18 de marzo de 2020

SERES

martes, 17 de marzo de 2020



SERES - 18/03/2020

Los seres minerales, no tienen sensibilidad ni tienen conocimiento. La planta puede tener reacciones, pero no tiene conocimiento. El animal tiene un grado de vida superior al de la planta, y tiene conocimiento. Por ejemplo, cuando un ratón pasa cerca de un gato, éste lo reconoce como un alimento y corre detrás de él, pues necesita alimentarse. También el ratón reconoce el gato, sabe que el gato suele tener hambre, lo identifica como un peligro y huye. Es natural que el gato y el ratón, teniendo ambos el instinto de conservación, quieran sobrevivir, en este caso el gato comer y el ratón huir.

Estas reacciones naturales de los animales existen en seres irracionales, por lo que no se deben a razonamientos, sino al conflicto de instintos de conservación que ambos tienen. Se trata de un mundo de operaciones admirablemente razonables que los animales poseen. Muchas veces son operaciones de gran complejidad, cuyo mecanismo los científicos llevan generaciones estudiando para explicar, y no siempre lo consiguen. Ellas están de acuerdo con el orden y la naturaleza de las cosas, simplemente por asociaciones de imágenes, reflejos, instintos, pero no son frutos de raciocinios.

Cuando el gato da un maullido lloroso, cuyo tono lastimero es infalible para conmover los corazones femeninos, es porque sabe que su dueña puede darle un poco de leche. Él no hace un raciocinio como éste: "Ella es dueña de la leche, y puede dármela. Por eso, si quiero leche, debo manifestarle que estoy necesitando leche. Cuanto más lloroso sea mi maullido, más probable que me la dé, por tanto, voy a requintar en mi maullido". El gato es totalmente incapaz de eso, lo que hace es movido por su instinto.

No deja de ser verdad que cuando tiene hambre, acaricia a la dueña, llevado por un conjunto de instintos, reflejos, movimientos que derivan del principio vital de él, de lo que podríamos llamar "alma". No un alma espiritual como la humana, sino un principio vital del animal. Un mineral, como la piedra, no tiene ninguna vida y no es capaz de nada de lo que sucede en el mundo animal.

El hombre es un ser mucho más complejo, tiene una razón que le lleva a comprender las cosas y hace todos los movimientos voluntarios de acuerdo con la consciencia. El raciocinio funciona asociado al instinto, y muchas veces el hombre completa la acción del instinto pensando, razonando. Algunas cosas se pueden hacer automáticamente, por un reflejo, sin necesidad de razonamiento, pero otras veces es necesario un razonamiento. Se puede incluso no saber, en un caso concreto, si actuamos racionalmente o sólo instintivamente. No siempre sabemos, en nuestra acción, cuál es el grado de colaboración de la naturaleza animal y cuál es la colaboración del alma racional. Por ejemplo, cuando alguien entra rápidamente en una habitación durante la noche, a buscar algo, instintivamente extiende la mano a un lado y enciende la luz. Es una mera asociación de imágenes y recuerdos, y hasta un animal sería capaz de hacerlo. También puede ser el resultado de un razonamiento: "Necesito más luz, voy a dar al interruptor".

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