8 de diciembre fiesta de la Inmaculada Concepción de la Purísima Virgen María Madre y Señora Nuestra
Patrona del arma de la Infantería española
Inmaculada de Zurbarán
HIMNO DEL ARMA DE LA INFANTERIA ESPAÑOLA
LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARIA Y EL EJERCITO ESPAÑOL
La devoción a María en el misterio de su Concepción sin mancha era común a todos los españoles, como se ha visto en las páginas precedentes. Siendo el Ejército -antes de existir las tropas permanentes- el pueblo en armas, necesariamente debía participar de 1as mismas creencias, reconociendo de manera explícita este privilegio concedido a la Virgen Santísima.
Algunas pruebas de la creencia del Ejército en la Concepción Inmaculada
No faltan, sin embargo, pruebas evidentes de que así era en efecto.
En las Navas de Tolosa, dice la tradición que el Arzobispo de Toledo intervino con sus soldados, luchando con valentía y denuedo, y que en el estandarte que llevaba aparecía la imagen de la Virgen en su Inmaculada Concepción.
El vencedor de Granada, estando para dar el asalto a esta plaza, mandó erigir un altar en medio del campamento dedicado a Maria en su Concepción. Antes de descargar el ú1timo golpe a los enemigos del nombre cristiano, hace voto de consagrar la Mezquita de la ciudad a Maria concebida sin mancha. Dase el asalto entre arroyos de sangre y entra después triunfador el rey don Fernando con su esposa, doña Isabel, a coger los laureles de la victoria.
Se aclama a la Reina de cielos y tierra Y es proclamada. Patrona de aquel. florido reino en el misterio de su concepción Inmaculada.
La Inmaculada Concepción, Patrona de los Tercios españoles
Mas el motivo de que el infante español haya proclamado Patrona. suya a la Inmaculada concepción fué un hecho portentoso acaecido en la isla de Bommel -entre los brazos de los ríos Mosa y Vakal- el día 7 de diciembre de 1585.
Guarnecían esta isla 5.000 españoles del Tercio de Holanda, mandados por Francisco de Bobadilla. Cinco mil españoles que, en frase del almirante francés Bonnivet, parecían "cinco mil hombres de armas, y cinco mil caballos ligeros, y cinco mil infantes, y cinco mil gastadores, y cinco mil diablos".
El conde de Holac, que mandaba la escuadra Protestante, sitia la isla. El bloqueo se estrecha cada día más. La lucha, continua y cruel, va eliminando poco a poco a los soldados de Bobadilla. Secretamente piden los españoles auxilio a Farnesio y al conde de Mansfield sin resultado práctico. Cuando los pertrechos de guerra y de boca estaban casi agotados, el conde Holac les intima a la rendición, ofreciéndoles grandes ventajas.
El consejo de capitanes da la siguiente respuesta: "Los españoles prefieren la muerte a le deshonra." Al oír esta respuesta el conde Holac tiene una idea diabólica, que pone en práctica: las aguas del Mosa discurren por un cabal más alto que el terreno ocupado por los españoles. Abre un enorme boquete en el dique que las contiene y las aguas se precipitan, viéndose los españoles rodeados de un mar que los obliga a retirarse a las dunas que sobresalen y al montecillo de Emplen para no perecer ahogados, quedando sitiados por el agua y presos en tres islotes a merced de la. escuadra protestante. Pasaron allí cinco días mal vestidos, mal alimentados, empapados de agua y ateridas de frío.
Un soldado rompió con un zapapico el hielo que cubría la trinchera, y al profundizar en la tierra tropezó con un objeto de madera. Era una tabla en la cual vio, con gran sorpresa y alegría, qué estaba pintada en frescos colores la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
A los gritos de júbilo de este soldado acuden sus compañeros, y, colocando la imagen de Maria Inmaculada sobre la bandera española, caen todos de rodillas y cantan la. Salve.
Pronto llega Bobadilla, y, considerando el hallazgo de aquella imagen como señal de una próxima protección celestial, dirige a los soldados estas palabras: “¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota; el milagroso hallazgo viene a salvarnos. ¿Queréis que se quemen las banderas, se inutilice la artillería y abordemos de noche las galeras, prometiendo a la Virgen ganarlas o perder todos, todos, sin quedar uno, la vida?..."
