7 de agosto de 2018
NACHO ALDAY - LEVANTAMIENTO 04/08/2018
NACHO
ALDAY - LEVANTAMIENTO 04/08/2018
Tras
años de traiciones Rajoy ha dejado la España no comunista desmantelada y
entregado el poder a un conglomerado frente populista al estilo de 1936
compuesto por toda la escoria de la sociedad.
El
nuevo presidente luciferino lo primero que ha hecho es abrir las puertas a la
invasión islámica provocando el asalto impune a nuestra frontera africana.
Ante
esta situación el rey espera como un florero a que le tiren del trono.
El
Ejército se dedica a montar campamentos de acogida al enemigo y a esperar que
llegue el desfile del año que viene para sacar a pasear la cabra de la Legión.
La
Guardia Civil sale corriendo ante de los negros medio desnudos que saltan la
valla fronteriza, huye de los anarquistas catalanes mientras les tiran piedras,
llevan pistola apenas como elemento ornamental del cutre uniforme que les han
puesto, probablemente para hacernos creer que estamos seguros y que no van a
degollarnos al grito de “Alá es grande”, ni que nuestras mujeres van a ser
violadas. Sólo dispararían contra quien pretenda rechazar la invasión, pues
“para eso están ellos”. Es decir, para neutralizar cualquier reacción.
Los
políticos se dedican a ocultar que los musulmanes vienen a conquistar
Andalucía, que se está formando un califato en Cataluña, que el islám es un
sistema más totalitario que el nacismo de Hitler y sobre todo a impedir la
expulsión de esos invasores salvajes.
Los
medios de comunicación están volcados en presentar la invasión como una
emigración pacífica sin ningún peligro para civilización.
La
secta de los bergoglianos, la que se autodenomina iglesia “católica”, hace todo
lo posible para promocionar la invasión en nombre de la solidaridad, predica
que ninguna causa justifica la violencia, como sustentan sus gurús,
argumentando que es mejor vivir en una tierra devastada y sin honra antes que
morir.
Realmente la última esperanza está en el
pueblo que no se deje manipular por las logias del poder y reaccione
levantándose heroicamente como lo hizo contra la invasión napoleónica en 1808.
¡Dios lo quiere!
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