4 de agosto de 2008

El etarra De Juana Chaos ya está en la calle

ABC - Sábado 2, agosto 2008

El etarra De Juana Chaos ya está en la calle

Entre la indignación de las víctimas y el temor de sus vecinos
Flores frente a la infamia
«¡Imaginad el dolor!»
Zapatero siente «desprecio», pero ha que «respetar la ley»

CRUZ MORCILLO.
ARANJUEZ
Actualizado Sábado, 02-08-08 a las 12:16
El asesino José Ignacio de Juana Chaos es desde las 7,20 de la mañana un hombre libre, un etarra libre. A esa hora salió por la puerta principal de la cárcel de Aranjuez, a la que minutos antes habían llegado su mujer Iratí Arazabal y sus dos abogados, Reizábal y Goricelaya en un todoterreno negro. Con sus 25 muertos a las espaldas y sin descomponer el gesto, vestido con un polo blanco y unos pantalones de loneta color crema, sin el más mínimo rastro de la supuesta huelga de hambre que seguía, De Juana subió a la parte trasera del coche junto a su esposa en dirección a San Sebastián.
Sólo silencio. El único sonido que perturbaba la nada era el de las decenas de cámaras apostados frente a la prisión desde la medianoche. Dos furgones de la Agrupación Rural de Seguridad (ARS) de la Guardia Civil y otra decena de vehículos del Cuerpo montaron un dispositivo de seguridad dos horas antes que se extendía a las glorietas más próximas a la cárcel. Ni una víctima, ni un colectivo esperó a ver la cara del terrorista, tampoco los autobuses de proetarras que asiduamente hacen de comparsa en este tipo de excarcelaciones. Una pintada de Falange negando el perdón en el puente de acceso al centro penitenciario era el único vestigio que recordaba quién era el sanguinario ex preso.
Veintiún años en prisión, de los 3.000 a los que fue condenado, y 25 muertos
Pese a que durante horas se especuló con la posibilidad de que miembros de la Guardia Civil escoltaran a De Juana hasta San Sebastián, el coche del antiguo miembro del “comando Madrid” enfiló la carretera a toda velocidad pero en solitario. Los rostros de los agentes, con base en Valdemoro, eran elocuentes. “En el momento que ponga los pies en la calle, nosotros no queremos saber nada de ese individuo”, murmuraba un miembro de la ARS. “Es un hombre libre. Somos los primeros sorprendidos de que nadie haya venido a recibirlo”, señalaba otro compañero.
De Juana viaja a esta hora a su ciudad y a la de muchas de sus víctimas a las que seguirá mirando sin torcer el gesto. Veintiún años en prisión, de los 3.000 a los que fue condenado, y 25 muertos, que se estarán revolviendo en su tumba. Decenas de familias a las que sólo les quedan los recuerdos desayunarán hoy con la fotografía del asesino, más recuperado que nunca.