10 de marzo de 2020

COHERENCIA

lunes, 9 de marzo de 2020


COHERENCIA – 10/03/2020

Vivimos en pleno caos. Al leer esta frase inicial, habrá quien piense: "¡Qué manera banal de comenzar!" Realmente, banal, banalísima. Y ese concepto, ya de por sí banal, se presenta en su forma más elemental y, por así decir, perogrullesca, para realzar hasta el paroxismo su banalidad. De este modo se puede hacer sentir, incluso a los más optimistas, hasta qué punto es verdadero, evidente, indiscutible, que vivimos realmente en un caos. Ya que, en este caso, como muchos otros, banalidad es sinónimo de evidencia. Esa sensación de lo caótico nos asalta a cada paso, en la vida cotidiana. En todo momento vemos personas cuyo procedimiento de hoy está en contradicción con el de ayer, y entrará en contradicción con el de mañana. A veces, en la misma conversación, e incluso en una misma frase, nuestro interlocutor exterioriza convicciones que la lógica señala como incompatibles entre sí. Y es cada vez más raro que encontremos personas que se manifiesten coherentes con algunos principios fundamentales en todo lo que piensan, dicen y hacen. En la apreciación de esta realidad, las personas se clasifican en tres familias de almas.

Unos, los menos numerosos, comprenden, admiran y aplauden la coherencia. Por esto, estigmatizan la ilogicidad del ambiente y le imputan los peores frutos presentes y futuros.

Otros cierran los ojos y, cuando no pueden dejar de verlo, procuran justificarlo, la contradicción sería, según ellos, la ruptura necesaria del equilibrio ideológico de otras eras, el efecto típico del tumultuar fecundo de las épocas de transición. Por esto, la contradicción no produce desastres, sino en la epidermis de la realidad, y tiene que ser vista en último análisis, con benigna y sonriente indulgencia. La familia de almas que piensa de este modo era muy numerosa hasta hace algunos años. Pero viendo que el así llamado tumultuar fecundo de las contradicciones va tomando el cuño de una farándula de ritmo endiablado y consecuencias siniestras, van siendo más raros los que consiguen sustentar ante ella la despreocupación risueña y benigna de otrora. Una opción que aterroriza a las personas: por un lado, el caos entra como un tifón en su vida y, por otro lado, tener coherencia les parece duro, rígido, en una palabra, inhumano.

Bastante más numerosas son las personas que constituyen el tercer grupo o familia de almas. Suspiran delante de la contradicción caótica de nuestros días, se aturden… y no pasan de esto. Cambiar de posición les parece imposible. Pues, aunque la contradicción les asuste, por otro lado, antipatizan, en lo más profundo de su alma, con la coherencia. Les gustaría prolongar, contra viento y marea, su mundo agonizante, que resulta del "equilibrio" de ideas contradictorias, las cuales se "moderan" unas a las otras, en amable coexistencia. Y como para esa familia de almas las ideas están hechas para flotar en el aire, sin relación con la realidad, no hay, según ella, el menor riesgo de que ese "equilibrio" de contradicciones venga a romperse algún día y se quedan suspirando de brazos cruzados, a la espera obstinada de alguna cosa que haga pasar el caos, sin que se tenga que implantar el reinado de la coherencia.

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