los militares no estaban para hacer garitas ni lipiar... pues poco a poco volveremos a las garitas».

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