12 de septiembre de 2009

La Universidad europea ya habla inglés. ¿Y el alumno?

ELPAIS

La Universidad europea ya habla inglés. ¿Y el alumno?

La lengua franca cobra fuerza - La oferta de títulos en ese idioma y el nivel del estudiantado, claves para el éxito en el espacio único

SUSANA PÉREZ DE PABLOS 12/09/2009

¿En qué lengua puede estudiar una carrera un español en Polonia? ¿Y un polaco en España? ¿Y un alemán en Suecia? ¿Y un francés en Lituania? La riqueza de idiomas de la UE juega en contra de la materialización del espacio común europeo de universidades que persigue, como uno de los objetivos más relevantes, fomentar la movilidad de estudiantes.

¿En qué lengua puede estudiar una carrera un español en Polonia? ¿Y un polaco en España? ¿Y un alemán en Suecia? ¿Y un francés en Lituania? La riqueza de idiomas de la UE juega en contra de la materialización del espacio común europeo de universidades que persigue, como uno de los objetivos más relevantes, fomentar la movilidad de estudiantes. Suena bien, pero ¿en qué lengua van a estudiar esos alumnos para poder entender bien los contenidos de ingeniería, historia del arte o sociología? Descartado hace tiempo el esperanto, todo apunta a que la lengua franca va a ser el inglés. En futuro, porque aún no lo es. Sí en el mundo empresarial o en el de la investigación. Pero este aspecto, que requiere una inversión (no sólo económica, principalmente organizativa y de impulso político) a medio-largo plazo no está exento de dificultades.

En primer lugar, la movilidad implica que los países receptores invierten en la formación de un extranjero que, en muchos casos (como el de España o Alemania) no paga ni de lejos con las tasas de matrícula lo que de verdad cuestan sus estudios. Con lo cual, ese estado receptor estaría costeando la formación de la población de sus vecinos sin recibir nada a cambio. Un tema que, por el momento, no han previsto los estados. En segundo lugar, la oferta de títulos en inglés (sobre todo de grados) es aún muy baja, especialmente en los países de sur de la Unión. Naciones que arrastran desde hace décadas la asignatura pendiente de la buena formación en inglés de la población. ¿Cuánto tardarán los españoles en llegar a la universidad con el suficiente nivel como para estudiar una carrera en inglés o incluso para impartirla? ¿Una generación?

Ésta es la situación de partida con la que se encuentra la UE a tres meses de empezar oficialmente a implantarse, en 2010, el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), suscrito por 47 de países, después de que en 1999 acordaran su creación en la Declaración de Bolonia. Y, a día de hoy, los gobiernos, incluido el español, no se han planteado impulsar políticas y medidas para sortear estos escollos.

"La movilidad total para estudiar la carrera de Grado va a seguir siendo muchos años excepcional, sólo la habrá en universidades de mucho prestigio y en titulaciones puntuales", vaticina el rector de la UNED, Juan Gimeno, que preside la Comisión de Relaciones Internacionales de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). "Se va a potenciar mucho el modelo tipo Erasmus, es decir, que los alumnos vayan a estudiar algún curso a otro país de la UE, también las titulaciones dobles de varias universidades, los acuerdos entre centros... Pero la movilidad total va a costar muchos años".

"Carlos V decía que hablaba en español con Dios, en italiano con las mujeres, en francés con los hombres y en alemán con su perro. Hoy en día añadiría: y en inglés con el mundo académico". Con esta anécdota arranca la presentación de un seminario que se celebrará en diciembre en Bruselas sobre las estrategias que debe adoptar la UE acerca de la política lingüística en la universidad. Europa se juega mucho con este tema. Todos están pendientes de él. ¿Es mejor enseñar en inglés?, se preguntan estos expertos. En el fondo del debate hay varias cuestiones: cómo compatibilizar la promoción de una lengua franca para fomentar la movilidad con lograr que los alumnos salgan bien preparados aprendiendo en una lengua extranjera; hasta qué punto pueden resentirse las lenguas y culturas de una política lingüística universitaria que mire demasiado al mercado, y cómo deben compatibilizarse estas políticas con las que promueven la diversidad y el multilingüismo europeo.

