31 de marzo de 2020

PASIÓN


N O V E D A D E S

CONTRA-REVOLUCIONARIAS

lunes, 30 de marzo de 2020


PASIÓN – 31/03/2020

Vamos aproximándonos a la Semana Santa en la que se conmemora la Pasión de Nuestro Señor. El Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, pasa hoy por una pasión dolorosa. Su pasión en nuestros días consiste en su eclipse total mientras los hijos de las tinieblas la parodian, como se ve en la foto al camarada Bergoglio disfrazado de Papa para sustentar el comunismo en Cuba, y otros duermen indiferentes.

La verdadera piedad debe impregnar toda el alma humana, y, por tanto, también debe despertar y estimular la emoción. Pero la piedad no es sólo emoción, y ni siquiera es principalmente emoción. La piedad brota de la inteligencia, seriamente formada por un cuidadoso conocimiento de la doctrina cristiana, por un conocimiento exacto de nuestra fe, de las verdades que deben regir nuestra vida interior. La piedad reside también en la voluntad. Debemos querer seriamente el bien que conocemos. No basta, por ejemplo, saber que Dios es perfecto. Necesitamos amar la perfección de Dios y debemos desear para nosotros algo de esa perfección, es el ansia de santidad. Desear no significa apenas sentir veleidades vagas y estériles. Sólo queremos seriamente algo, cuando estamos dispuestos a todos los sacrificios para conseguir lo que queremos. Así, sólo queremos seriamente nuestra santificación y el amor de Dios, cuando estamos dispuestos a todos los sacrificios para alcanzar esta meta suprema. Sin esa disposición, todo el querer no es sino ilusión y mentira. Podemos tener la mayor ternura en la contemplación de las verdades y misterios de la religión, pero sí de ahí no sacamos resoluciones serias, eficaces, de nada valdrá nuestra piedad. Es lo que especialmente se debe decir en los días de la Pasión de Nuestro Señor. No vale apenas acompañar con ternura los varios episodios de la Pasión. Esto sería excelente, sin embargo, no es suficiente. Debemos dar a Nuestro Señor, en estos días, pruebas sinceras de nuestra devoción y amor. Estas pruebas, las damos cuando tenemos el propósito de enmendar nuestra vida y de luchar con todas las fuerzas por la restauración de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana.

Cuando el Señor interpeló a San Pablo, en el camino de Damasco, le preguntó: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Saulo perseguía a la Iglesia. El Señor le decía que era a Él mismo a quien Saulo perseguía. Si perseguir a la Iglesia es perseguir a Jesucristo, y si hoy también la Iglesia es parodiada, hoy Cristo es parodiado. La Pasión de Cristo se repite de algún modo también en nuestros días.

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