13 de marzo de 2020

CORAJE

jueves, 12 de marzo de 2020


CORAJE – 13/03/2020

Bajo el cielo de Andalucía, elevándose sobre el campo raso y abierto de una alegre mañana soleada, un caballero radiante de victoria y de gloria realiza una de las más bellas y expresivas manifestaciones del coraje humano, la fuerza de osar y de avanzar.

Hay una innegable belleza en contemplar a un hombre que fluctúa sobre las incertidumbres de los mares rumbo a un destino distante. Pero tampoco se puede negar belleza a este caballero, que parece navegar por los aires en circunstancias con las que aventaja a cualquier piloto aeronáutico, él no pilota una máquina, sino un ser vivo, cuya vitalidad y mutabilidad es gobernada superiormente por él. Es admirable la fuerza con que el caballo, tan bien dirigido, consigue vencer la atracción de la gravedad y se eleva en el aire.

Se percibe, además, una especie de dominio psicológico del caballero con relación al caballo, de manera que la osadía de aquel se refleja en este como en un espejo. ¡Es una sola osadía, un solo impulso en un solo vuelo!

La luz que se refleja sobre el caballo, realzando la musculatura y la fuerza del cuerpo, hace de él una especie de avioneta viva surcando los aires, no podría haber sido imaginada tan bella por ningún artista.

Contribuye poderosamente a la perfección de la escena el movimiento del pañuelo que el caballero lleva en la cabeza. El viento levanta esta pañoleta como el caballero al caballo. Y hay en ese tejido como que una palpitación imponderable de la victoria y la gloria alcanzadas por el caballero en el completo dominio de la situación.

La crin del animal que el viento ondea es también de una belleza que se diría pictórica y perfecta. Se asemeja a una llamarada escultural, pero llena de movimiento. La mirada del caballo parece devorar el peligro y su boca masticar el riesgo. Sin embargo, avanza confiando en el dominio de quien lo guía y se diría que sus patas delanteras esbozan un elegante reposo. Hay en él un equilibrio de los nervios, una flexibilidad y obediencia perfectas.

Estamos en presencia de una bella expresión del auténtico heroísmo humano, el cual no consiste tanto en el poder de destruir, sino en enfrentar el riesgo. Esa noción, el hombre pragmático, seguritario y tantas veces vil de nuestros días, la perdió de completamente o casi completamente. La esplendorosa escena sirve de lección y de ejemplo.

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