Y en el otro lado del campo, los británicos. En posición de alerta. La prestigiosa revista de educación superior británica Times Higher Education ha dedicado al tema recientemente dos amplios artículos. Un editorial titulado Everyone is talking the talk. Es decir: todo el mundo está hablando la lengua. Y expone que "el aumento del uso del inglés en la educación superior a través de Europa puede costar al Reino Unido su ventaja competitiva vital". El otro artículo se titula directamente The language of competition: El idioma de la competición.

¿Que si el inglés será lengua franca de la universidad europea? "Es evidente", responde el rector de la UNED. "La oferta británica no cubre la demanda que hay de estudios en inglés, y la absorben los países escandinavos u Holanda, por ejemplo, que tienen tradicionalmente más estudios en inglés". "La ventaja de España", prosigue el rector, "se ha visto con la gran demanda de Erasmus que tenemos, muy superior a los demás países, por el atractivo del español. Y esto nos da un poco más de margen que a otros países. Las iniciativas de potenciar el inglés existen, pero van despacio. Los ministerios de Educación y de Ciencia e Innovación están insistiendo en la internacionalización pero haría falta una mayor concreción en las políticas que habría que poner en marcha para hacerla realidad, tres o cuatro rasgos relevantes para impulsar esa internacionalización".

Acompasar una oferta realista y rentable a la creciente demanda, inicialmente procedente sobre todo el norte de la Unión, es uno de los próximos retos. Sólo como referencia, si se analizan los estudios de Grado y Posgrado que ofrecen en inglés las 100 mejores universidades de Europa no británicas, según el ranking del QS Times Higher Education (el de referencia, junto al de la universidad de Shanghai), el resultado es que ese centenar imparten sólo 34 títulos de Grado en inglés y 60 posgrados. Son datos del curso pasado, basados en el último ranking del QS Times, realizado en 2008. Entre esas 100 había cuatro españolas (Universidad de Barcelona, Autónoma de Madrid, Autónoma de Barcelona, y Complutense), descontadas las británicas. Ninguna de ellas en ese año ofrecía algún título de Grado totalmente en inglés, aunque sí un máster, según el análisis de la oferta pública que hizo entonces la IE Universidad, un centro del Instituto de Empresa.

En la actualidad, es decir, dos cursos académicos después, la situación ha avanzado algo. Por ejemplo, la Autónoma de Barcelona tiene un Grado completo en inglés de Dirección Hotelera y la Complutense ha empezado un Grado de Psicología también íntegramente en inglés. En cuanto a los másteres, gran parte de las universidades españolas tienen ya algunos en esta lengua franca en las más diversas disciplinas.

Otras universidades más modernas, como la Carlos III, ya nacieron mirando al inglés. Este centro madrileño fue pionero en impartir títulos en esa lengua. Ahora tiene dos Grados completos y otros nueve bilingües, explica el vicerrector de Relaciones Internacionales, Álvaro Escribano. El año que viene implantarán otros dos, que serán ingenierías. Escribano insiste en que "ofrecer títulos en inglés favorece al español porque atrae a extranjeros a estudiar a España que, de paso, quieren aprender castellano".

El vicerrector de Coordinación de la IE Universidad, Juan Luis Martínez, cuenta que lo primero que han visto es que el español tiene un hueco claro, es muy atractivo para el mercado internacional, un plus. Por eso su universidad ofrece todas las carreras en español y en inglés. No es un modelo bilingüe, el alumno tiene que elegir un idioma. Así consiguen captar alumnos de diversos países, a la mitad de los cuales becan toda la carrera.

"La oferta en inglés es imprescindible y hay dos razones clave", explica este vicerrector de IE Universidad, "por un lado, la formación universitaria del siglo XXI o es internacional o no es universitaria, y, por otro, todas las universidades necesitan cada vez más acudir a un nicho grande de alumnos para que sea rentable, y para eso la oferta español-inglés es imprescindible". Martínez añade que "una apuesta por ofrecer títulos en inglés implica otra cosa, que se están buscando parámetros de calidad, un mercado de profesores con una cualificación complementaria, permite, por ejemplo, captar a docentes excelentes en un área que están dando clase en un país asiático porque pueden hacerlo en inglés, pero no en español".