"¡Sí, sí; queremos!", fué la unánime respuesta de aquellos héroes.
La imagen de la Inmaculada Concepción fué seguidamente trasladada a una iglesia que había en el montecillo de Emplen y re la colocó en un trono, teniendo como dosel la bandera de España.
Aquella misma tarde, 7 de diciembre, se levantó un viento fuerte e intensamente frío que barrió parte de las aguas y éstas comenzaron a congelarse.
La escuadra protestante, ante el temor de quedar apresada entre los témpanos del Mosa congelado, levanta el cerco y se retira. Cuentan los historiadores que el conde de Holac pronunció entonces estas palabras: "Parece que Dios es español, pues ha obrado tan gran milagro."
Los españoles, marchando sobre las aguas heladas del río Masa, atacan con coraje y ardor guerrero a la escuadra protestante y alcanzan una completa victoria al amanecer del día 8, fiesta de la Purísima, contándose entre el botín de guerra diez navíos de bastimentos de boca y armas, toda la artillería y munición enemiga y 2.000 prisioneros.
El mismo día, 8 de diciembre de 1585, se celebren actos religiosos de acción de gracias y es trasladada a Balduc la imagen de la Inmaculada Concepción de María.
Por aclamación fué nombrada la Inmaculada Concepción Patrona de todos los Tercios de Flandes e Italia, fundándose una Cofradía bajo el titulo de Soldados de la Virgen, Concebida sin Mancha, siendo Bobadil1a el primer cofrade y figurando en esta Cofradía todos los alistados en los Tercios de Flandes e Italia.
Algo más tarde Alonso Vázquez estableció en su Legión la misma Cofradía en España.
Desde entonces la Inmaculada Concepción es Patrona de la gloriosa Infantería española, pues es sabido que el nombre de Tercio se cambió por el de Regimiento después del Tratado de Utrecht.
Las Ordenes Militares y la Inmaculada Concepción
Como una prolongación del Ejército español puede y debe considerarse a las Ordenes Militares, aunque actualmente hayan perdido su carácter guerrero.
Pues bien todas las Ordenes Militares tarde nuestra Patria no sólo, creían en la Concepción sin mancha de la Virgen María, sino que fueron defensoras decididas de este privilegio singular.
Los Caballeros de Santiago hicieron el año 1650 un voto del tenor siguiente. "Nosotros, Caballeros de la ínclita Orden de Santiago, congregados en la capilla real de nuestro rey Felipe IV, el día 30 de diciembre, dedicado a la Traslación de Santiago, firmamos de nuestro puño y letra esta escritura, en cuya virtud, en nombre de toda la Orden y todos sus Caballeros, religiosos y monjas, deseosos de restaurar la devoción de nuestros mayores a la Inmaculada Concepción de la Virgen Maria, y consagrando nos con nuevos vínculos a su servicio, profesamos, afirmamos y protestamos que la Virgen Madre de Dios, Maria Santísima, en el primer instante de su concepción y animación fué exenta e inmune de toda mácula de pecado original y juntamente redimida con más noble género de redención por los méritos de Cristo, su Hijo y Señor nuestro."
Los Caballeros de Calatrava, en Capitulo general celebrado el 23 de diciembre de 1652, se ob1igaron también con voto a defender la Concepción de Maria sin mancha de pecado, He aquí las palabras literales copiadas del acta de dicho Capitulo general: "Nosotros, siempre defensores, afirmaremos y propugnaremos que la Virgen Maria, Señora nuestra, fué concebida sin mancha alguna de pecado original, y que nunca pecó en Adán; antes al contrario, en el primer instante de su felicísima concepción, en que se juntó su alma con su cuerpo, fué prevenida con ingente colmo de gracia divina y preservada de la culpa original” .
Las Caballeros de Alcántara hacen el 2 de febrero de 1653 el siguiente juramento y voto: "De común acuerdo, postrados de rodillas, derramando nuestros corazones en afectos tiernos de servir a la Virgen, juramos y votamos sobre los cuatro santo Evangelios y a la Santa Cruz que ahora y siempre asentiremos, afirmaremos, profesaremos y defenderemos que la Virgen Santísima Maria, Madre de Dios y Señora nuestra, en el instante de su animación natural no tuvo mancha de pecado original en su Purísima y candidísima alma; por haber estado prevenida y preservada en el instante que el alma se unió al cuerpo con la gracia habitual santificante que la poderosa mano de Dios Omnipotente le infundió por virtud de los merecimientos de la pasión y muerte de Cristo nuestro Señor."
