22 de mayo de 2010

Los policías cambian la porra por la palabra

ABC

Los policías cambian la porra por la palabra

El «arte marcial del lenguaje» aterriza en las academias policiales como sustituto de la confrontación verbal o física


Diez frases para morderse la lengua
Los expertos en judo verbal señalan algunas frases que un policía nunca debería decir si no quiere acabar en mitad de un rifirrafe o denunciado:
- "Usted, venga aquí". Mejor pedirlo por favor o que el agente vaya al lugar.
-"Usted no lo entendería". Equivale a rebajar al otro. Sustituirlo por "permítame que le explique" o similar.
-"Así son las normas". Una explicación evita muchos problemas.
-"Esto no es asunto suyo". Más de lo mismo. Si a uno le cuentan procura entender.
-"¿Qué quiere que yo haga?". Si no lo sabe el policía a quién le voy a preguntar piensa el ciudano. Al menos debe ofrecerse a no cruzarse de brazos.
-"¡Cálmese!". Lo peor que se puede soltar, sobre todo si se acompaña de un grito o
una amenaza. Lo apropiado es partir de un tono conciliador.
-"Usted nunca o usted siempre". Los instructores piden que se evite a toda costa porque lleva dibujado un problema implícito.
-"Esto es por su bien". Si es así, el policía tendría que añadir la importancia de ponerse de acuerdo y recomendarle al ciudadano como actuar.
-"¡'Sea razonable, por favor!". Quién no se levanta de vez en cuando con el pie cambiado. Ante todo reconduzca esa situación pero con otras palabras.
Los diez "mandamientos" se resumen en dos: convenza y luego ejerza. Ya le queda menos para ser un líder verbal


CRUZ MORCILLO | MADRID
ActualizadoViernes , 21-05-10 a las 17 : 23


“Conseguir que el otro haga lo que yo quiero que haga pero porque él quiere hacerlo”. Este aparente trabalenguas es la base del judo verbal, un método americano que empieza a implantarse en la formación de los policías españoles. Los profesores les enseñan a cambiar una palabra hostil por un diálogo educado, a dar la vuelta a una situación conflictiva. Al final el agente y el ciudadano no se irán juntos de copas pero en el 90 por ciento de los casos, según los defensores del sistema, tampoco acabarán enfrentándose o denunciándose en el peor de los casos.
Imaginemos que acaban de asaltar una tienda. La propietaria llama a la Policía y los funcionarios acuden al cabo de quince minutos. La víctima para entonces está de los nervios y se despacha con un ¡ya era hora de que vinieran! o algo similar. El agente, al que han tardado en avisar, le dice que no es culpa suya o que no es el único caso. Eso enciende aún más a la otra persona. Si el funcionario no toma las riendas y rebaja la tensión la situación puede acabar descontrolada. El judo verbal o comunicación táctica-policial ayuda a evitar cualquier atisbo de confrontación verbal y física. Ya lo ha probado la Policía Municipal de Madrid y la de Murcia.
Si saca una navaja, olvídese del judo verbal
“Está destinado a intervenciones retóricas y en esas funciona casi siempre. Si un tipo saca una navaja o le está dando una paliza a otro no hay judo verbal que valga. En cambio, en esos conflictos de tráfico del día a días, esas pequeñas reyertas, las denuncias que presenta el ciudadano en una oficina policial... en esos contextos es efectivo”, explica Vicente Márquez, mando de Policía Municipal de Madrid y uno de los veintitantos instructores del método acreditados en España. Otra ventaja añadida es que los policías pueden ahorrarse un buen número de denuncias de ciudadanos que se sienten maltratados –en Madrid se han disparado desde el debut de los agentes de movilidad-.
La palabra es el arma utilizada; la negociación, la persuasión y las habilidades sociales, las estrategias seguidas para ganarse la confianza y asumir el liderazgo. Ni más ni menos que una especie de retórica de Aristóteles del siglo XXI o sin irnos tan lejos, una versión americana de la cartilla del Duque de Ahumada, el creador de la Guardia Civil que recoge perlas como “el guardia civil será prudente sin debilidad, firme sin violencia y político sin bajeza” o “sus primeras armas deben ser la persuasión y la fuerza moral recurriendo a la que lleve consigo sólo cuando se vea ofendido por otras o sus palabras no hayan bastado”.
Una franquicia
La idea del “arte marcial del lenguaje” partió de George J.Thompson en Estados Unidos hace 25 años. Tras varios fracasos matrimoniales este experto en comunicación se hizo policía. Nada más llegar se dio cuenta de que su formación académica no servía en la calle y que su compañero de patrulla, un veterano tosco, lidiaba con los problemas a base de buenas palabras. Así nació el método judo verbal que se implantó como obligatorio en todas las academias de policía norteamericanas tras el caso Rodney King, el afroamericano al que apalearon varios agentes blancos y que desencadenó una oleada de disturbios raciales. Después del 11-S el sistema se trasladó también a la formación del personal de vuelo y en la actualidad es una biblia para directivos. Fue un cabo de la Guardia Civil quien trajo la franquicia a España hace tres años, aunque en este Cuerpo el método no se imparte (para eso está la cartilla de Ahumada). La Policía Nacional tampoco lo ha adoptado en sus planes oficiales, si bien el Sindicato Unificado de Policía ofrece cursos. Los Mossos d’Esquadra, uno de los Cuerpos que más críticas ha recibido, ha sido el último en sumarse a esta formación táctica.