23 de junio de 2016

ABC - OPINION. EDURNE URIARTE: España, a merced de la ultraizquierda



EDURNE URIARTESEGUIR

España, a merced de la ultraizquierdaEdurne Uriarte

Una extrema izquierda revanchista nutrida por la intolerancia a la derecha y el resentimiento social
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Sí, digo bien, ultraizquierda. Y aún lo repito, ultraizquierda, porque si esto es así, si hay un peligro inminente y real de que España tenga un presidente de extrema izquierda, se debe, entre otras cosas, a que la mayoría o no quiere o no se atreve a llamar a Izquierda Unida y a Podemos por su nombre, y ese miedo a identificarlos ideológicamente incluye a parte de la propia derecha, esa que tiene como primera preocupación no molestar demasiado a los círculos progresistas. Es la clave para entender por qué hemos llegado hasta aquí, por qué un país democrático avanzado, moderno y europeo puede ser política y económicamente destruido por la extrema izquierda.
Por supuesto, es el PSOE el que tiene la llave para que la amenaza sea una realidad. Y si el PSOE es tercero, tal como auguran las encuestas, mi apuesta es que no pactará con los ultras, ni siquiera con el nombre de un posible independiente al frente del Gobierno, tal como sugería ayer mi colega Ignacio Camacho. Si de Pedro Sánchez dependiera, ese pacto se produciría. Lo demostró sobradamente tras el 20 de diciembre, dispuesto a cualquier acuerdo con tal de mantenerse al frente de su partido. Pero no así una buena parte de los barones socialistas que le exigirán la dimisión si el PSOE cae a la tercera posición y que no van a pasar ni por el referéndum independentista de la extrema izquierda ni por la autodestrucción del PSOE en un Gobierno dominado por Podemos.
Ahora bien, no sólo pueden fallar las encuestas y el PSOE mantiene la segunda posición, sino que también puede fallar mi previsión, y los ultras y los socialistas tengan tanto los escaños suficientes como el visto bueno de los barones. Porque lo indudable es que los extremistas han logrado la legitimación suficiente para formar ese Gobierno. Han conseguido la «normalización» de su marca, la interiorización social de Unidos Podemos como una coalición perfectamente aceptable desde todos los estándares democráticos para dirigir España. Y no por los trucos propagandísticos de Iglesias con lo de la socialdemocracia, sino por el plegamiento de todo el progresismo a las consignas sobre la normalización.
Contribuye una parte de la propia derecha que no duda en llamar ultras a los partidos de extrema derecha, pero muere de miedo antes de calificar así a Unidos Podemos. Y, por supuesto, contribuyen los centristas o liberales o lo que sean de Ciudadanos que se esfuerzan mucho más en vetar a Mariano Rajoy que en rechazar a la extrema izquierda, no vaya a ser que se enfaden esos jóvenes cuyo voto creen disputar a los ultras.
Este es el resultado de la «nueva política» y de los mensajes de la supuesta «regeneración democrática», el que algunos predijimos hace tiempo. Con una extrema izquierda revanchista nutrida por la intolerancia a la derecha y el resentimiento social y con un extraño centrismo alimentado por los enfadados con el PP y obsesionado con echar a Rajoy aunque sea a costa de hacer presidente a un perdedor. Y con un único partido, el PP, que garantiza el rechazo total a la extrema izquierda, que mantiene el respeto a la lista más votada y que está dispuesto a pactar con el PSOE y con C’s sin vetos a sus dos líderes. El problema para España es que ese partido va a ser apoyado por un 30 por ciento de los votantes, según las encuestas, y que eso da, en el mejor de los casos, para un Gobierno débil que será condicionado por la fuerza parlamentaria de la extrema izquierda. Esa a la que ni siquiera se atreven a llamar por su nombre.

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