En España hay sólo un 5% de profesores universitarios catedráticos y titulares extranjeros (nacidos en otro país), según datos (de 2005, las más recientes disponibles) del Ministerio de Administraciones Públicas. Los estudiantes de doctorado no nacidos en España representan en la actualidad el 15%.

El rector de la UNED lanza un mensaje positivo: "Se está potenciando traer profesores de otros países a la vez que el propio espacio europeo de educación superior impulsa que se domine, porque sin el dominio de una lengua extranjera las universidades no te convalidan el título, y en la mayor parte de los casos se estudia como segunda lengua, lógicamente, el inglés".

España tiene, por tanto, el reto de preparar docentes. "Que todo el mundo sea bilingüe es el ideal, pero es una utopía, de momento. Mientras tanto, hace falta que las administraciones se tomen en serio que deben poner en marcha políticas que aseguren que los profesores que puedan llegar a impartir una carrera en inglés tengan apoyo para ello. Esto requiere formarles en técnicas específicas -como el CLIL (Content and Language Integrated Learning), por ejemplo- enfocadas a enseñar a personas que están impartiendo las clases en un idioma extranjero". Julie McGuinness es experta en formación del profesorado de secundaria y universitario que imparte clases en inglés. Ha formado a docentes de la titulación en inglés de Ciencias Económicas que tiene la Universidad de Valencia y en la actualidad trabaja en el Centro Superior de Idiomas Modernos (CSIM) de la Complutense. "También es fundamental que cuando se manda los profesores al extranjero a aprender inglés y técnicas para enseñarlo haya un control de ese nivel, de los resultados de ese gasto realizado, que muchas veces no se hace", añade esta especialista.

En el mundo de la investigación, el inglés es ya hace tiempo la lengua de referencia internacional. El presidente del Comité de Política Científica y Tecnológica de la OCDE, que dirige además el Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC, Luis Sanz, dice que el análisis de esta cuestión hay que situarlo en las tres dimensiones de la universidad: la formación de los alumnos, la investigación avanzada y la transferencia de conocimiento al sector productivo. "Respecto a la investigación, está claro que o tienes la capacidad de aprender y enseñar en inglés o estás en desventaja para competir en los mercados internacionales". De hecho, las tesis doctorales en España (se leen unas 7.000 al año) hace tiempo ya que se han empezado a realizar en inglés, dice Sanz. Se empezó a hacer hará unos 15 años en disciplinas como la economía, la física o las ciencias sociales.

Otro tema es la docencia, prosigue Sanz. "En los grados se tiende a dar en la lengua nacional por el papel de construcción de las identidades educativas y culturales que tienen los idiomas de los países o regiones". Este experto cree que esta tendencia se mantendrá con independencia de que por otro lado se apueste por la globalización y por el inglés.

El último aspecto, y quizá el primero en importancia, que influye en esta movilidad estudiantil es la financiación. ¿Quién va a pagar realmente los estudios de los estudiantes que se muevan de país? Porque las titulaciones universitarias no están igual de subvencionados por el Estado en todos los países. En España, las tasas y matrículas en las universidades públicas representan de media el 12% de las subvenciones corrientes y la subvención media por estudiante es de 5.000 euros al año. Sin embargo, en los países anglosajones las matrículas representan el 35% de media de la subvención. En EE UU, por ejemplo, la subvención media anual por estudiante en algunos Estados ronda los 20.000 euros por alumno. "Hay chinos dispuestos a pagar 25.000 euros para estudiar en una universidad británica y otros que se vienen a España porque les cuesta 900 y además, aprenden español", expone Luis Sanz. "¿No habría que establecer algún tipo de transferencia de prestación de servicios, para que los costes sean compensados por el Estado correspondiente?", se pregunta.

"Que yo sepa nadie se ha planteado este debate", apunta el rector de la UNED. "Sí se ha hablado mucho sobre la adecuada política de precios, pero no el coste que esto puede suponer si empieza a aumentar en serio la movilidad de alumnos y qué habría que hacer". Cada país de la UE tiene un modelo distinto, lo que complica más la cosa. Bajas tasas y pocas becas, altas tasas y muchas becas. ¿La solución debe ser común? ¿Es elevar las tasas y becar a muchos para que nadie que quiera ir a la universidad se quede fuera? Parece que aún queda mucho por estudiar.