14 de junio de 2016

Homosexualidad: el mito romántico y la trágica realidad

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Homosexualidad: el mito romántico y la trágica realidad

El movimiento homosexual presenta una visión idílica y romántica de su estilo de vida, a la que fielmente hacen eco la industria del entretenimiento y la media de izquierda. Hollywood presenta a los homosexuales y lesbianas como jóvenes, de buena apariencia, saludables e irradiando felicidad. Asimismo, las parejas homosexuales son presentadas como románticas y exitosas.
El psicólogo Gerard van-den-Aardweg
Esta imagen de la pantalla está en completa contradicción con la trágica realidad y contribuye poderosamente a la aceptación o al menos a la indiferencia con que muchos ven la legalización de tales uniones.
Contenido [mostrar]
a) La trágica realidad
La trágica verdad es que esta imagen romántica de “amor” homosexual contrasta con la realidad. Detrás del alegre barniz, el estilo de vida homosexual está lleno de violencia, infidelidad y trauma.
Los hechos fríos y rudos prueban que el sentimentalismo erótico (y neurótico) entre personas del mismo sexo nada tiene del amor conyugal, que une a un hombre y a una mujer en el legítimo matrimonio tradicional contraído de acuerdo con el plan de Dios y la ley natural. Ninguna coreografía puede ocultar la verdad.
b) Una “monogamia” indeseada
Si la homosexualidad quiere ser aceptada como normal, necesita parecerse con la heterosexualidad. Por esta razón, el Movimiento Homosexual crea el mito de la “monogamia” homosexual [1] en el cual las “parejas” estables guardan una “fidelidad” semejante a la del verdadero matrimonio.
Sin embargo, una relación basada en un sentimiento y una tendencia desviados no puede crear las condiciones para la fidelidad que se encuentran en el verdadero matrimonio monogámico. Las pocas parejas homosexuales que mantienen vínculos estables son excepcionales. Además, la estabilidad en el mundo homosexual no significa fidelidad.
En realidad, el mito de la “monogamia” va en sentido contrario a la experiencia homosexual. En un estudio de jóvenes homosexuales holandeses, la Dra. Maria Xiridou, del Servicio Municipal de Salud de Amsterdam indicó que las relaciones duran una media de entre 1 y 1½ años. Ella también informó que cada homosexual tiene al mismo tiempo como promedio otras ocho parejas por año.[2]
La activista lesbiana Brenda Schumacher afirma que “no todas las lesbianas están interesadas en la monogamia o en la monogamia sucesiva.” [3]
El psicólogo Gerard van den Aardweg afirma: “La intranquilidad homosexual no puede ser apaciguada, mucho menos teniendo una pareja, porque estas personas son impelidas por un insaciable deseo de una inalcanzable imagen fantasiosa.” [4]
c) Haciendo que el Marqués de Sade “parezca una enfermera de la Cruz Roja”
El célebre Best-seller de Marshall Kirk y Hunter Madsen, “After The Ball”
Marshall Kirk y Hunter Madsen afirman: “Los hombres homosexuales tienden a traer a su relación una serie de conceptos erróneos, neurosis y expectativas irreales, y sobrecargan sus amoríos más allá del punto en que pueden manejarlos.” [5]
No podría ser de otro modo en una relación basada en una pasión antinatural y desordenada de la carne. Como San Pablo enseña: “Ahora la obra de la carne es obvia: inmoralidad, impureza, vida licenciosa, idolatría, brujería, odios, rivalidad, celos, explosiones de furia, actos de egoísmo, disensiones, discordias, ocasiones de envidia, borracheras, orgías y cosas semejantes.” [6]
Kirk y Madsen dan una cierta visión de cómo las palabras de San Pablo se aplican al mundo homosexual: “El bar homosexual es la arena de competencia sexual que saca a la luz todo lo que es más repugnante en la naturaleza humana. Allí, despojados de la apariencia de sabiduría y euforia, los homosexuales se revelan como obstinados y egoístas predadores sexuales… y representan papeles de desdén y crueldad que hacen que el Conde de Sade parezca una enfermera de la Cruz Roja.” [7]
d) Un infierno de promiscuidad
La promiscuidad del estilo de vida homosexual bordea lo inimaginable. Todas las estadísticas, memorias y biografías homosexuales señalan la promiscuidad, con consecuencias abismales en materia de salud pública y social.[8]
Esto se debe a que los homosexuales simplemente no ven la promiscuidad como perjudicial. Como dice el escritor homosexual Lars Eighner: “No veo nada errado en la promiscuidad homosexual. Pienso que es uno de los aspectos más positivos de la vida gay que la gente de circunstancias muy diferentes puedan alcanzar intimidad muy rápidamente.” [9]
Thomas E. Schmidt, director del Westminster Institute, de Santa Bárbara [EE.UU], nota que “la promiscuidad entre hombres homosexuales no es un mero estereotipo, y no es sólo la experiencia mayoritaria – es virtualmente la única experiencia.” [10]
