3 de marzo de 2020

SALZBURGO

lunes, 2 de marzo de 2020


SALZBURGO – 03/03/2020

En la Viena de 1832 el joven aprendiz de pastelero Franz Sacher se encierra unas horas en la cocina para crear una tarta mezclando chocolates y al servírsela al príncipe Metternich consiguió sorprenderle. En 1890 la tarta de Sacher circulaba ya por toda Austria y comienza a traspasar fronteras, el encanto del chocolate se adueña lentamente del país alpino.

Un veterano maestro pastelero en Salzburgo, Paul Fürst, pasa largas horas maquinando en su cocina, hasta alcanzar el culmen del sabor que pasó la vida buscando. En sus manos se encuentra una pequeña bolita de mazapán recubierta de chocolate. Rápidamente comenzó a comercializarla bajo el nombre de Mozartkugeln, cuidadosamente envuelta con su característico papel dorado.

Estas dos delicias provocaron que Austria, un país de flores y colores intensos, diera un paso más en su rica cultura artística y subiera a un nuevo nivel, el más sabroso de todos. Bélgica, Alemania y Suiza observaron cómo les adelantaba rápidamente colocándose como el país número uno en la producción de chocolate. Y de todas las esquinas del país, Salzburgo destacó como la ciudad del chocolate.

Conocida por ser la ciudad que vio nacer a Mozart, entre sus edificios resonaron los primeros acordes del inmortal compositor. La urbe está dominada por la fortaleza de Hohensalzburg, construida durante el siglo XI y conservada en perfecto estado, uno no se imaginaría que rebosa de alegría y ricos sabores.

Impulsados por el éxito de la "bola de Mozart", el delicioso bombón relleno de mazapán y pistacho, numerosos maestros pasteleros probaron a crear sus propias recetas, y ahora es tan sencillo encontrar chocolate en Salzburgo como una cerveza fría en España. Bombones de chocolate blanco en forma de almendra perfecta, decenas de chocolates rellenos de licor, el wafer, clásico sándwich de galleta y chocolate, variantes que se desperdigan por la ciudad y conquistan las cafeterías.

Es dulce y provoca alegría, muy pocos quedan que no disfruten del chocolate. Quizás por eso a Salzburgo le cubra una espesa capa de felicidad. La confitería Berger y la tienda de chocolates Holzermayr son dos imprescindibles locales cuidadosamente decorados ocupando el espacio de una habitación. Negocios incluso más pequeños, encajados en las esquinas del casco antiguo sirven chocolates Zotter y recetas caseras.

También es habitual disfrutar de las representaciones con marionetas que ofrecen los artistas callejeros. Las tiendas de marionetas son pequeños museos de delicadeza.

Salzburgo, la dulce ciudad donde los más curtidos volverán a recordar lo que significó ser niño.

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