Los Caballeros de Montesa ,también profesaban y defendían este privilegio de la Virgen Maria, y en los estatutos de la Orden se determina que una de las divisas que habían de defender los Caballeros era la "Limpísima Concepción de la siempre Virgen Marta".
La Inmaculada es oficialmente nombrada Patrona del Arma de Infantería
Era evidente que el Ejército español profesaba una devoción grande a la Concepción Inmaculada de María. Sobre todo los Regimientos, Batallones, y otras Unidades del Arma de Infantería celebraban con cultos solemnes la fiesta de su Concepción sin mancha el 8 de diciembre, reconociéndola y proclamándola su Patrona y Abogacía. Así lo venían haciendo, entre otros, los Regimientos del Infante, de Zamora, de Mallorca, de América, de Guadalajara, de Murcia, de Segorbe, etc., etc.
Pero si esto era verdad, también era cierto que no existía disposición oficia1 que proclamase Patrona del Arma de Infantería a la Inmaculada Concepción.
Este reconocimiento oficial del patronazgo de Maria en su Concepción sin mancha sobre la gloriosa Infantería española tuvo lugar el año 1892.
Los altos jefes del Arma de Infantería , se reunieron en Madrid para inaugurar el Colegio de Huérfanos de su Arma. El teniente coronel Orozco, jefe del Batallón de Cazadores de Tarifa, aprovechó está ocasión para indicar la conveniencia de pedir que se declarase oficialmente Patrona del Arma de Infantería a la Virgen Santísima en el misterio de su Inmaculada Concepción, puede hecho era ya considerada como tal Patrona.
Todos dieron su conformidad y determinaron solicitarlo de las altas autoridades de la nación. Inmediatamente se inició la gestión necesaria por el cauce reglamentario.
Fué el teniente general don Fernando Primo de Rivera quien, en su calidad de inspector general del Arma, elevó la solicitud a la reina regente doña Maria Cristina.
Una real orden de 12 de noviembre de 1892, aparecida en el número 248 de la "Gaceta de Madrid", concedía a la gloriosa Infantería española la oficial proclamación del patronato de Maria Inmaculada.
He aquí integro el memorable documento:
"Patrona de Infantería. Ministerio de la Guerra. Cuarta Sección. Excmo. Señor: Considerando conveniente para mantener vivo el sentimiento religioso en los diversos Cuerpos y dependencias del Arma de Infantería y estrechar los vínculos morales que unen a sus individuos lo propuesto a este Ministerio por el inspector general de la misma, en su comunicación de 27 de julio último, y teniendo en cuenta que ha sido aprobada la elección por el provicario general castrense, la reina regente del reino, en nombre de su augusto hijo del reino, en nombre de su augusto hijo el rey (que Dios guarde) se ha servido declarar Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción, que ya lo fué del antiguo Colegio Militar y lo es de la actual Academia General y de gran número de Regimientos. De real orden; etc. Dios guarde a V. E. Muchos años.”
Firma ésta: real orden el general Azcárraga, ministro de la Guerra.
Además del Arma de Infantería tienen por Patrona a la Inmaculada Concepción los Cuerpos de Estado Mayor, Intervención Militar, Farmacia Militar, Veterinaria Militar, Cuerpo Jurídico y Oficinas Militares.
La República implantada en España desde abril de 1931 a julio de 1936 abolió este patronazgo de la Virgen Inmaculada, pero fué anulada tal disposición por una O. C. Dada por el Jefe del Estado, con fecha 14 de noviembre de 1938 (“Boletín Oficial" número 139), en la cual se dice que quedan establecidas las disposiciones que nombraban santos patronos y protectores de cada una de las Armas y Cuerpos del Ejército, Armada y Aire.
La Infantería española rinde su bandera y su corazón a las plantas de María Inmaculada; la proclama su Patrona y Abogada; la reconoce como Reina y Señora en la tierra, y pide, para todos y cada uno de los que visten el uniforme militar, la gracia de poderla aclamar también algún día Reina, Señora y Madre, formando en las filas de su corte en el reino de los cielos.