Los científicos sociales Robert T. Michael, John H. Gagnon, Edward O. Laumann y Gina Kolata realizaron una amplia encuesta sobre el comportamiento sexual norteamericano y publicaron su trabajo en 1994. Los autores comentan las investigaciones hechas por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en 1982, cuando el SIDA apareció, y concluyen: “Los hombres gay con SIDA entrevistados a comienzos de 1980 informaron que tenían como promedio 1.100 parejas en sus vidas y algunos habían tenido muchas más.” [11]
e) Tasas más altas de “violencia doméstica”
El estilo de vida homosexual es también caracterizado por tasas más altas de violencia doméstica.
Quizá influenciada por el enfoque de Hollywood, Kali Munro, psicoterapeuta de lesbianas, escribe: “Cuando oí hablar por primera vez acerca de la violencia en las relaciones entre lesbianas, me pareció difícil de creer. No calzaba con mi imagen idealizada de la comunidad lesbiana.” [12]
Numerosos autores documentan la violencia en parejas homosexuales y lesbianas.[13] Un estudio publicado en diciembre de 2002 en el American Journal of Public Health concluyó:
Las tasas de víctimas de agresiones entre hombres urbanos que mantienen relaciones sexuales con hombres, son substancialmente más altas que entre hombres heterosexuales y posiblemente mujeres heterosexuales. Se necesita hacer esfuerzos de salud pública dirigidos a la violencia íntima entre esos hombres.[14]
Mayor abuso de alcohol y drogas
Drogas y alcohol
También se informa de tasas más altas de abuso de alcohol y drogas. El Dr. Schmidt proporciona hallazgos significativos:
Un estudio de Boston encontró que por los años 1985-1988, 80 por ciento de 481 hombres homosexuales habían usado marihuana…60 por ciento cocaína, 30 por ciento anfetaminas y 20 por ciento LSD. Un estudio canadiense en 1988-1989 encontró que 76,3 por ciento de 612 hombres homosexuales consumían habitualmente alcohol, 32,2 por ciento tabaco, y 45,6 por ciento al menos una droga. Un estudio nacional de 1.924 mujeres homosexuales realizado en 1984 encontró que el 83 por ciento bebía regularmente alcohol…el 47 por ciento fumaba marihuana y el 30 por ciento fumaba regularmente tabaco.
Cuando estos estudios consideran las conexiones [entre tales factores], muestran una correlación directa entre el número de parejas, el uso de droga y la probabilidad de sexo inseguro.[15]
f) SIDA y enfermedades sexualmente transmitidas
En Julio de 2002, la Asociación Médica de Gay y Lesbianas publicó un boletín sobre asuntos de salud especialmente dedicado a los homosexuales. En la publicación se observa:
Las enfermedades sexualmente transmitidas se producen en una alta tasa entre hombres gay sexualmente activos. Esto incluye infecciones EST que tienen tratamiento efectivo disponible (sífilis, gonorrea, clamide, parásito púbico y otras), y por otras para las cuales no hay cura disponible (HIV, Virus de Hepatitis A, B o C, Virus Papiloma Humano, etc.).[16]
Según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), el total estimado de casos de SIDA en adultos en Diciembre de 2002 era de 877.275. De este número, un total de 496.354 adultos, o 57 por ciento, murieron. El desglose de estos 877.275 casos por grupos de riesgo muestra que 420.790 casos, o 48 por ciento, resultan de contacto sexual entre hombres. Otros 59.719 casos, o 7 por ciento, resultan de una combinación de contactos entre hombres y uso de inyección de drogas.[17] Considerando que los hombres homosexuales suman menos que el tres por ciento de la población masculina, la desproporción es impresionante.
En su publicación “Una Mirada a la Epidemia HIV” el CDC afirma: “Por riesgo, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres (MSM) representan la mayor proporción de nuevas infecciones.” El boletín también estima que el 60% de todas las nuevas infecciones con SIDA, cada año, resulta de contacto sexual de un hombre con otro.[18]
g) Luchando con el suicidio
La depresión grave, así como pensamientos e intentos suicidas son también más frecuentes entre los homosexuales, especialmente cuando son jóvenes, que en la población en general. Aparecen estudios, uno tras otro, con los mismos resultados en ese sentido.
En su estudio de 1997 de 750 hombres entre 18 y 27 años de edad, Christopher Bagley y Pierre Tremblay informaron:
Tasas significativamente más altas de ideas y acciones suicidas ya ocurridas fueron informadas por hombres de orientación homosexual, llegando a 62,5% los que intentaron suicidarse. Estos hallazgos, que indican que los hombres homosexuales y bisexuales están 13,9 veces más en riesgo de un intento serio de suicidio, son coherentes con conclusiones anteriores.[19]
h) Jugando con fuego
Estos hechos prueban que la analogía entre la unión homosexual y el matrimonio tradicional no tiene base. Tasas más altas de violencia, epidemias y suicidio indican un estilo de vida que pone a sus trágicas víctimas en alto riesgo. En realidad, quienes entran en este altamente promiscuo e intranquilo mundo están jugando con fuego.
(In “En Defensa de una Ley Superior”. – Puede bajar gratuitamente el libro enhttp://www.accionfamilia.org/publicaciones/libros/defensa-ley-superior/)

