24 de marzo de 2020

INSTRUMENTO




lunes, 23 de marzo de 2020



INSTRUMENTO – 24/03/2020

Una de las principales características de la Revolución es su procesividad. Así a lo largo de los siglos avanzó paso a paso, primero con el protestantismo, luego la Revolución Francesa, después el comunismo, le siguió el hipismo y ahora es el momento de implantar el tribalismo.

El tribalismo consiste en clausurar la civilización e imponer una sociedad tribal como la que los europeos encontraron cuando llegaron a las Américas. Aunque en un primer momento pueda chocar, en realidad hay una propaganda constante en esa dirección en los medios de comunicación dirigidos por las Fuerzas Secretas. Sin ir más lejos, Bergoglio, alias Francisco, el antipapa de la anti-iglesia, propugna ese modelo de sociedad. Para él los indios de la Amazonia son los modelos a imitar y por supuesto la civilización la identifica con el mal.

Por tanto, es indispensable desmontar los restos de orden que subsisten en el sistema para poder instaurar el tribalismo. Pero resulta que el hombre actual, acostumbrado a las comodidades del mundo moderno como los electrodomésticos, automóviles, la prosperidad material, las organizaciones empresariales, la industria, etc. no está dispuesto renunciar por las buenas a todo esto. No queda más remedio que imponérselo por una u otra vía.

En este momento lanzar una Tercera Guerra Mundial es arriesgado para los mentores del proceso revolucionario. Se necesita preparar el terreno para ese cambio tan drástico, preparar las mentalidades, ensayar el control de la opinión pública en la nueva situación.
Quizás se podría crear un virus en un laboratorio de guerra bacteriológica, un coronavirus, por ejemplo, y soltarlo para ir desvencijando el capitalismo, ensayando la caída del sistema, mentalizando a la gente de que se terminó la fiesta y que se den por contentos los que conserven aún la vida.

Eso explicaría por qué el Gobierno chino dejó extenderse inicialmente la epidemia, o el Gobierno social comunista de España no hizo nada durante 43 días para prevenir lo que era perfectamente previsible, o tantos otros como el inglés o el mexicano que facilitaron la expansión del virus en sus respectivos países. Eran las órdenes que tenían de sus jefes.

Ahora insisten en que todo volverá a la normalidad en poco tiempo. También lo decían en las guerras mundiales pero la "normalidad" recuperada después de cada una de ellas no tenía nada que ver con la que existía previamente. En eso consiste la procesividad, dos pasos para adelante uno para atrás y así sucesivamente. 

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