31 de marzo de 2014
España llamaba catastrofistas ante el FMI a los que alertaban de la burbuja
el pais - AMANDA MARS Madrid 31 MAR 2014 - 00:00 CET365
“En estos tiempos casi aburridos de crecimiento generalizado, la prensa está particularmente ansiosa por buscar acontecimientos catastróficos en la continua búsqueda del nuevo enfermo de Europa. Tras leer las declaraciones preliminares de los directores, me doy cuenta de que probablemente desdeñamos excesivamente esta cobertura de la prensa, que uno podría llamar ‘la literatura del momentum catastrófico”. Estas palabras las pronunció el director ejecutivo por España, Ramón Guzmán, en su intervención el 16 de mayo de 2007 en la reunión del Consejo del Fondo Monetario Internacional (FMI), celebrada para analizar la economía española (lo que se conoce como el artículo IV),según consta en las actas, ya desclasificadas. La actividad seguía entonces aupada por los frutos de la burbuja inmobiliaria y el consumo había llegado a su pico, y el FMI veía con gran temor las posibilidades de pinchazo y una grave crisis.
Las declaraciones iniciales del resto de directores ejecutivos habían destacado las notables diferencias que había entre la visión de los técnicos de la misión que había analizado la economía española y la visión de las autoridades del país sobre los riesgos de la situación económica. Guzmán quiso aclarar que esas discrepancias se habían “malinterpretado” y que si en su declaración preliminar había destacado que con frecuencia se “sobrestimaban” las consecuencias del frenazo inmobiliario, “lo que queríamos reflejar es la extensiva cobertura que los acontecimientos del sector inmobiliario reciben en la prensa económica nacional e internacional”.
El milagro español empezaba a despertar recelos ya en aquel 2007, debido a que los precios habían empezado a bajar, pese a que aquel año pasado el PIB había crecido a un ritmo que hoy se antoja extraordinario, un 3,9%. Guzmán se afanó en argumentar que España no sufriría los efectos de una burbuja inmobiliaria. Es la época en la que el Gobierno de Zapatero defendía la idea de un “aterrizaje suave”. “Las predicciones de un freno brusco del crecimiento suelen empezar prediciendo desarrollos del mercado inmobiliario como de ‘burbuja de activos’ y presentando su participación en el crecimiento a lo largo de los años como ‘improductivo”, señaló el director ejecutivo, y recalcó que “este análisis falla, por una aparte, al captar los fundamentales que están detrás de los precios del sector inmobiliario en España en los últimos años”. Además, agregó que este planteamiento “olvida la fuente de riqueza adjunta al desarrollo de una industria sofisticada de turismo de servicios, salud y otros servicios para pensionistas y otros residentes europeos” en referencia al “modelo de Florida”. Así que, si bien admitió que las implicaciones financieras de este “exceso de inversión” eran “innegables”, recalcó que “el riesgo de un ajuste brusco estaba sobrestimado”.
El director ejecutivo también defendió el espíritu reformista de España contra lo que criticaba el estudio de los técnicos del FMI. “Al contrario de lo que un lector apresurado del informe de los técnicos podría inferir, las autoridades consideran que se ha hecho un gran progreso con los años al poner a España entre los máximos reformistas de Europa”, sacó pecho Guzmán. No obstante, recalcó que debía mejorar la productividad y prometió que no habría “riesgo de una actitud autocomplaciente en el futuro”.
No lo había. Eso también lo dejaba claro el comunicado que luego se hizo público tras la reunión. Los directores ejecutivos alababan el crecimiento económico, la buena marcha del empleo y el superávit de las cuentas públicas, pero alertaron sobre un ajuste superior a lo previsto, la necesidad de recuperar la competitividad con relación a la zona euro y “una posible corrección de los altos precios del sector inmobiliario”.
Los datos de construcción del Ministerio de Fomento empezaban a mostrar los síntomas de agotamiento del modelo: las cerca 665.000 viviendas libres iniciadas en 2006, el año cumbre, encogió hasta las algo más de 530.000 en 2007. Y en 2008 llegó ya el gran derrumbe: se iniciaron algo menos de 238.000.
El número dos del departamento europeo del FMI, Alessandro Leipold, advertía de que tanto los técnicos del organismo, como la OCDE y el Banco de España coincidían en calcular “una sobrevaloración de entre el 20% y el 30%” del mercado inmobiliario. Sin embargo, Guzmán argumentó que la escalada de precios de los últimos años se debía a factores no especulativos, como el aumento de la demanda por el boom migratorio o de la “desconstrucción” de la unidad familiar tradicional, así como la caída de los tipos de interés, el apetito de los inversores de otros países europeos, entre otros.
Pero el deterioro posterior de las cifras de construcción explica bien porque en la siguiente reunión del Fondo, que tuvo lugar en marzo de 2009, esta “posible corrección” se transformó en un cálculo de una posible caída de precios potencial del 30% desde el pico. España estaba ya entonces en recesión y el economista jefe para España, Bob Traa, defendió su cálculo explicando que se habían reunido con los analistas de Caja Madrid y en sus propios modelos esperaban una bajada del 32% y que el BBVA estimaba entre un 24% y un 28%. “Así que nuestra estimación del 30% no es imposible, lo siento”, advirtió. Ese 30% es la caída de precio aproximada que se calcula hoy por hoy.
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