12 de abril de 2018
El alquimista del Barroco
El alquimista del Barroco
Tecnologías propias
de la física y la química aplicadas en la restauración de dos obras de Murillo
desvelan la magia de su pintura
La
obra de Murillo 'La multiplicación de los panes y los peces'. En vídeo, las
declaraciones sobre los análisis de las piezas del pintor. PACO PUENTES
Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla,
1618–1682) fue un alquimista. De una decena de colores básicos fue capaz de
extraer toda la gama de matices que inundan sus pinturas. Mezcló y creó
pigmentos para lograr transparencias, efectos de luz y tonos singulares. La
aplicación de tecnologías de análisis físicos y químicos a dos de sus obras más
importantes para su restauración por
parte del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), en colaboración con
el Centro Nacional de Aceleradores y las universidades de Sevilla, Jaén y
Catania (Italia), ha permitido un viaje en el tiempo para averiguar cómo
creó La multiplicación de los panes y los peces y Moisés haciendo brotar el agua de la roca, dos cuadros de sus últimos años (1670) que permanecen ahora
expuestos en el Hospital de la Caridad de Sevilla.
“Gracias a la ciencia y a la tecnología sabemos
cómo se realizaron las obras y las posteriores restauraciones, detectadas
gracias a la aparición de elementos anacrónicos, como un azul Prusia 300 años
posterior al nacimiento del pintor”, relata María Auxiliadora Gómez Morón,
investigadora del IAPH, entidad que dirige Román Fernández-Baca.
Murillo ensayaba en
los bocetos y pintaba directamente con las mezclas de pigmentos que necesitaba
para recrear metales, cerámicas, textiles y personajes. Ni siquiera dibujaba
previamente sobre la tela. Las imágenes iban surgiendo de sus morteros y sus
pinceles capa a capa sobre un lienzo tratado con tierra de Sevilla
Del análisis de las distintas capas del cuadro se
sabe que casi no existen arrepentimientos (rectificaciones hechas por el
pintor). Murillo ensayaba en los bocetos y, una vez que tenía clara la
composición, pintaba directamente con las mezclas de pigmentos que necesitaba
para recrear metales, cerámicas, textiles y personajes. Ni siquiera dibujaba
previamente sobre la tela. Las imágenes iban surgiendo de sus
morteros y sus pinceles capa a capa sobre un lienzo tratado
previamente con tierra de Sevilla.
Con todas las tecnologías aplicadas, según explica
la investigadora, se han podido determinar los materiales usados. La tela
incluye ese barro local que utilizaban los alfareros, calcita y negro humo
procedente de cenizas vegetales que permitían distribuir los ocres que
conforman la base de la pintura con diferentes tonalidades según las partes de
la escena a representar.
El extraordinario color azul del manto de
Jesucristo en el cuadro que representa la multiplicación de los panes y los
peces, se consiguió con capas de pigmentos rematadas con una finísima lámina de
lapislázuli, un mineral casi precioso formado por lazulita, calcita y pirita.
Era muy caro, por lo que Murillo recurrió a una extraordinaria habilidad
pictórica para obtener la tonalidad final con la aplicación de
una finísima capa de micras de grosor extendida con una precisión propia de
tecnología de la época actual.
Los rojos se realizaron a partir de la cochinilla
americana, un insecto parásito de México y Perú y que llegó a España tras el
Descubrimiento. De este animal se obtenía un pigmento rojo intenso y duradero
que utilizaron desde Tiziano a Van Gogh y que era “el tercer producto más caro
de los que procedían del nuevo continente, tras el oro y la plata”, explica
Gómez Morón mientras muestra los componentes detectados en su microscopio.
“Murillo sabía el resultado que iba a obtener con
sus mezclas, cómo iban a ser percibidos los colores y las texturas. Era un
alquimista”, resalta la investigadora.
La importancia de esta investigación previa es
fundamental para el trabajo posterior de restauración con criterios
científicos. Y la clave es llegar a ese conocimiento casi sin tocar ni mover la
obra de los talleres del IAPH y, en caso de que sea imprescindible, obteniendo
solo micras de muestras de los pigmentos.
El extraordinario
color azul se consiguió con con una finísima lámina de lapislázuli, un
mineral casi precioso. Era muy caro, por lo que Murillo recurrió a una extraordinaria
habilidad pictórica para la aplicación de una capa de micras de grosor
Para esta labor ha sido esencial la colaboración
del catedrático Miguel Ángel Respaldiza y su equipo de investigación del Centro
Nacional de Aceleradores. En el año que se celebra el 400
aniversario del nacimiento del pintor, la recuperación de las obras
tenía un carácter aún más significativo.
Respaldiza explica que se han usado varias tecnologías
para el análisis no invasivo de las obras. Una de ellas ha sido la fluorescencia de rayos X, para determinar los materiales usados en
la pintura a partir de la “excitación” de los átomos que la componen. Con haces
de uno o dos milímetros se han barrido los más de 15 metros cuadrados de cada
obra.
La espectroscopia Raman se ha utilizado para, a
partir de la luz láser, analizar la composición molecular de la pintura. A esta
se le unieron los mapas de rayos X elaborados con uno de los pocos equipos que
existen en el mundo y que facilitó la Universidad de Catania. “Es como la
fluorescencia, pero en toda la obra”, explica el investigador, cuya labor aún
no ha concluido ya que aún queda trabajo por analizar de los miles de ficheros
obtenidos durante los trabajos.
La información desvelada no solo ha facilitado el
trabajo de restauración, sino que también ha permitido averiguar cómo consiguió
el pintor trasladar la magiade
la escena a los espectadores. “Murillo sabía que el esmalte se degrada de azul
a pardo. Es de suponer que utilizó esta característica para aplicarla en
función de cómo quería dramatizar la escena”, explica Respaldiza.
El rojo obtenido con
la cochinilla americana era el tercer producto más caro de los que procedían
del nuevo continente, tras el oro y la plata
El trabajo realizado a lo largo de un año puede
observarse ya en el Hospital de la Caridad, donde el Moisés haciendo brotar el agua de la roca y
la Multiplicación de los panes y los pecesde Murillo han
resistido el paso del tiempo y, en especial, el expolio francés durante la
invasión de principios del XIX. La muestra se titula Murillo cercano. Miradas cruzadasporque es la primera
vez que pueden observarse a la altura de una persona (fueron concebidas para
ser colgadas a seis metros de altura) y enfrentadas en un espacio diseñado para
la contemplación conjunta de ambos trabajos.
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