11 de marzo de 2020

INCOHERENCIA

martes, 10 de marzo de 2020


INCOHERENCIA – 11/03/2020

La situación, intrínsecamente desequilibrada, que comentábamos ayer, es vista por los incoherentes como la quintaesencia del equilibrio. Veamos ejemplos concretos, en relación a esa familia de almas.

¡Cuántos hogares hay que acogen con una sonrisa cómplice la novela de televisión inmoral, o el libro sentimental y sensual, que pinta con colores fascinantes la imagen de la vida más disoluta! Este hogar se nutre de la certeza de que tales ilusiones no producen sino efectos platónicos. Sin embargo, si el hijo o la hija se descarrían, declaran que "ya no entienden nada", y que "el mundo de hoy es un caos".

Cuántos propietarios proclaman ante sus hijos o sus empleados las ideas más radicalmente igualitarias, toda superioridad de categoría es para ellos un insulto a la dignidad humana. Lo cual, dicho sea de paso, no le impide hacer buenos negocios y conseguir opulentos lucros… Si su hijo, o su hija, se hacen comunistas, se asustan. Si el empleado bien remunerado hace agitación, se desconcierta. No comprende que el caos y el desorden que él mismo predicó hayan producido frutos amargos de caos.

Sin embargo, en la misma casa que imaginamos, en la que entran la novela y el libro inmoral, el padre y la madre a veces predican también, para mantener el equilibrio basado en la contradicción, algunos principios cristianos de moral o de orden. Hablan sobre la legitimidad de la propiedad, declaman contra el comunismo y mantienen el respeto por ciertas tradiciones morales.

En la misma fábrica cuyo dueño se dice socialista avanzado, se hace propaganda anticomunista. Y si de repente, un hijo suyo o un obrero, se dedica a la defensa de esos principios, la sorpresa, primero, y la antipatía después, son enormes. ¿Cómo imaginar que de ese "equilibrio" se desatase en una opción coherente? ¿Que esos principios pudiesen dejar el mundo platónico de las ideas para engendrar militantes que los quisiesen inserir en el orden concreto de los hechos? ¿Cómo aceptar la presencia, en la convivencia familiar, de personas coherentes, lógicas, que toman en serio lo que se les enseñó sobre los fundamentos del orden social y de la civilización cristiana?

Así, en suma, esa familia de almas profesa un cómodo y risueño desorden de ideas. Desorden que viene de la convivencia, en una región totalmente platónica, entre fragmentos de bien y de mal, de error y de verdad. Algunos, en ese ambiente, optan por la integridad del desorden. Otros, por la del orden. Y por esto, los incoherentes se hunden en el susto y el llanto.

En el cuadro la Puerta del Sol de Madrid a comienzos del siglo pasado, cuando la sociedad comenzaba a derrapar peligrosamente en la incoherencia como reflejan la brutalidad de los tranvías junto a los elegantes coches de caballos.

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