29 de mayo de 2010

Academia en la selva - Instructores españoles para el Ejército somalí

ABC

Academia en la selva

EDUARDO S. MOLANO

Sábado , 29-05-10


Ni siquiera saben cómo sujetar su fusil, pero están llamados a convertirse en la elite del Ejército del Gobierno de transición que trata de pacificar Somalia. Desde el pasado martes, un grupo de militares españoles entrena en la vecina Uganda a los soldados que tendrán que hacer frente a los rebeldes islamistas que operan por todo su país. Tras el fracaso de los cursos programados anteriormente por la Legión Extranjera francesa y el Ejército estadounidense, los militares españoles se disponen a formar y adiestrar para el combate a la nueva guardia pretoriana somalí. «Pese a su aspecto débil, cualquiera de estos soldados es capaz de aguantar varias horas bajo al sol, mientras que los más expertos militares europeos desfallecerían en tan sólo unos minutos», asegura el teniente Diego Álvarez, encargado de la instrucción de los nuevos soldados, en un reportaje que publicamos en páginas interiores. Desde 1991, el conflicto de Somalia se ha cobrado la vida de al menos un millón de personas y provocado el éxodo de miles de refugiados. «Esta región presenta unos embriones que se han ido desarrollando gracias a los tentáculos del terrorismo islamista, pero que todavía estamos a tiempo de controlar, señala en ABC Ricardo González Elul, coronel jefe de la misión europea. Arriba, militares españoles, junto a un grupo de soldados somalíes en la selva del suroeste de Uganda. -Internacional


Instructores españoles para el Ejército somalí

38 militares españolas adiestran, desde el pasado martes, a decenas de reclutas somalíes para formar la élite armada del Gobierno de Transición Federal de Somalia

«Aquí hay un embrión del terror islamista»

EDUARDO S. MOLANO | BIHANGA (UGANDA)


Amparados bajo el anonimato que proporciona la selva del suroeste de Uganda, treinta y ocho militares españoles instruyen, desde el pasado martes, a decenas de somalíes destinados a convertirse en la élite armada del Gobierno de Transición Federal. Una misión europea -denominada EUTM-Somalia-, de la que formarán parte 141 soldados de 14 nacionalidades diferentes, y que abrió esta semana sus puertas a ABC.
Como señala a este diario el comandante español Carlos Asensi, «durante el próximo año, al menos dos mil militares seleccionados por el Gobierno de Mogadiscio serán entrenados en el campamento de Bihanga bajo la coordinación del cuartel general de Kampala; tras haber superado una formación básica proporcionada por el Ejército de Uganda».
Crear estructuras
Para el comandante, el principal objetivo de la misión es «crear unas estructuras militares eficaces que permitan la pacificación de Somalia y lograr así la expulsión de los rebeldes islamistas que operan en el país».
Una misión que se desarrollará en dos periodos consecutivos de formación, con una duración de seis meses cada uno, y en el que los militares somalíes serán adiestrados para las clases de oficiales, suboficiales y tropa.
Sin embargo y pese a que, sobre el papel, la totalidad de los reclutas deben contar con experiencia en combate, no resulta extraño observar cómo algunos de ellos desconocen incluso la forma correcta de sujetar un fusil o protegerse del fuego enemigo.
De igual modo, otros muchos deben hacer frente al deficiente equipamiento -como la sustitución de botas de combate por simples borceguíes de agua- cedido por el Ejército ugandés.
«El mayor problema que nos encontramos a la hora de entrenar a los somalíes es su falta de homogeneidad, así como una deficiente preparación previa», se lamenta el teniente Diego Álvarez, jefe del equipo número cinco. «Por ello -señala el teniente- nuestra principal meta es que esa pirámide militar a la que aspira convertirse todo regimiento tenga la mayor base posible».
En los próximos meses, Álvarez y su equipo deberán adiestrar a esta nueva guardia pretoriana somalí -tras el fracaso de operaciones similares por parte de la Legión Extranjera francesa y el Ejército estadounidense- en diversas técnicas especializadas como la detección de artefactos explosivos o el combate en escenarios urbanos, en unos pelotones formados por alrededor de siete integrantes.
«Que su falta de preparación no te confunda -advierte el teniente español-; pese a su aspecto débil, cualquiera de estos somalíes es capaz de aguantar varias horas bajo el sol, mientras que los más experimentados militares europeos desfallecería en tan sólo unos minutos».
Ocho horas
Durante el próximo año, el trato humano de estos instructores europeos con sus «alumnos» quedará limitado a las ocho horas diarias de entrenamiento, por lo que todos estos somalíes deberán convivir en las «manyattas» -residencias o poblados- de los militares ugandeses.
Un periodo en el que su sueldo -apenas cien dólares al mes- será retenido por la Unión Europea para ser entregado una vez acabado el adiestramiento. Es una medida que busca impedir futuras deserciones.
Como reitera el coronel ugandés al mando del campamento de Bihanga, Winston Byaruhanga, «la mayor diferencia con operaciones pasadas es el compromiso por parte de la comunidad internacional con el Gobierno de Mogadiscio en mantener unido a este grupo de entrenamiento una vez que regrese a Somalia. En este caso, no sólo se trata de instruir a estos soldados, sino en mantener una serie de estructuras a las que se puedan acoger para gozar de una vida digna».
Sin embargo, y al margen de tretas económicas, la dificultad de comunicación se presenta como uno de los grandes problemas operativos de esta misión, al no disponer ningún militar del contingente europeo de la fluidez necesaria para expresarse en somalí o en árabe.
«De largo, el principal problema que tenemos en estos primeros días de aclimatación es el idioma», afirma el instructor ugandés Milton Opoka, obligado constantemente a intercambiar inglés y swahili, dependiendo de a quién se dirija.
Precisamente, en el caso del grupo español, es uno de los propios reclutas -Abduhalli Ibrahim Aden- quien ejerce en estos primeros días de improvisado intérprete con el resto de compañeros, ante la ausencia del traductor oficial.
El intérprete africano
Pero al margen de sus virtudes idiomáticas, a sus 28 años, este intérprete africano ejemplifica la realidad de un conflicto -el de Somalia- que desde 1991 se ha cobrado la vida de al menos un millón de personas.
En la actualidad, la mujer de Ibrahim Aden y sus tres hijos malviven en el campo de refugiados keniano de Dadaab, mientras el resto de su familia se encuentra en una de las zonas controladas por los rebeldes islamistas de Al Shabab. Un drama personal que, sin embargo, no le impide agradecer al contingente español esta «oportunidad de convertirse en un líder del mañana y contribuir a la reconstrucción de su país. Eso sí, siempre que todos recibamos el dinero prometido».