12 de marzo de 2020

VELERO

miércoles, 11 de marzo de 2020


VELERO – 12/03/2020

Existe un velero de 56 metros de eslora, tres mástiles y 30 velas que surca los siete mares sin descanso. La quilla de su casco blanco corta todo tipo de olas y el velamen se iza en función de los vientos que se encuentre en su camino. Su mascarón de proa es una mujer que da nombre al barco: Europa.

Botado en 1911, el Europa es un último reducto para un pequeño grupo de navegantes experimentados que siguen mirando con fascinación al pasado, a esa época de grandes veleros surcando y descubriendo nuevas rutas de navegación. Izan y triman las velas cuadradas a mano en busca de vientos portantes, trabajan como gavieros trepando arriba y abajo de los mástiles y gavias, siguen las estelas y demoras de los antiguos marinos recreando sus viajes y comparten este particular estilo de vida con pasajeros de todo el mundo.

En septiembre del año pasado zarparon desde Sevilla para conmemorar y recrear la primera circunnavegación del mundo. La guía de la expedición estaba especialmente ilusionada de poder combinar su trabajo de historiadora naval con su pasión por la navegación tradicional cruzando el Atlántico tal y como hizo justo 500 años antes Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano.

A lo largo de tres meses atravesaron los trópicos, cruzaron el ecuador, atracaron en Montevideo y continuaron bajando latitudes hasta alcanzar las islas Malvinas, un paraíso desconocido para la gran mayoría.

Atrás quedaban las calurosas noches llenas de estrellas acompañadas del sonido de la armónica que tocaba el jefe de máquinas. Adiós a los baños en medio del Atlántico a una temperatura de 24 grados. Se aproximaban a latitudes que siempre ponen a prueba las habilidades marineras. Se sentían parte de la tripulación de Magallanes, parte de la expedición antártica de Shackleton como si los llevasen a bordo y los honran con sus viajes.

El trabajo a la par que emocionante es extenuante después de haber cruzado medio mundo enseñando a navegar de manera tradicional a los pasajeros, parajes que van desde Cabo Verde hasta las maravillosas playas de arena blanca y agua turquesa llenas de pingüinos. Los que llevan tres meses a bordo deben descansar, están agotados, pero no pueden evitar tomarse un último café a bordo antes de desembarcar.

Tras un mes de descanso se vuelven a reunir en su hogar flotante, esta vez en la ciudad de Ushuaia, el puerto base para los viajes anuales durante los veranos en la Antártida. Comienzan otra vez los preparativos para tener todo a punto cuando lleguen los próximos pasajeros. Vuelven a estar sentados en la mesa central de la biblioteca rodeados de libros, mapas, cuadernos de anotaciones y las cámaras fotográficas. Zarparan al amanecer con la intención de cruzar lo antes posible el temible paso de Drake y llegar al continente helado. Ese paso siempre es una incógnita, siempre es distinto. Este año las temperaturas han subido lo cual quiere decir que quizás el mar de Weddell esté abierto. No será fácil y tendrán que subir constantemente a lo alto del mástil, radio en mano, para poder encontrar un camino seguro entre las placas de hielo y los icebergs. Promete ser una aventura épica que no olvidarán jamás.

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