[1] Desde una perspectiva etimológica, la palabra monogamia sólo puede ser usada para el verdadero matrimonio. (Del latin monogamia, del Griego, monogamos, monogamous, de mon- + gamos matrimonio, de gamein casarse.) Por esta razón, cuando nos referimos a las relaciones homosexuales, usamos comillas.
[2] Maria Xiridou, y otros., “The contribution of steady and casual partnerships to the incidence of HIV infection among homosexual men in Amsterdam,” SIDA, (2003) 17(7), p. 1031.[3] Rex Wockner, “Sex-Lib Activists Confront ‘Sex Panic,’” Pink Ink, Dec. 1997, Vol. 1, no. 3, www.khsnet.net/pinkink/vol1-3/sexlib.htm.[4] van den Aardweg, p. 62. (Destaques en el original.)[5] Kirk and Madsen, p. 320. Observaciones similares han sido hechas por especialistas. Cf. van den Aardweg, pp. 53-57, y Joseph Nicolosi, Reparative Therapy of Male Homosexuality (Northvale, N.J.ew Jersey: Jason Aronson, Inc., 1997), pp. 109-123.[6] Gal. 5:19-21.
[7] Kirk y Madsen, p. 313. El mal afamado Donatien Alphonse François, Conde de Sade, más conocido como el Marqués de Sade (1740-1814), fue un libertino impío cuyos escritos mezclan aberraciones sexuales con blasfemias y sacrilegios. Su práctica de torturar prostitutas para su propio placer sexual dio origen a la palabra sadismo.
[8] Cf. Alan P. Bell and Martin S. Weinberg, Homosexualities: A Study of Diversity Among Men and Women (New York: Simon & Shuster, 1978); “Resurgent Bacterial Sexually Transmitted Disease Among Men Who Have Sex With Men – King County, Washington, 1997-1999,” Morbidity and Mortality Weekly Report, Sept. 10, 1999, Vol. 48, no. 35, pp. 773-777.
[9] Lars Eighner, “Why I Write Gay Erotica,” www.io.com/~eighner/works/essays/why_i_write_gay_erotica.html.
[10] Thomas E. Schmidt, Straight & Narrow? Compassion & Clarity in the Homosexuality Debate (Downers Grove, Ill.: Inter Varsity Press, 1995), p. 108.
[11] Robert T. Michael, y otros., Sex in America: A Definitive Survey (Boston: Little, Brown and Co., 1994), p. 209.
[12] Kali Munro, “Talking About Lesbian Partner Abuse,” Siren, Oct./Nov. 1998, www.kalimunro.com/article_partnerabuse.html.
[13] Cf. www.lib.jjay.cuny.edu/research/DomesticViolence/v.html.
[14] Gregory L. Greenwood y otros., “Battering Victimization Among a Probability-Based Sample of Men Who Have Sex With Men,” in American Journal of Public Health, Dec. 2002, Vol. 92, no. 12, pp. 1964-1969.
[15] Schmidt, p. 111.
[16] “Ten Things Gay Men Should Discuss with Their Health Care Providers,” www.glma.org/news/releases/n02071710gaythings.html.
[17] Cf. www.cdc.gov/hiv/stats.htm.
[18] www.cdc.gov/nchstp/od/news/At-a-Glance.pdf
[19] Christopher Bagley y Pierre Tremblay, “Suicidal behaviors in homosexual and bisexual males,” Crisis (1997), Vol. 1, pp. 24-34. La cita está tomada del resumen hecho por los autores, y que está disponible en: www.virtualcity.com/youthsuicide/gbsuicide1.htm.

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