N O V E D A D E S
CONTRA-REVOLUCIONARIAS
martes, 24 de marzo de 2020
DEVOCIÓN – 25/03/2020
Hay una esclavitud que libera y hay una libertad que esclaviza. La esclavitud que libera nos la enseña San Luis María Grignion de Montfort. Se trata de la esclavitud de amor a la Señora de todos los Pueblos.
Grignion de Montfort ideó la esclavitud de amor a Nuestra Señora propia para todas las edades y todos los estados de vida, seglares o religiosos.
¿Qué hace la palabra amor, conjugada con la palabra esclavitud de modo sorprendente, ya que esta última es el señorío brutalmente impuesto por el fuerte al débil, por el egoísta al pobre a quien explota? Amor, en sana filosofía, es el acto por el cual la voluntad quiere libremente algo.
También en el lenguaje corriente querer y amar son palabras utilizables en el mismo sentido. Esclavitud de amor es el noble auge del acto por el cual alguien se da libremente a un ideal, a una causa. O, a veces, se vincula a otro. El afecto sagrado y los deberes del matrimonio tienen algo que vincula, que liga, que ennoblece. Más vinculante que el estado de casado es el del sacerdote. Y, en cierto sentido, más aún lo es el de religioso. Cuanto más alto es el estado libremente escogido tanto más fuerte el vínculo y tanto más auténtica la libertad.
Así, el santo propone que el fiel se consagre libremente como esclavo de amor a la Santísima Virgen, dándole su cuerpo y su alma, sus bienes interiores y exteriores, e incluso el valor de sus buenas obras pasadas, presentes y futuras para que disponga de ellas, a mayor gloria de Dios, en el tiempo y en la eternidad.
La Señora, como Madre excelsa, obtiene a cambio para sus esclavos de amor las gracias de Dios que eleven sus inteligencias hasta la comprensión lucidísima de los más altos asuntos de la fe, que den a sus voluntades una fuerza angélica para subir libremente hasta esos ideales, para vencer todos los obstáculos interiores y exteriores que a ellos indebidamente se opongan.
Llamando a todos los hombres a las cumbres de libertad de la esclavitud de amor lo hace en términos tan prudentes que el esclavo de amor puede dejar en cualquier momento esa elevadísima condición, sin cometer pecado. Esto puesto, se mantiene en esta condición de esclavo por un acto libre, implícita o explícitamente repetido cada día. Para todos los fieles la esclavitud de amor es pues, esa angélica y suma libertad con que la Virgen les espera sonriente, atractiva, invitándoles al Reino de Ella anunciado en Fátima.
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